Joshua Stott, investigador en psicología: «Nueve de cada diez personas con TDAH no han sido diagnosticadas»

SALUD MENTAL

El experto de la University College London es coautor de un estudio reciente que muestra que las personas con TDAH viven hasta ocho años menos que quienes no tienen este trastorno
17 feb 2025 . Actualizado a las 17:06 h.Cerca del 3 % de la población adulta sufre trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), pero las investigaciones sugieren que la mayoría de ellos no han sido diagnosticados. Estos pacientes conviven con dificultades derivadas del trastorno, que van desde una peor salud mental y física hasta problemas en las relaciones interpersonales y en la inserción laboral. Sin embargo, el conocimiento sobre esta condición todavía es escaso, sobre todo en términos de cómo impacta en la vida de las personas una vez finalizada la etapa escolar.
Un nuevo estudio realizado en el Reino Unido y publicado este mes en la revista The British Journal of Psychiatry se ha propuesto arrojar luz sobre el TDAH en adultos y los hallazgos, aunque no sorprendieron a los investigadores, han sido significativos. Se observó que las personas con este trastorno tienen una esperanza de vida varios años menor que la de aquellos que no lo sufren. «La reducción aparente en la expectativa de vida de los adultos con TDAH diagnosticado en relación con la población general fue de 6,78 años para los hombres y de 8,64 años para las mujeres», concluye la investigación. El psicólogo Joshua Stott, profesor de Envejecimiento y Psicología Clínica en la University College London y coautor del estudio, explica lo que puede estar detrás de estos resultados.
—¿Qué ocurre en un cerebro con TDAH a medida que la persona se hace mayor?
—El TDAH históricamente se ha considerado una condición de la infancia, aunque a nivel científico siempre se supo que probablemente seguiría estando presente a lo largo de la vida de los pacientes. Los adultos con TDAH tienen una serie de factores de riesgo que pueden impactar en su longevidad. Por ejemplo, son más propensos a ser fumadores, a beber en exceso, a comer en exceso, a tener accidentes automovilísticos y domésticos. El riesgo de mortalidad es también mayor en los adultos con TDAH. En otras palabras, no es el trastorno en sí a nivel biológico lo que puede incrementar su riesgo de muerte, sino todos estos riesgos asociados al TDAH.
—¿Podría describir brevemente cómo se realizó el estudio?
—Tomamos datos proporcionados por los médicos de atención primaria del Reino Unido a una base de datos general, de manera que teníamos un conjunto de pacientes que consideramos representativo, cerca de nueve millones en todo el país. Lo que hicimos fue buscar en esa base de datos a aquellos que tuvieran diagnosticado TDAH. Encontramos 30.000. A esos sumamos 300.000 que no tenían el diagnóstico, pero que tenían características similares, y comparamos la esperanza de vida de un grupo con la de otro.
—¿Cuáles fueron los principales hallazgos?
—Los adultos con TDAH diagnosticado viven menos de lo que deberían. La esperanza de vida total estimada para los participantes masculinos con diagnóstico de TDAH fue de 73,26 años, en comparación con 80,03 años para los hombres del grupo de comparación. Para las participantes femeninas con diagnóstico de TDAH, la esperanza de vida total aparente fue de 75,15 años, en comparación con 83,79 años para las mujeres del grupo de comparación. Por lo tanto, nuestras estimaciones aparentes sugieren que tener un diagnóstico de TDAH se asocia con 6,78 años de vida perdidos en los hombres y 8,64 años en mujeres.
—¿Les sorprendieron estos resultados?
—No nos sorprendieron tanto, porque conocemos todos estos factores de los que hablaba. Ya solo fumar aumenta el riesgo de sufrir muchas enfermedades.
—¿Cómo se explica la brecha entre la esperanza de vida en pacientes hombres y mujeres?
—Hay que tener en cuenta un matiz, que es que estas estimaciones aparentes se hacen sobre rangos intercuartílicos, con lo cual, la esperanza de vida de los hombres con TDAH estaría entre los 71 y los 75, y la de las mujeres, entre los 73 y 77. Los hombres tendrían entre 4,5 y 9 años menos, y las mujeres, entre 6 y 11 años menos de esperanza de vida. Entonces, hay una diferencia, pero también hay un solapamiento. Mi hipótesis, y esto no ha sido probado, es que el TDAH se considera típicamente una condición masculina y las mujeres que lo sufren presentan síntomas diferentes. Esto hace que sea más difícil llegar al diagnóstico. También hace que haya diferencias en cómo el trastorno afecta a unas y a otros. Y, lo que es más importante, si no se lo reconoce como una problemática que pueda afectar a las mujeres, esto contribuye a que haya una brecha de género en la atención que ellas reciben y es posible que existan sesgos en los profesionales que pueden asociarse a esta disminución de su esperanza de vida.
