¿Qué pasó con los trece Leones que llegaron antes de León XIV?, ¿cuánto duró su papado y de qué fallecieron?

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Imagen de la Capilla Sixtina, con el fresco de Juicio Final de Miguel Ángel, el lugar donde se decide quién ocupa el cargo de sumo pontífice.
Imagen de la Capilla Sixtina, con el fresco de Juicio Final de Miguel Ángel, el lugar donde se decide quién ocupa el cargo de sumo pontífice. Simone Risoluti / Vatican Media | EFE

Pese a que León XIII alcanzó los 93 años de vida y tuvo uno de los papados más largos, el siglo X es un tiempo oscuro para este nombre donde incluso algún predecesor de Prevost fue asesinado

12 may 2025 . Actualizado a las 10:44 h.

Antes de León XIV, hubo otros treces papas que escogieron ese nombre tan felino para su pontificado. Podría parecer una obviedad, pero no lo es tanto ya que, pese a la existencia de un Juan XXIII, las cuentas no salen. En realidad, solo hubo veintiún Juanes, cosas de la Historia.

León I «el Magno» fue el papa número 45 del catolicismo, allá por el siglo V, y quien lució por primera vez este nombre. Tuvo un papado largo. Muy largo de hecho para una época en la que la esperanza de vida andaba entre los treinta y los cuarenta años. En total, ostentó el cargo de Padre de la Iglesia durante veintiún años, tras fallecer a los setenta y un años en Roma, a las puertas de la caída del Imperio. Él propio Benedicto XVI, ya en el siglo XXI, lo calificaría como uno de los primeros pontífices de todo la historia de catolicismo y el pinto Rafael, en pleno esplendor artístico del Renacimiento italiano, lo inmortalizaría en una pintura en la que se recrea su reunión con Atila, con el que habría coincidido allá por el año 452, convenciéndole para que los hunos no marchasen contra Roma. Su muerte se produjo de manera 'natural', algo que no todos los Leones podrían decir en los años venideros. 

León II, León III y León IV, suertes muy diferentes

No fue hasta el siglo VII cuando un segundo León se asomaría a la historia vaticana. Probablemente llegó tarde al cargo, porque acceder a un puesto de tal relevancia con setenta y un años en el 682 ya hacía prever que su papado no sería precisamente largo. Las previsiones se cumplieron. Fue elegido en agosto del 682 y falleció en julio del 683. En total, menos de un año. Su causa, probablemente atribuible a una enfermedad común de aquella época. No hay demasiadas fuentes ni informaciones disponibles sobre cuál sería el concreto, pero el catálogo  de patologías en la Alta Edad Media era amplio. Desde la disentería o la malaria pasando por enfermedades infecciosas como la tuberculosis o una neumonía

Mucho más largo fue el papado de su siguiente tocayo, León III, superando las dos décadas. Aunque su papado fue turbulento en la parte política —porque ser papa era bastante más que ser un líder religioso en la Europa medieval—, logró permanecer en el cargo entre diciembre del 795 a junio del 816 antes de fallecer en Roma, una vez más, por 'causas naturales'. El nombre no se repetiría hasta dos siglos después cuando León IV entraría en escena. Más de siete año ejerció como papa (847-855), lo cual no está mal, ya que la media de duración del papado del total de los Leones —excluyendo Robert Prevost— ha sido de seis años y cuatro meses. Su muerte es otra de las que se encuadra dentro de esa ambigua etiqueta de 'natural'. En cualquier caso, estos tres pontífices vivieron épocas mucho más tranquilas que las que vivirían sus homónimos inmediatamente posteriores. 

Siglo X: el siglo de hierro

Tres papas llamados León existieron durante el siglo X, una época complicada para ejercer el cargo. Durante ese siglo existieron veintidós papas. A un papa cada cuatro años y pico,ya se imaginarán la escabechina. Cinco de ellos fueron asesinados, varios de ellos fallecieron en extrañas circunstancias y de unos cuantos no sé sabe muy bien qué fue de ellos. Si nos ceñimos a los llamados León, nos encontramos a hasta cuatro en ese período: León V, León VI, León VII y León VIII. De todos ellos, solo uno consiguió sobrevivir al cargo más de un año. Y el que lo logró —León VII—, apenas permaneció tres años. 

 Pero comencemos por el principio. Aunque poco hay que contar de León V, del que se sabe entre poco y nada. Comenzó su papado un 30 de julio del año 903 y en septiembre ya se buscaba nuevo pontífice. Sobre su fallecimiento existen diversas hipótesis, incluido el asesinato, perpetrado —todo supuestamente— por su sucesor, Sergio III. También se baraja una posible muerte debido a las malas condiciones tras ser encerrado en prisión. Con todo, aún le quedaron ganas a León VI de lucir ese nombre. E igual suerte corrió, siendo asesinado solo siete meses después de iniciar su pontificado (de mayo del 928 a septiembre de ese mismo año). Un crimen cuya autora intelectual fue la hija del mismo senador romano que había impulsado su ascenso. 

