¿El fin de las gafas de leer? Así funcionan las gotas para la presbicia

ENFERMEDADES

Estados Unidos aprobó un fármaco que contrae la pupila durante hasta diez horas para que el ojo enfoque mejor a distancias cortas
24 ago 2025 . Actualizado a las 17:27 h.El paso del tiempo afecta a todos los tejidos del cuerpo. Algunas condiciones son parte inevitable de la vida a medida que vamos cumpliendo años. Este es el caso de la presbicia, una pérdida gradual de la capacidad del ojo para enfocar objetos cercanos. Es un proceso natural que suele comenzar a partir de los 40 años, debido a la pérdida de flexibilidad del cristalino ocular. La Organización Mundial de la Salud estima que afecta a más del 80 % de la población española mayor a 45 años. Entre los individuos de más de 65, la proporción asciende al 98 %.
Hasta ahora, se ha buscado corregir esta situación mediante el uso de lentes, ya sea por fuera del ojo, con gafas o lentillas, o de manera intraocular, colocadas mediante un procedimiento quirúrgico. Esto podría cambiar con la llegada de Vizz, una nueva medicación en gotas que acaba de aprobar Estados Unidos para el tratamiento de la presbicia. Su principio activo, la aceclidina, no es nuevo, la novedad está en aplicarlo con este fin.
Tras el visto bueno del país norteamericano, la farmacéutica Lenz Therapeutics, que ha desarrollado Vizz, está en proceso de obtener la autorización del fármaco en otros mercados, como Canadá o China. Para ser comercializado en Europa, necesitará la aprobación de la Agencia Europea del Medicamento (EMA). En Estados Unidos, la medicación se podrá adquirir con prescripción médica y tendrá un coste de 79 dólares (cerca de 68 euros) al mes, según el sitio web de Vizz, donde también se ofrece un paquete con descuento por 198 dólares (casi 170 euros), con dosis para tres meses.
Cómo funciona la aceclidina
Utilizado desde los años setenta en oftalmología, otras concentraciones de la aceclidina solían tener aplicaciones en el tratamiento de la hipertensión ocular y el glaucoma, «aunque este uso se abandonó cuando salieron medicamentos más eficaces», explica el doctor José María Martínez de la Casa, médico oftalmólogo y director de la revista Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología.
Lo que consiguen estas gotas es contraer la pupila. «Esto tiene como efecto aumentar la profundidad del foco, de tal manera que el ojo obtiene algo más de capacidad para enfocar objetos cercanos. En pacientes con presbicia y con vista cansada, resulta útil», detalla el experto. Esto tiene como efecto aumentar la profundidad del foco, de tal manera que el ojo obtiene algo más de capacidad para enfocar objetos cercanos.
A nivel celular, el fármaco «actúa sobre los receptores muscarínicos del cuerpo ciliar, una estructura en forma de anillo que rodea el cristalino y contiene fibras musculares, llamadas músculos ciliares. La gota inhibe la contracción del músculo ciliar para que el cristalino pueda enfocar de cerca», detalla la doctora Rosario Touriño, oftalmóloga Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela (CHUS) y profesora de oftalmología en la Universidade de Santiago de Compostela (USC)
La ventaja que ofrece este fármaco es que, a diferencia de otros que se utilizaban habitualmente para la presbicia, como la pilocarpina, no empeora la visión de lejos. Además, «tiene una acción más prolongada que la pilocarpina, una gota dura unas diez horas», explica Touriño. Esto se debe a que la aceclidina consigue contraer la pupila a menos de 2 milímetros sin afectar significativamente a los músculos de enfoque del ojo.
Si bien no es un tratamiento curativo, podría beneficiar a aquellas personas que todavía no han desarrollado al máximo la presbicia, que a los sesenta años suele llegar a las tres dioptrías. «Lo que hace es disminuir relativamente la necesidad de gafas, mejorando la visión cercana. Pero, si un paciente necesita tres dioptrías para leer de cerca, con esto, disminuye en una dioptría. No se elimina el problema por completo», aclara el doctor Martínez. Es, en definitiva, una herramienta que tiene su máxima utilidad en pacientes que empiezan a notar los primeros signos del envejecimiento ocular.
