Las nuevas claves para tratar la hipertensión: «Antes se hablaba de reducir el sodio, pero ahora se añade aumentar la ingesta de potasio»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

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Los médicos advierten que unas cifras superiores a 120 de presión sistólica y 70 de la diastólica ya supone un aumento del riesgo desde el punto de vista cardiovascular

22 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

«La presión arterial es el factor de riesgo más frecuente que tenemos en el mundo occidental», afirma Vivencio Barrios, coordinador del grupo de trabajo de Cardiología y Atención Primaria de la Sociedad Española de Cardiología (SEC). Y además, silencioso, porque muchos pacientes con hipertensión arterial son diagnosticados de forma tardía al no tener presentación clínica. «Se estima que de un 30 a un 40 % de los pacientes con hipertensión arterial no saben que la padecen», añade Miguel Turégano, miembro de los Grupos de Trabajo de Enfermedades Cardiovasculares de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen). También es, por lo tanto, objeto de estudio de muchos profesionales y, dando cabida a los últimos ensayos clínicos y metaanálisis actualizados, se han ajustado recomendaciones a la evidencia más reciente.

«Por recordar un poco desde el punto de vista histórico cómo han evolucionado las guías de hipertensión, las últimas europeas estaban hechas en colaboración con la Sociedad Europea de Hipertensión y la Sociedad Europea de Cardiología. Pero en los últimos años, ambas se han desligado, publicando cada una las suyas. Por si fuera poco, ahora hace un mes se publicaron las de la American Heart Association (AHA)», explica Barrios. Esta última comparte similitudes en cuanto a la prevención y tratamiento con la europea, pero existen diferencias entre continentes. Por ejemplo, en Estados Unidos el diagnóstico de hipertensión arterial empieza a partir de 130/80 mmHg (milímetros de mercurio), mientras que las europeas siguen poniendo el límite en 140/80. Estas son, resumidas, las últimas novedades en la prevención, detección, evaluación y manejo de la hipertensión en adultos teniendo en cuenta todas estas publicaciones.

El riesgo ya se da con la tensión arterial alta, sin llegar a hipertensión

Barrios remarca las novedades que se dieron en la guía de práctica clínica europea de cardiología del año pasado. «La primera, considerar la presión arterial alta, que no hipertensión, por encima de las cifras perfectas que son 120/70 mmHg (120 de sistólica, el número superior, y 70 de diastólica, el inferior) ya es un aumento del riesgo desde el punto de vista cardiovascular; aunque no consideramos hipertensión hasta 140/90 mmHg, bien sea por una presión sistólica por encima de 140, una diastólica por encima de 90 o ambas elevadas», indica. 

Valores de la presión sanguínea

Presión sistólica (valor superior): 

  • Hipotensión: <80
  • Normal: 80-120 
  • Prehipertensión: 120-139
  • Hipertensión: >140

Presión diastólica (valor inferior):

  • Hipotensión: <60
  • Normal: 60-80 
  • Prehipertensión: 80-89
  • Hipertensión: >90

*Estos valores son indicativos. Varían mucho según la edad y el sexo del paciente.

Es decir, aunque el paciente no se considera como hipertenso todavía, si su presión arterial sistólica se encuentra entre 120 y 139, al igual que si la diastólica está entre 70 y 89, necesita ser estudiado. «Las guías nos llevan a hacer una investigación más profunda de si tienen alto riesgo de presentar complicaciones cardiovasculares. Por ejemplo, si ya han padecido algún tipo de patología cardíaca, si tienen una diabetes de larga evolución, o si padece una enfermedad renal crónica avanzada, una presión arterial por encima de 120 puede ser nociva y requerir, en algunos casos, tratamientos farmacológicos», sugiere Barrios.

Sin embargo, si la presión arterial se encuentra entre eses valores en los que no se llega a considerar hipertensión, pero el paciente no tiene ningún factor de riesgo asociado, «son sujetos que deben cuidar su presión arterial para que no suba, pero que no requieren tratamiento específico farmacológico», sostiene Barrios. De esta forma, se realiza una evaluación del riesgo cardiovascular global y no solo de valores aislados. «Teniendo en cuenta el enfoque integral y considerando la presencia de otros factores de riesgo cardiovascular como la hipercolesterolemia, diabetes, tabaquismo o antecedentes familiares, se ayuda a personalizar el tratamiento y priorizar las intervenciones para reducir posibles complicaciones», amplía Turégano. 

Medidas higiénico-dietéticas: reducir el sodio, aumentar el potasio y ejercicio de fuerza

La nueva guía para la prevención, detección, evaluación y manejo de la hipertensión en adultos para el 2025 de la American Heart Association (AHA), potencia las medidas dietéticas como prevención y para garantizar el control a medio y largo plazo. «La dieta DASH (las siglas en inglés de Dietary Approaches to Stop Hypertension, enfoques dietéticos para detener la hipertensión) y la reducción de la ingesta de sodio», cuenta Turégano. El patrón se basa en reducir los procesados y consumir frutas, verduras, cereales integrales, frutos secos, pescados, carnes bajas en grasa, y mantener una alta ingesta de lácteos desnatados.

