¿Cuáles son los síntomas iniciales de las demencias más diagnosticadas?

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Las demencias más diagnosticadas en nuestro país son el alzhéimer, la vascular, de Lewy y frontotemporal.
Las demencias más diagnosticadas en nuestro país son el alzhéimer, la vascular, de Lewy y frontotemporal.

La más prevalente es el alzhéimer, seguida de las vasculares, la demencia con cuerpos de Lewy y la frontotemporal

14 feb 2025 . Actualizado a las 16:52 h.

Más de 900.000 personas padecen demencia en España, según el Observatorio del Alzheimer y las Demencias de la Fundación Pasqual Maragall. En concreto, afectan a una de cada diez personas de más de 65 años y a un tercio de las mayores de 85. Según el último informe del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 8 % del total de defunciones que se produjeron en el año 2023 en España fueron debidas a las demencias. Pero bajo esa palabra se engloban un abanico de patologías con diferentes presentaciones clínicas. 

«La demencia es un síndrome, entendido como un conjunto de síntomas que el paciente, sus familiares y gente cercana observa junto a los signos que el médico va a poder detectar en la visita. El núcleo central es la pérdida de capacidades cognitivas: memoria, lenguaje y razonamiento», explica Celia Pérez, neuróloga especializada en demencias del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac) y vocal de las mismas en la Sociedade Galega de Neuroloxía.

Por su parte, la también gallega Raquel Sánchez del Valle, coordinadora del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN), añade que «nos referimos a un proceso adquirido de pérdida» y, aunque la sociedad suele pensar en la capacidad cognitiva, también pueden ser cambios de conducta. Además, todas tienen en común un impacto la calidad de vida de la persona. Pero ¿cuáles son las más frecuentes entre la población?

Alzhéimer 

La SEN estima que cerca de 800.000 personas en nuestro país padecen enfermedad de Alzheimer, siendo la causa más común de demencia. Más de un 65 % de los casos se dan en mujeres y el 90 % de los pacientes son mayores de 65 años. Así, el principal factor de riesgo es la edad. 

El principal síntoma de la patología son las pérdidas de memoria. Con todo, no siempre es porque el propio paciente sea consciente de las mismas. «Es una pérdida de memoria en la que no se ha almacenado, producido, el proceso de consolidación del recuerdo. La persona no sabe aquel recado que le han dicho o no se acuerda de la cita. Y no solo eso. Cuando le dices: ''¿No te acuerdas que te lo dije?'', esa persona suele contestar: ''No me dijiste nada''. Es decir, en la persona que está sana el despiste tiene otro significado. Se lo recuerdas y te dice que se le fue el santo al cielo. Pero el paciente con demencia tipo alzhéimer no se acuerda de que se lo han dicho porque no lo ha guardado ese recuerdo, no lo ha almacenado».

Esta situación es uno de los factores que explica por qué cerca del 50 % de los casos de alzhéimer no se diagnostican hasta que el paciente ha desarrollado una fase moderada de la enfermedad y que entre el 30 y el 50 % de las personas que padecen algún tipo de demencia no lleguen a ser diagnosticados formalmente. Sobre todo, cuando los síntomas son leves. 

Asimismo, también pueden presentarse otros (o incluso variar según la etapa de la enfermedad). Entre ellos, dificultades del lenguaje, desorientación temporal y espacial, dificultad para tomar decisiones, incapacidad para reconocer personas u objetos, cambios en la personalidad y depresión. 

Diagnóstico

La SEN estima que el tiempo que discurre entre la aparición de los primeros síntomas de la enfermedad y el momento en el que se obtiene el diagnóstico puede superar los dos años, que son claves. «Es crucial mejorar los tiempos de diagnóstico. Cuanto antes se realice, más pronto se podrán utilizar los tratamientos de los que disponemos actualmente. Pero también porque el diagnóstico en fases iniciales permite al enfermo participar en la toma de decisiones de manera activa, y planificar su cuidado y llevar a cabo medidas de protección social precoces», señala Sánchez del Valle. 

En cuanto a pruebas diagnósticas, es cierto que en los últimos años se están dando múltiples avances. «Hasta hace poco, estas pruebas bioquímicas requerían de una punción lumbar para la obtención de líquido cefalorraquídeo. Pero en los últimos años, gracias a mejoras tecnológicas, empezamos a disponer de marcadores de la enfermedad de Alzheimer en sangre que pueden permitir mejorar los tiempos de diagnóstico de esta enfermedad, de forma inicial y de manera certera, mientras que hasta hace muy poco solo se podía hacer de forma clínica, es decir, en base a los síntomas y cuando estos ya estaban avanzados», asegura la especialista. 