La aprobación por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) llega después de tres instancias de ensayos clínicos en fase 3. En los dos primeros estudios se evaluó la seguridad y la eficacia del fármaco en 466 participantes, a quienes se administró una dosis diaria durante 42 días. La tercera investigación siguió a 217 participantes a lo largo de seis meses. En estos estudios, Vizz demostró mejorar la visión de cerca en 30 minutos en un 91 % de los pacientes. Según detalla el laboratorio, «aunque el fármaco se estudió para la visión de cerca, un 41 % de los participantes mejoraron también su visión a distancia».
Durante los ensayos, se registraron en algunos casos efectos secundarios como la irritación en el lugar de instilación, visión tenue o dolor de cabeza. Desde Lenz Therapeutics especifican que «la mayoría de las reacciones adversas fueron leves, transitorias y se resolvieron por sí solas». Por otro lado, es una medicación que puede afectar a la capacidad de conducir de noche. «Al disminuir la cantidad de luz que entra en el ojo, por la noche, cuando la pupila tiene que dilatarse para mejorar la visión debido a la oscuridad, puede ser difícil ver bien», señala Martínez.
Los efectos no son iguales para todos los pacientes. «Depende de cómo funcione su músculo y, sobre todo, de si tenemos un astigmatismo en contra, que nos ayuda a aumentar la profundidad de campo para ver mejor de cerca. En aquellos pacientes que lo tienen, quizás este fármaco sea más útil», estima Touriño. Para la experta, podría ser la puerta a una nueva generación de tratamientos para la presbicia basados en medicamentos.
El astigmatismo, un fenómeno fisiológico causado por la curvatura de la córnea que produce una visión borrosa y ligeramente distorsionada, curiosamente, puede resultar útil en este caso. «En algunos pacientes, los párpados no hacen presión, son más flácidos y entonces la córnea se deforma. Estos pacientes, que tienen la curvatura en contra de la regla y con un astigmatismo superior a 0,75 o 0,1, se benefician más de las gotas», apunta Touriño.
Qué es la presbicia
La presbicia es un defecto de la visión causado por el envejecimiento fisiológico del mecanismo de acomodación de los ojos. «El mecanismo de la acomodación es lo que nos permite enfocar cuando tenemos un objeto próximo. Esa capacidad, a partir de los 40 años, se empieza a perder y es progresivo. Comienzas teniendo que alejar un poquito más los objetos y llega un momento en el que eso ya no es suficiente y hay que corregirlo con gafas o lentillas», explica Martínez.
Se trata de un proceso irreversible e inevitable, que se estabiliza en torno a los 60 años. «Con el paso del tiempo, el músculo ya no es tan eficaz como cuando somos jóvenes, igual que ocurre con el resto de la musculatura del cuerpo. Los músculos van perdiendo capacidad de contraerse y relajarse, lo que conduce a la presbicia», señala Touriño.
El envejecimiento del ojo es completamente individual y depende también, en parte, de cómo se haya formado este tejido durante la etapa de crecimiento en la infancia. Aquellas personas que en su juventud hayan desarrollado miopía tendrán menos dioptrías al tener presbicia, sobre todo en edades más tempranas, dado que la miopía contribuye a compensar el efecto de la rigidez del cristalino. «Los miopes tienen una graduación negativa y para la presbicia se usan gafas con una graduación positiva. Por eso hay personas miopes que son capaces de ver bien de cerca con cincuenta años», explica la oftalmóloga.
El fin de las gafas para leer
Más allá de las nuevas gotas, los tratamientos tradicionales para la presbicia incluyen el uso de lentes para suplir la dificultad del ojo envejecido a la hora de enfocar objetos próximos. «Podemos corregirla, por ejemplo, con una cirugía intraocular, poniendo unas lentes dentro del ojo que sean multifocales, para adaptarse todas las distancias», explica Touriño.
Para quienes no desean pasar por el bisturí, las gafas y las lentillas siguen siendo las opciones más elegidas y las menos invasivas. Pero la experta tiene las esperanzas puestas en el desarrollo de fármacos que ayuden a postergar la degeneración ocular. «Con el avance de la genética, podremos actuar sobre el envejecimiento de estas estructuras y así, retrasar el inicio de la presbicia desde el punto de vista fisiológico», explica.