Tanto la guía americana como la europea publicada en el 2024 proponen aumentar el potasio en la dieta. «Previamente se hablaba siempre de reducir el sodio y, sobre esto, no queda ninguna duda, pero en las últimas publicaciones también se añade la incorporación de aumentar la ingesta de potasio», dice Barrios. Este mineral está presente en verduras de hoja verde como espinacas y col rizada, vegetales de raíz o tubérculos como las zanahorias y las patatas, y frutas como el plátano o aquellas que proceden de las vides. Aunque este tipo de dieta está indicada para pacientes hipertensos, hay excepciones: aquellos que convivan con una insuficiencia renal, ya que a ellos sí se les puede aconsejar una restricción de potasio, fósforo y contenido proteico. 

Otra de las medidas a adoptar con niveles altos de tensión arterial es la práctica de actividad física, y no solo de tipo aeróbica. «También aquel que implica cierto esfuerzo, como levantar pesas o hacer musculación, porque se ha visto que también repercute positivamente en los niveles de hipertensión. 

Se unen otros estilos de vida saludables como «limitar el consumo de alcohol y el abandono del tabaquismo, que son pilares fundamentales dentro del tratamiento no farmacológico de la hipertensión», aconseja Turégano. 

La terapia farmacológica y la importancia de la adherencia 

«Otra circunstancia que nos vuelven a recalcar las guías es que aquellos pacientes que requieren tratamiento farmacológico, la mayor parte de ellos, van a necesitar dos fármacos. Únicamente en los sujetos por encima de los 85 años o que son frágiles y que tienen tendencia a tener una presión arterial baja cuando se levantan (hipotensión ortostática), o aquellos que no son de alto riesgo, se podría optar por monoterapia. Pero en el resto, hay que optar directamente la combinada», explica el miembro de la SEC, que confiesa que «esta idea ya se había visto en publicaciones anteriores pero la Sociedad Europea de Cardiología nos lo ha vuelto a reforzar».

Sea cual sea la terapia farmacológica utilizada, la falta de adherencia al tratamiento es otra problemática. «Algo que vemos con frecuencia es que el paciente se encuentra mejor, piensa que su situación está controlada porque ve que no tiene síntomas, porque muchas veces la hipertensión cursa sin ellos, y deja la medicación. Esto es un error grave», remarca Barrios.

¿Cómo evitar esa incorrecta adherencia? «Primero y fundamental, explicarle correctamente cuál es su problema y por qué es importante que siga las pautas de tratamiento. El paciente debe sentirse implicado, pero también se le debe facilitar al máximo posible la medicación. Si podemos intentar que tome una o dos pastillas y no varias, mejor», considera el cardiólogo. 

Cómo se mide correctamente la presión arterial 

«La mayor parte de las veces que tomamos la presión arterial en consulta lo hacemos de forma errónea», confiesa Barrios. La medición correcta de esta también es uno de los puntos claves de las nuevas guías de práctica clínica. «A veces tenemos mucha presión asistencial, viene el paciente preocupado, angustiado, incluso corriendo porque llega tarde a la consulta. Se sienta, le tomamos la presión arterial sin haber un tiempo que le permita descansar. Puede que se tomen decisiones precipitadas sobre esa presión arterial inicial, en lugar de repetirla unos minutos después y todo eso puede conllevar a errores», lamenta. En ese sentido, las guías refuerzan que es muy importante tomar la presión arterial en las condiciones correctas. 

 

El primer punto es la preparación del paciente. «Estando en reposo y tranquilo al menos cinco minutos antes de la medición, evitando el ejercicio físico o el consumo de excitantes y con la vejiga vacía», recomienda Turégano. Asimismo, la posición debe ser la adecuada: «Estando el paciente sentado en una posición cómoda, sin conversar, con la espalda apoyada, los pies en el suelo, el brazo a la altura del corazón y evitando cruzar las piernas». 

Además, se deben realizar varias mediciones. «Tomar al menos dos o tres separadas por un minuto, registrando la media. En caso de que los niveles de presión arterial difieran en más de 5 mmHg, se deben realizar mediciones adicionales, con equipos certificados para ello». También se deberá tomar la presión en diferentes momentos del día o en varias consultas, para confirmar el diagnóstico. «En algunos casos, pueden recomendarse AMPA (automedida de la presión arterial), midiéndose la presión arterial el paciente en su domicilio con un tensiómetro validado o MAPA (Monitorización Ambulatoria de la Presión Arterial) mediante un dispositivo que la mide durante 24 horas, incluso cuando la persona duerme», amplía el experto. 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.