Tratamiento

Se están investigando más de cien nuevos compuestos y en otros países del mundo, como Estados Unidos, Reino Unido, Japón o Chima, ya han aprobado fármacos dirigidos contra la proteína amiloide que se acumula en el cerebro de los pacientes, consiguiendo ralentizar el avance de la patología en fases iniciales. 

Centrándonos en el ámbito europeo, el comité asesor de la Agencia Europea del Medicamento recomendó en julio del año pasado no conceder la autorización comercial a Leqembi (lecanemab) para el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer, pero a los cuatro meses, en noviembre, cambió de opinión: tras revisar nuevos datos, los beneficios superaban a los riesgos. «En los ensayos clínicos que se han hecho, las neuronas que han muerto no se recuperan, pero sí que se consigue eliminar la placa amiloide. Los pacientes que reciben este fármaco empeoran un 30% menos que los que no lo hacen», explica Sánchez del Valle. Confirma que no es barato y que tampoco está exento de efectos secundarios. «Cuando eliminas esta placa en algunos sujetos, puede  provocar irritación, inflamación cerebral e incluso alguna rotura de un vaso sanguíneo o hemorragias». Con todo, se muestra satisfecha con que la Unión Europea haya cambiado de opinión porque «si no, nos quedábamos aislados; otras organizaciones de países de nuestro entorno ya lo habían aprobado».

Demencia vascular 

La demencia vascular es la segunda causa de demencia tan solo por detrás de la enfermedad de Alzheimer, pero en este caso, se trata de un proceso secundario, no es neurodegenerativa. Es decir, la enfermedad está desencadenada por problemas cardiovasculares previos.

Se trata de una entidad heterogénea, con múltiples causas, que puede surgir de una forma rápida. «La segunda demencia más prevalente es la vascular: la que se debe a ictus, haber sufrido trombosis cerebrales o hemorragias. Ni siquiera tienen que ser ictus repetidos, a veces uno solo en una zona estratégica hace que la persona pase a sufrirla. Lo mismo tras un traumatismo craneoencefálica grave, una encefalitis que dañe zonas estratégicas de la memoria o la conducta, o un tumor», sostiene Pérez.

Los factores de riesgo para el desarrollo de esta demencia son, en gran parte, los mismos que para un ictus y las enfermedades cardiovasculares. Uno de los más destacados es la hipertensión, pero también la diabetes, hiperlipidemia, fibrilación auricular, otras cardiopatías, tabaquismo, obesidad, factores genéticos y falta de actividad física. 

Síntomas

Pueden darse una gran variedad de síntomas. Entre ellos, los conductuales y psicológicos. De hecho, la depresión es muy frecuente e incluso puede llegar a ser de mayor gravedad y duración que en el alzhéimer. Y debido a la naturaleza y localización de las lesiones, dependiendo de dónde se encuentren estas, también pueden darse trastornos de la marcha o disfagia.  

Cabe mencionar que, a la hora de hablar de este tipo de demencia, se pueden dar casos mixtos. Por ejemplo, un paciente que sufra enfermedad de alzhéimer y, además, daño vascular. No existe ningún tratamiento para revertir el daño cerebral causado, las vías terapéuticas existentes a día de hoy se centran en prevenir futuros accidentes cerebrovasculares. 

Demencia con cuerpos de Lewy

La demencia con cuerpos de Lewy es responsable de hasta el 20 % de los casos de demencia en España. «Comparte características clínicas y biológicas tanto con la enfermedad de Alzheimer como con la enfermedad de Parkinson, lo que a veces puede dificultar su identificación. No obstante, clínicamente se comporta de forma diferente, por lo que se requiere un diagnóstico preciso y un manejo clínico específico», comenta Sánchez-Valle. 

Esta se caracteriza por la acumulación de cuerpos de Lewy (depósitos anormales de una proteína llamada alfa-sinucleína) en partes del cerebro que controlan la conducta, cognición y movimiento. No está claro el por qué de esa acumulación, pero sí se han identificado, según la SEN, algunos factores de riesgo. El primero, la edad, ya que la enfermedad suele debutar en personas de entre 50 y 80 años. También el sexo, siendo más predominante entre los hombres; y los antecedentes familiares, «a pesar de que no sea una enfermedad hereditaria y la mayoría de casos son esporádicos, aquellas personas con familiares que padecen demencia con cuerpos de Lewy o enfermedad de Parkinson parecen tener mayor riesgo».

Síntomas

«Es común que los primeros síntomas de la demencia con cuerpos de Lewy, debido a su variabilidad, se confundan con otras enfermedades, incluso con problemas de tipo psiquiátrico. Es por esto que se estima que es una de las demencias más infradiagnosticadas y que sufre un mayor retraso diagnóstico», alerta la neuróloga de la SEN.