—¿Qué limitaciones tiene el estudio?
—Una limitación clave es que, al menos en el Reino Unido, está claro que el TDAH está infradiagnosticado. Sobre todo en adultos. En particular, el estudio analizó datos que llegaban hasta el año 2018, cuando había todavía menos diagnósticos que hoy. La prevalencia del TDAH debería ser de entre el 3 y el 4 % de los adultos, pero 9 de cada 10 personas que lo tienen no han sido diagnosticadas, por lo que no han entrado en nuestro estudio. En este sentido, creemos que las personas con TDAH que están diagnosticadas probablemente sean diferentes de las que lo tienen, pero no han recibido el diagnóstico. Lo que no sabemos es en qué consiste esa diferencia.
—¿Qué hipótesis hay acerca de esa diferencia?
—Podría ser que las personas que tienen el diagnóstico sean aquellas que tienen un trastorno más grave, con más necesidades desde un punto de vista de la atención médica, y que por esta razón hayan sido esas las que han buscado el diagnóstico. Pero también es posible que aquellos que no han sido diagnosticados sean en realidad los que más necesidades tienen, y que no hayan podido acceder a la asistencia que necesitan debido a las desigualdades que existen.
—¿Qué razones considera que podrían estar detrás de este infradiagnóstico?
—A este tipo de diagnósticos se suele llegar desde el ámbito de la medicina privada, entonces, quienes no tienen dinero para acceder a ese ámbito, quizás nunca lo reciban. Las listas de espera para el diagnóstico son de cuatro años y las personas de grupos socioeconómicos más altos encuentran más facilidades dentro del sistema. Por tanto, mi estimación es que los pacientes diagnosticados son los que probablemente tengan un trastorno de menor gravedad, pero más recursos. Sin embargo, es solo mi hipótesis, nuestro estudio no ha intentado probar esto.
—¿El uso de medicamentos para el TDAH en adultos podría influir en la esperanza de vida de los pacientes?
—Hasta hace poco, se consideraba que tomar este tipo de fármacos podría reducir la longevidad, ya que su uso supone un aumento del riesgo cardiovascular. Sin embargo, un estudio del 2024, hecho en una muestra grande de pacientes y con una buena metodología, halló que estos medicamentos parecen aumentar la esperanza de vida y disminuir la mortalidad, probablemente, porque reducen los problemas asociados con el trastorno. Por ejemplo, si la medicación reduce tu impulsividad, probablemente tengas menos deseo de fumar o beber alcohol. Al mismo tiempo, la medicación podría ayudar a estos pacientes a insertarse mejor en una sociedad que está hecha para las personas neurotípicas. Esto les podría permitir mantener un puesto de trabajo y sortear ciertas dificultades que podrían impactar en su longevidad.
—¿Qué causas podrían estar ligadas a esta reducción tan significativa de la esperanza de vida en pacientes diagnosticados?
—Hemos hallado algunos factores que podrían ser relevantes en este sentido. Como he mencionado, las personas con TDAH tienen mayores probabilidades de ser fumadoras. También tienen tasas más altas de problemas de salud mental, otro elemento clave. Sabemos que estos pacientes tienen mayores probabilidades de morir por suicidio. Por otro lado, los sistemas sanitarios funcionan en base a las necesidades de las personas neurotípicas y están centrados en ellas. Si pedir una cita es complicado o si tienes que esperar tres meses para que te atiendan, esto es una barrera para las personas que tienen TDAH. Y, más allá de esto, las personas con TDAH han estado históricamente sujetas a estigma, tienen peores resultados académicos y pueden tener dificultades a nivel laboral. Excluir al 3 % de la población del mercado laboral pudiendo hacer adaptaciones para ellos es un error, sobre todo considerando que las personas con TDAH también tienen fortalezas como la creatividad o unos niveles de energía más altos.