El que estuvo cerca de alcanzar los cuatro años de pontificado fue León VII. Tres años y seis meses en total desde enero del 936 a julio del 939, todo un récord para el que fue quizás el peor siglo de la historia para ser Padre de la Iglesia. La rara normalidad del siglo X le volvió a tocar al siguiente León: León VIII. Falleció a los cincuenta años y se quedó a dos meses de cumplir un año como papa. Son dos de las pocas muertes de sumos pontífices que podemos atribuir a causas naturales durante este siglo. 

Un León alemán

Aunque se le compute pasaporte alemán, Bruno de Egisheim-Dagsburg nació en Alsacia, actualmente territorio francés que, durante el siglo XI, formaba parte del Sacro Imperio Romano Germánico. Bruno pasaría a León en el año 1049, cuando fue elegido papa y convirtiéndose en el noveno en lucir ese nombre y al que le tocó vivir el cisma de la Iglesia Oriental. Vivió hasta los 51, víctima, según la mayoría de las fuentes de una «fiebre grave». En el siglo XXI, resulta extraño asociar un fallecimiento a la fiebre y resulta obvio que debajo de ese síntoma, León IX padecía una enfermedad subyacente. La más probable, una fiebre. La iglesia católica no vería a más leones ocupar el sillón de papa hasta el siglo XVI.

¿Un papa envenenado?

Giovanni di Lorenzo de' Médici era el nombre secular de León X. Con ese apellido, ya se pueden imaginar que su historia va acompañada de todo el catálogo de intrigas palaciegas que acompañaron a esta casa florentina durante su hegemónico poder en el Renacimiento. Pero acumular tanto poder también implica acumular enemigos, y en aquella Europa no se andaban con chiquitas. Aquí te pillo, aquí te enveneno. De hecho su biografía está repleta de ascensos y caídas y, aún teniendo que huir al exilio, acabó llegando al Vaticano. 

Pero la realidad que señalan las fuentes más contemporáneas que revisitaron su vida —y su muerte—, echan por tierra la épica de un envenenamiento. Pero es que su muerte, el 1 de diciembre de 1521, levantó muchas sospechas. Especialmente, por la rapidez de la enfermedad que acabó con su vida. Fue fulminante, justo después de una celebración tras una batalla en la que sus tropas aliadas habían logrado conquistar la ciudad de Milán, lo cual encajaba dentro de esa turbulenta tradición florentina. Sin embargo, los historiadores apuntan más a una neumonía —enfermedad que se sigue cobrando la vida de más de 10.000 españoles al año según el INE, pese a todos los recursos con los que cuenta hoy las sanidad— como la causa de muerte de este miembro de la familia Médici.

León XI o cómo fallecer a consecuencia de la fiesta que te hizo papa

Otro florentino, otro Médici. Alessandro Ottaviano de' Médici representa el colmo de la mala suerte. León XI ostentó el cargo de jefe de la iglesia durante un total de veintiséis días —menos incluso que Juan Pablo I, al que todavía muchos recuerdan su mala pata—, mal final para la casa familiar que no logró ascender a ningún cardenal más al pontificado. Para los italianos, ha pasado a la Historia como el Papa lampo que significa, literalmente, Papa relámpago. Su muerte, debido a una infección repentina, fue atribuida en la época a un «enfriamiento durante su coronación». Como hoy sabemos, no fue el frío el causante de su muerte, sino los efectos que las bajas temperaturas provocan en nuestro sistema inmunitario

Los dos últimos Leones son decimonónicos

Entre Pío y Pío —de entre todos los nombres de papas, lo que tienen una duración de papado más larga—, un nuevo León surgió en el Vaticano. Fue el decimosegundo de su nombre —León XII— y la verdad es que no se caracterizó por tener una salud de hierro. Según las crónicas, habría recibido la extremaunción diecisiete veces, pero fue una neumonía que se agravó, la que acabó provocándole su muerte. Pese a ser un paciente crónico, vivió 68 años y superó los cinco años de papado, que ya les hubiese gustado a muchos de sus tocayos. 

Al que ya pudimos ver en vídeo —de hecho es el primer papa del que existen imágenes en movimiento— fue a León XIII, que hizo remontar la media de edad entre aquellos que optaron por este nombre. Fue papa durante 25 años, el cuarto más longevo en los más de dos mil años de historia de la Iglesia Católica; el tercero si excluimos a San Pedro, sobre el que rigor histórico es frágil, siendo superado solo por Pío IX y Juan Pablo II. Falleció a los noventa y tres años tras un deterioro progresivo asociado a su edad, probablemente el desencadenante se debiese a una insuficiencia cardíaca o a una infección pulmonar. De nuevo, recurriremos a 'causas naturales', pero no está mal para esa mala suerte que se le asocia al número trece. Tanto Prevost, como cualquiera de nosotros, firmaría una vida tan longeva.