Desde la entidad remarcan que, a pesar de la variabilidad en la forma de presentación y evolución, en este tipo de demencia el elemento clínico central es la aparición de deterioro cognitivo, predominando las alteraciones atencionales, visoespaciales y enlentecimiento psicomotor. En un 80 % de los pacientes pueden darse ilusiones o alucinaciones visuales, mientras que del 20 al 50 % pueden sufrir afectación motora, siendo la rigidez, la lentitud de movimientos o el temblor las principales manifestaciones. En cambio, no siempre se dan alteraciones en la memoria. 

También son comunes en los pacientes los trastornos del sueño, como alteración de conducta en la fase REM o somnolencia excesiva diurna. Además, se pueden presentar otros síntomas más raros como pérdida de olfato, problemas de regulación de la temperatura y sudoración, estreñimiento o síncopes. «Por lo tanto, aunque las manifestaciones en los pacientes son muy variables, la combinación de deterioro cognitivo con trastornos motores, del sueño con o sin manifestaciones neuropsiquiátricas, han de hacer sospechar esta enfermedad», añade la doctora. 

Una evolución más rápida que el alzhéimer

Aunque existe gran variabilidad a nivel individual, otra de las características de la demencia de cuerpos de Lewy es que su evolución es mucho más rápida que otras demencias, como el alzhéimer. 

Otra de las particularidades es que el diagnóstico definitivo solo se puede realizar a través del estudio del cerebro post-mortem. Si bien se están dando avances para que esta situación cambie. «Actualmente existen diversas pruebas diagnósticas disponibles en unidades neurológicas especializadas que en un contexto clínico compatible permiten realizar un diagnóstico en vida con alto grado de fiabilidad diagnóstica. El diagnóstico precoz y certero es indispensable tanto para orientar correctamente los tratamientos como para evitar aquellos que puedan empeorar los síntomas», manifiesta la neuróloga de la SEN. Actualmente, «en uno de cada tres pacientes que desarrollan esta demencia, obtener el diagnóstico adecuado puede demorarse más de dos años».

Demencia frontotemporal

La demencia frontotemporal es un grupo de trastornos relacionados por la degeneración de los lóbulos frontal o temporal del cerebro, que incluyen tejido cerebral relacionado con el habla y el lenguaje. Existen diferentes subtipos, como la demencia semántica y la afasia agramática. Generan problemas de lenguaje, entre ellos, la afasia progresiva primaria: un síndrome del sistema nervioso que afecta la capacidad para comunicarse; las personas que la tienen pueden presentar problemas para expresar sus ideas y para comprender o encontrar las palabras.

Esta demencia se diferencia de otras en que supone un deterioro progresivo en el comportamiento y en el lenguaje, y que la edad de aparición es un poco inferior a las anteriores demencias: aproximadamente el 60 % de los casos ocurren en personas de 45 a 64 años de edad. 

Así, los síntomas de esta demencia y de los trastornos relacionados pueden abarcar: menos energía y motivación, falta de interés en los demás, conductas inapropiadas e impulsivas, repetición de actividad o de una palabra una y otra vez, dificultad para pronunciar o comprender el habla, problemas en el equilibrio o al caminar. Como pueden llegar a ser similares a los de otras demencias, puede resultar complicado diagnosticarla. Solo las pruebas genéticas en casos hereditarios o una autopsia cerebral después de la muerte de una persona pueden confirmarlo al cien por cien. «El diagnóstico se hace en función de estos síntomas; sin embargo, en ocasiones se necesita que el proceso vaya evolucionando para definir mejor el tipo de demencia», dice Pérez.

No existe un tratamiento específico y tampoco hay evidencia de que ningún tratamiento pueda modificar el curso de la enfermedad. Sí los hay para el control de algunos de sus síntomas. 

Otras menos comunes 

Existen otras formas de demencia, tanto primarias como secundarias. Como la enfermedad de Huntington, una patología hereditaria que provoca el desgaste de algunas células nerviosas del cerebro. En este caso, las personas nacen con un gen alterado, pero los síntomas no aparecen hasta 30 o 40 años después. Entre ellos, movimientos descontrolados, torpeza y problemas de equilibrio. Más adelante, puede impedir caminar, hablar y tragar.

«Enfermedades crónicas, como la de Creutzfeldt-Jakob (un trastorno neurológico poco frecuente de carácter neurodegenerativo), que tienen como característica especial que son rápidamente progresivas. Y después, a partir de ahí, otras menos frecuentes, porque cada vez se están descubriendo nuevas formas», amplía Sánchez del Valle. 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.