Raquel sufrió insomnio crónico: «Estar tres años sin dormir más de dos horas al día me llevó a una crisis nerviosa»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Raquel padeció insomnio durante años.
EDUARDO PEREZ

Raquel es una de las cuatro millones de personas que sufren esta patología del sueño en España

20 ene 2025 . Actualizado a las 12:49 h.

Si intentáramos explicarle a un ser de otro planeta el acto de dormir, podría parecerle absurdo. Cada noche, «desactivamos» voluntariamente nuestra consciencia durante alrededor de ocho horas y, a lo largo de todo ese período, quedamos completamente expuestos y vulnerables. Mientras dormimos, tenemos alucinaciones tan vívidas que a veces despertamos convencidos de que nuestros sueños han ocurrido, que son hechos que han tenido lugar en la realidad.

Y, lo más curioso de todo, cuando este ritual de descanso se ve alterado, nuestra salud sufre. Porque, si hay algo más extraño que dormir, es no poder hacerlo. Sin embargo, es un problema frecuente: los españoles que padecen insomnio crónico son más de cuatro millones y se calcula que, en total, cerca de la mitad de la población lo sufre en alguna de sus formas.

Desde El club de la lucha hasta El resplandor, las representaciones del insomnio en la cultura popular son numerosas y en muchos casos reflejan cómo esta privación de sueño puede llevar a un individuo a los límites de su cordura. Esto ocurre de manera gradual, por lo que si una persona tiene insomnio crónico, el riesgo de sufrir una crisis de salud mental se incrementa.

Esto es lo que le ocurrió a Raquel. Ella había dormido sin problemas durante toda su vida hasta la mediana edad. Pero el equilibrio de nuestro sueño es más delicado de lo que podemos llegar a pensar. Basta con que haya problemas en una o dos áreas de la vida para que el descanso se resienta. En el caso de Raquel, fue un problema familiar lo que empezó a carcomer los cimientos de su salud mental. «También me coincidió con la menopausia, porque todo empezó a los 50 años», cuenta la gallega. En poco tiempo, la preocupación llegó a impactar en sus horas de sueño.

Mil noches sin tregua

El problema de Raquel no era una dificultad para quedarse dormida. «Me acostaba y enseguida me cogía el sueño, pero a las dos horas me despertaba y ya no dormía nada más. Y así estuve durante tres años», recuerda. Dice que en ese período llegó a acostumbrarse al insomnio, a naturalizarlo y a usar esas horas de vigilia inoportuna para escuchar la radio o descansar, pero sin dormir. Tan normalizado tenía su problema, que no buscó ninguna solución. Lo aceptó y se dedicó, cada noche, a esperar a que se hiciera de día.

Parte del motivo por el que no pidió ayuda al principio fue que no se notaba distinta a pesar de dormir muy poco. Seguía sosteniendo sus tareas del día a día, seguía acudiendo a su puesto laboral y llevando adelante su vida igual que siempre.

Pero el daño del insomnio es acumulativo y, noche tras noche, Raquel iba sumando. «Yo de día estaba bien, iba a trabajar y estaba espabilada. Pero me fue haciendo mella. Estuve así hasta que me dio un colapso del sistema nervioso y me descontrolé. Tuve una crisis en la que recuerdo que estaba fatal de los nervios, totalmente sobrepasada. Tuve que ir de urgencia al psiquiatra y ahí fue cuando me trataron con medicación», cuenta. Su cuerpo había dicho 'basta'.

El insomnio crónico tiene esta particularidad: como los pacientes, en determinados casos, se acostumbran a subsistir con pocas horas de sueño, no perciben el deterioro que esta patología va causando a su salud. Sin embargo, como detalla la Sociedad Española de Neurología (SEN), el insomnio afecta al rendimiento diario y produce déficits cognitivos y de memoria, así como problemas de ansiedad, depresión, hipertensión, diabetes u obesidad, entre otros.

La vida moderna nos quita el sueño

El caso de Raquel es lo que se conoce, a nivel médico, como un insomnio con duración corta objetiva del sueño. «Se ha visto que las personas que lo padecen tienen mayor riesgo de problemas neurocognitivos y cardiometabólicos relacionados con la falta de descanso», observa en este sentido el doctor Manuel de Entranbasaguas, miembro del grupo de trabajo de insomnio de la Sociedad Española de Sueño (SES).

Si bien el insomnio puede ser también una patología secundaria, lo que significa que es un síntoma de otro problema que está detrás, esto no es lo que le ocurrió a Raquel. El suyo fue un insomnio primario causado por estrés. Casos como el de ella son, en la actualidad, los más frecuentes en las consultas de medicina del sueño. Una patología que, cada vez más, se apodera de las noches de los pacientes españoles, debido en parte al ritmo de vida que llevamos y a unos hábitos inadecuados para dormir bien.

En este sentido, el uso del móvil por las noches, especialmente en la cama, está considerado como una de las costumbres que más perjudican nuestro descanso. Esto se debe a que la exposición a la luz de la pantalla inhibe la libración de la melatonina, la hormona que interviene en la regulación de los ciclos de vigilia y sueño.

Pero los expertos señalan que otros hábitos también influyen en nuestra capacidad de descansar. Cenar demasiado tarde, beber alcohol, fumar o tener un estilo de vida sedentario son algunas de las cosas que deberíamos evitar para mejorar nuestro sueño y prevenir patologías, subrayan desde la SEN.

Tratamiento

El camino para salir del insomnio no fue fácil. La primera psiquiatra que la atendió le recetó un fármaco potente. «Fue demasiado tratamiento. Me atontó. No le veía solución a mi vida, estaba totalmente drogada. Al final, cambié de psiquiatra y este me cambió la medicación, me fue sacando poco a poco un tratamiento y dándome otro que me fuera bien», explica Raquel.

Hoy, aunque está recuperada y ha dejado de tomar las pastillas que le recetó el psiquiatra que, en sus palabras, le «salvó la vida», sigue tomando melatonina para poder descansar. Eso sí, duerme toda la noche. «También la vida me cambió mucho para mejor. El problema familiar que tuve pasó y estoy más tranquila. Tomo muy poca cantidad de medicación para mantener bajo control los nervios», asegura.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.