Cristina sufre cáncer de ovario metastásico: «Si no estuviese en un ensayo clínico, no lo estaría contando»

ENFERMEDADES

Convive desde hace cuatro años con un tumor poco común y, después de agotar las opciones terapéuticas tradicionales, su enfermedad se ha cronificado gracias a una nueva terapia dirigida que todavía se está investigando
08 may 2025 . Actualizado a las 11:09 h.«Bien, bien, vamos bien. Mañana (hoy) tengo cita para hacerme unos controles», dice Cristina Debén al otro lado del teléfono. Desde hace cuatro años, convive con un cáncer de ovario cuyo síntoma inicial no fue común: un ictus. Al principio, dice, lo llevó muy bien, «porque soy una persona muy positiva». Pero llegaron las recidivas. No sabe decir exactamente cuántas. «Fueron tres o cuatro, he perdido la cuenta, la verdad», confiesa. Y ahí, las fuerzas empezaron a flaquear. «Psicológicamente es lo más complicado». El abanico de tratamientos se iba cerrando cada vez más. «Hasta que me vino Dios a ver». A día de hoy participa en un ensayo clínico en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid que se está financiando gracias a la Fundación CRIS Contra el Cáncer.
Todo empezó con un ictus
El 5 de mayo del 2021, Cristina sufrió un ictus. Aunque es de A Coruña, en aquel momento vivía en Madrid por motivos laborales. Ella, dice, no era consciente de que su boca se torcía y que le costaba caminar. «De verdad que es muy curioso, porque yo me encontraba bien, pero las zapatillas se me caían de los pies. Mi marido se dio cuenta muy rápido y me llevó al hospital. Allí, el médico me dio una goma para hacerme una coleta y no fui capaz. No podía subir el brazo izquierdo», recuerda.
En aquel momento tenía 44 años. Cristina era muy joven para sufrir un ictus. «Me ingresaron en el Hospital Universitario de La Princesa, una semana en la uci y otro día en planta, y me hicieron pruebas para poder ver si daban con la causa». Y la encontraron: un carcinoma de células claras de ovario (CCC). «Me cogió totalmente por sorpresa, no sabía ni que podían estar relacionados. Pero los oncólogos me dijeron que algunos cánceres, no todos, pueden manifestarse así. Siempre lo digo: el ictus me salvó».
Este tipo de cáncer que padece Cristina se relaciona con la endometriosis, una enfermedad en la que el tejido que recubre el útero (endometrio) crece fuera del mismo, causando intensos dolores. Ella lo desconocía. «No tenía ni idea, la verdad. Siempre padecí intesos dolores de regla. Con 27 años, ya me quitaron un ovario y mi idea antes de que llegase el coronavirus era vaciarme, pero como suele pasar, lo fui posponiendo».
La evolución
Tan pronto como llegó el diagnóstico la trasladaron al Hospital Santa Cristina y la operaron. «Me lo sacaron y salió bien. La doctora quedó muy contenta». Aun así, tuvo que someterse a varias sesiones de quimioterapia. «Ahí le pregunté si la podía recibir en a A Coruña y me dijo que sin problema. Soy una persona súper positiva. Era lo que tocaba y había que tirar para adelante», indica.
Acabó ese primer ciclo de quimioterapia «y en teoría estaba todo bien», pero llegó la primera recidiva. «Eso sí que fue lo peor, sobre todo a nivel anímico, porque tienes que empezar el proceso otra vez». No fue la única. Le siguieron otras dos o tres. «Ya no me acuerdo cuántas fueron. Me enfadaba porque pensaba: "No puede ser, otra vez"». Ya en la segunda, la metástasis llegó a los pulmones. «Al final estuve con tres quimioterapias diferentes», lamenta.
Llegó el momento en el que los métodos tradicionales dejaron de funcionar contra su tumor. «Y ahí, mi oncóloga me dijo: "Cris, necesitas un ensayo". Al principio me fui a la Clínica Universidad de Navarra a ver si tenían alguno para mí, pero el que había, estaba completo. Gracias a mi hermana llegué a uno que estaban haciendo en el Hospital Clínico San Carlos. A partir de ahí, me vino Dios a ver».
El ensayo en el que participa Cristina
Jorge Bartolomé, oncólogo y coordinador del área clínica de la Unidad CRIS de Nuevas Terapias Experimentales en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid, explica la situación clínica con la que llegaba Cristina al ensayo: «Tenía un tumor de ovario refractario a todas las terapias estándar que hay disponibles. Ya no quedaban tratamientos para ofrecerle. Fue ella la que nos contactó y vino aquí». Su cáncer tenía unas alteraciones moleculares para las que se están desarrollando terapias dirigidas. «Unos fármacos que se toman por vía oral, una administración muy cómoda para el paciente, que atacan directamente las células que no tienen esa alteración molecular, las tumorales», apunta el doctor.
En agosto del año pasado, Cristina se tomó la primera pastilla de esta nueva terapia. Tiene que hacerlo todos los días. «Al principio sí que notaba que estaba muy cansada porque el cuerpo tiene que habituarse». A la pregunta de cómo se encuentra a día de hoy, responde sin dudar: «Todo positivo. Para mí ha sido un cambio brutal. Es un tratamiento para toda la vida o hasta que deje de funcionar, que también es una posibilidad. Pero estoy muy contenta».
«Los ensayos clínicos son una oportunidad para los pacientes porque, al final, el desarrollo de fármacos y nuevas terapias lleva un tiempo y unos controles, hasta que se apruebe y comercialice, pero este que está tomando Cristina, por ejemplo, ha demostrado unos efectos muy buenos y está suponiendo un gran beneficio para muchos pacientes», sostiene el doctor. Su unidad está especializada en aquellos que se encuentran en fase 1, es decir, fármacos cuya eficacia se ha demostrado en laboratorios y animales y ahora se da el paso a la aplicación en personas por primera vez. En el Día Mundial del Cáncer de Ovario, Cristina da las gracias por esta nueva oportunidad: «Si no estuviese en este ensayo clínico, probablemente no lo estaría contando. La Fundación CRIS Contra el Cáncer me está salvando la vida».