¿Existe un helado saludable?

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Foto de archivo de un puesto de helados.
Foto de archivo de un puesto de helados. ALBERTO LÓPEZ

Los que tienen base de agua suelen tener menos calorías, pero «casi todos son iguales», según un nutricionista

13 jul 2025 . Actualizado a las 12:40 h.

Un helado comercial es un producto ultraprocesado, sin matices. Pero en una dieta equilibrada también hay espacio para el disfrute y, si se consumen con moderación, no hay mayor problema. En el mercado existen múltiples formatos. La legislación española señala hasta once categorías de helados diferentes, atendiendo a su composición, si bien ¿hay algunos que son más saludables que otros?

Diferentes tipos de helados

Los más frecuentes, enmarcados en la categoría «helados», contienen al menos un 5 % de grasa y las proteínas presentes son de origen lácteo. Pero también hay los de crema, en los que su ingrediente básico es la crema de la leche y que, según la Organización de Consumidores y Usuarios, «es un helado de grasa láctea, que contiene un mínimo del 8 % de esta grasa y un 2,5 % de proteínas de origen lácteo», mientras que los de leche, si esta es entera, tienen un mínimo del 2,5 % de grasa y si es desnatada, un máximo del 0,3 %. 

Por otro lado, nos encontramos los de agua, los clásicos polos, en los que un 88 % de su composición es agua. Si se trata de un sorbete, debe contener un 15 % de frutas y un 80 % de agua, como máximo, mientras que los granizados son los que están en un estado semisólido. 

De qué están hechos los helados: el azúcar

«El problema de los helados son los azúcares», avanza Pablo Zumaquero, dietista y nutricionista clínico. «Porque siempre debemos tener en mente que cuando hablamos de un consumo excesivo de azúcar en la población no es por la cucharilla del café, sino el que viene en algunos productos y, en esta época, uno de ellos es el helado», añade. 

El especialista sostiene que «casi todos son iguales»: una combinación de agua, azúcares, grasas y proteínas, en proporciones que pueden variar. La OCU señala que el agregado de aire son burbujas rodeadas de grasa que suponen el 50 % del volumen del producto, dotando al helado de esponjosidad y ligereza. La otra mitad, es agua, que forma los cristales de hielo y lo congela. 

Tal como indica Zumaquero, la cantidad de azúcar de los helados es bastante similar entre unos y otros porque «si tu cambias los contenidos de azúcar, por la propia cristalización del proceso, se quedan unas texturas que no gustan al consumidor; además de por el mal sabor, ya que la idea es que sea dulce, pero tampoco empalagoso». La clave es mirar la etiqueta: «El que tenga menor porcentaje de azúcares por cien gramos, es mejor». 

Sí existen diferencias entre los que tienen base de agua frente a los que la tienen láctea. «Los de formato polo tienen menos calorías porque si los otros tienen azúcar y leche, los de hielo, al menos, solo llevan azúcar. Suelen ser menos calóricos porque no se unen las calorías del azúcar a las de la leche o de la nata», explica el nutricionista.

En un estudio llevado a cabo por la OCU en el que analizaban 50 helados infantiles concluyeron que los menos calóricos son, efectivamente, los polos y sorbetes, con 100 kilocalorías por 100 gramos de producto; seguidos de los de leche, con 210 calorías por 100 gramos; y los que llevan galleta o barquillo, que ascienden a una media de 303 calorías por 100 gramos. «Hay que tener en cuenta el tamaño de los helados —matizan—, que en el caso de los dirigidos a niños, suelen ser más pequeños que los destinados a adultos». 

El estudio de la OCU

Comprar la tarrina para montar el helado en casa con la galleta o tomar solo la bola, es un formato bastante demandado en el supermercado. Por eso, la OCU también los ha analizado. En total, 32 que se encuentran disponibles en las neveras de varias superficies comerciales. Y según concluyen, «los resultados son decepcionantes»: solo 10 consiguen superar sus pruebas y únicamente 4 destacan por su calidad. «28 de los 32 helados de tarrina analizados se pasan de ingredientes como aromas, concentrados, colorantes o jarabes, que enmascaran la falta de calidad del producto». 

Los mejor parados del estudio son los de Häagen Dazs. En concreto, el de vainilla. Es el único de todos los analizados que usa nata y azúcar, sin aditivos. Pero no es barato. «La tarrina de 460 mililitros cuesta entre 6,78 y 7,74 €», confirman. Si somos más de chocolate, destacan el Häagen Dazs Chocolate belga, pero también se cuela otro más asequible: Carrefour Sensation de Chocolate. «Ambos destacan por estar elaborados con buenas grasas, azúcar y solo un aditivo (lecitina)». 

Pero ¿qué son los aditivos? Zumaquero, responde: «En los helados suelen ser endulzantes, colorantes y espesantes». Y pone un ejemplo: «Imaginemos que quiero hacer un helado de fresa. Lo ideal sería echar la propia fruta, pero a veces se recurre solo al sabor y color. Incluso si optara por añadirle la fresa, puede que el resultado no fuese atractivo para el consumidor, por lo que echaría un poco más de colorante para que sea más apetecible». 

Así, los aditivos están destinados a hacer el producto mucho más placentero. «Si lo es, acabas comiendo más cantidad de producto», comprándolo de nuevo en otra ocasión. Con todo, el especialista remarca que no ocasionan daños en nuestra salud. «Si no, no estarían en el mercado. Se hacen revisiones rutinarias y estrictas por parte de la Unión Europa». 

¿Nos sobrepasamos con los helados en verano?

A quién no le apetece un helado fresco en un día de calor. La clave, una vez más, es la moderación. Zumaquero confiesa que ve pacientes «que hacen ejercicio y se toman uno o dos helados a la semana, y no pasa nada». Pero no siempre se cumple ese patrón. «Personas que, llegados a esta época, comen uno diario, o incluso dos, con la comida y la cena. Eso sí que no es recomendable», alerta.

Los formatos mini, en un principio, parecían una buena alternativa. «Me quito el gusto con un helado pequeño. Esa era la idea. Pero ya he visto en consulta a gente que no le termina de satisfacer ese formato pequeño y se levantan a por otro. Por lo tanto, tampoco son la mejor opción en todos los casos», añade. 

Además, aquellos destinados al público infantil pueden esconder sorpresas detrás de los dibujos que los suelen acompañar. «A veces, incluso son de peor calidad que los que se orientan a adultos. Encima, está demostrado que cualquier producto que contenga visuales para niños provocan que ya no se lo coma solo por que está rico, también porque le llama la atención». 

Eso sí, una vez puestos en la heladería, Zumaquero es claro: «Elige el sabor que más te guste, porque no hay unos más saludables que otros». 

¿Cómo sería el helado ideal?

Es posible hacer helado en casa y el principal beneficio es que se pueden escoger los ingredientes a utilizar. Pero de nuevo, casero no es sinónimo de saludable y querer conseguir esta premisa no siempre lo hace apetitoso. «Otro nutricionista te diría que, si coges unas fresas, las trituras con leche y hielo y las metes en el congelador, ya tienes un helado. No, eso no lo es. Es un postre insípido que no apetece». 

Sí podría llegar a conseguirse la textura de un helado con una heladera o un robot de cocina. La OCU apunta a una «fórmula del helado base» con 500 mililitros de leche entera, 150 gramos de azúcar, cuatro yemas de huevo e ingredientes que le aporten el sabor como fresa, frutas del bosque, café, etcétera. En la variedad, está el gusto. 

 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.