Silvia Llop, psicóloga: «Si fuésemos a terapia de pareja, la mitad de las relaciones no se romperían»

SALUD MENTAL

La experta explica qué debemos tener en cuenta a la hora de elegir a una pareja que nos pueda acompañar en el largo plazo
11 mar 2025 . Actualizado a las 16:30 h.Más de diez años han pasado desde el lanzamiento de Tinder y las aplicaciones de citas siguen generando controversia. Muchos encuentran pareja a través de ellas, mientras otros, desde el bando contrario, señalan que el modelo de negocio de las apps no se sostiene si los clientes las abandonan porque han dado con su media naranja. Lo que es innegable es que el ecosistema digital ha transformado de manera irreversible nuestra forma de relacionarnos. Y aunque se suele decir que hay muchos peces en el mar, aprender a surfear hasta hallar a la persona indicada no es fácil.
Silvia Llop, conocida en redes como la psicóloga del amor, lleva años observando esta marea. Como experta, atiende en su consulta a personas con dificultades en sus relaciones. También se ha nutrido de su propia experiencia personal. Su nuevo libro, Ahí no es, Mari Carmen (Plataforma editorial, 2025) explora las señales que pueden indicarnos el camino hacia una relación sana y duradera.
—¿Cómo podemos saber si una persona que nos gusta es un buen candidato o candidata para tener una relación?
—Cuando elegimos a alguien para construir un futuro, para vivir con esa persona o incluso para tener hijos con ella, es importante hacerlo desde un criterio que vaya más allá de las emociones iniciales, porque el tiempo que compartas con esa persona será mucho y tener una pareja que te drena va a afectar a todos los ámbitos de tu vida. Lo que tenemos que hacer es identificar nuestros estándares. Cada persona tiene unas necesidades a nivel afectivo. Los estándares son esos mínimos que tú sientes que necesitas para ser feliz a largo plazo en una relación. Lo mismo pasa con nuestras amistades o en todos los ámbitos de la vida, ya sea en el trabajo, o si queremos comprar una casa, hay ciertos ítems que para nosotros son importantes y esto en el corto plazo no se ve. La química y las emociones nos pueden sostener al principio, pero llega un momento en el que toda esa química empieza a asentarse y queda lo demás.
—¿Cuáles son algunos estándares que todos deberíamos buscar en alguien con quien empecemos un vínculo amoroso?
—Poder tener una comunicación fluida con esa persona, poder hablar con ella de todo, es importante. Imagínate que conoces a alguien y te encuentras con que al mes tenéis una discusión, y tú no puedes hablar de tu punto de vista, porque la persona se cierra en banda, no quiere hablar, y lo que hace es ignorarte durante un par de días, y luego vuelve como si no hubiera pasado nada. Esto ya te está indicando que esta persona no te va a dar lo que necesitas. Es difícil construir una relación con alguien que no habla cuando hay un problema.
—¿Por qué fallamos al elegir pareja?
—Hay que ver desde qué lugar estamos eligiendo. Me encuentro con mucha gente que acaba de salir de una relación y, como se siente mal porque está pasando por un duelo, lo que hace es llenar ese vacío enganchándose con la primera persona que pasa y que más o menos le cuadra. Lo mismo puede suceder cuando eliges desde una baja autoestima o desde no estar bien contigo mismo. Cuando eliges desde ahí, puede ser que te suene la flauta y elijas a alguien estupendo, pero lo más probable es que no elijas bien.
—¿Qué riesgos corremos al elegir desde ese lugar?
—Creo que las películas siempre nos han vendido la idea de que el amor es sentimiento y que tienes que sentir intensamente todo. Eso está muy bien y obviamente hay que sentir, pero si solamente nos centramos en ese atracón químico, cuando realmente no conoces de nada a la persona, porque llevas muy poquito conociéndola, la vas a idealizar en lugar de ver si realmente sois compatibles.
—¿Por qué aceptamos relaciones que no se ajustan a nuestros estándares?
—Si nos dejamos cegar por la química, algo que es muy difícil de evitar porque los primeros meses siempre son una maravilla, cuando realmente empecemos a descubrir cómo es esa persona, ya va a ser tarde, porque el cerebro se habrá quedado enganchado a todo lo maravilloso que fue ese comienzo. Ese principio se queda dentro de ti y ya piensas que la persona es como era cuando la conociste. Si, de repente, empieza a tratarte mal, o no es tan cariñoso, o ves cosas que no te cuadran, vas a pensar que eso no es lo real, que lo real es lo que viste al principio. Si yo veo cuatro características que me gustan en esta persona y proyecto una idealización en mi cabeza, aunque no llegue, siempre voy a pensar que cuando se enamore de mí o cuando ya no tenga tanto trabajo me prestará más atención. Como nos emperramos en que esto con cuatro cambios se arregla, nos quedamos, pero el otro no quiere hacer esos cambios. Hay gente que se queda durante muchos años o incluso toda la vida en una relación que nunca le ha encajado de verdad o que solo le encajó durante unos meses.
—¿Cuáles son algunas señales de que sí puede funcionar?
—Las relaciones sanas son fáciles. Yo tengo interés en ti, tú tienes interés en mí y la cosa va fluyendo. Así debería ser por defecto. Luego, cada uno tiene sus barreras y sus miedos, y esto entra en la ecuación. Pero si no tienes muy claro dónde estás yendo, si esa otra persona tiene un interés real en ti o no, hay que hablarlo en lugar de estarle dando vueltas a la cabeza. Porque si alguien tiene interés, lo que no va a hacer es dejarte creer que no lo tiene. Si alguien hace eso, mejor vete, porque este tipo de persona no te interesa como pareja. La gestión emocional que tenemos la mostramos desde el principio. Muchas veces, la gente me dice: es que llevamos muy poco tiempo, no le puedo yo agobiar o exigir. No tienes que agobiar ni exigir, pero puedes expresar lo que sientes.
—¿Qué es lo que más te preguntan en consulta y en redes sociales?
—Una historia que se repite mucho es cuando alguien no quiere una relación pero sigue quedando contigo y parece que hace cosas de pareja, parece que se vincula, que no es solo sexo, que es mucho más, pero te sigue repitiendo que no quiere una relación. Esto se puede alargar durante años. Lo que pasa aquí es que una de las partes quiere una relación y la otra no. La parte que sí quiere está todo el rato esperando a que el otro cambie y la parte que no quiere se está beneficiando de que el otro espere un poquito más. Es algo que veo que se repite todo el rato. Si miras hace 15 años, esto existía, pero no tanto como ahora.
—¿Por qué esto ocurre más que antes?
—Las apps y las redes sociales tienen que ver con esto, porque el hecho de tener más opciones hace que no te cierres solo en una, pero también tiene que ver con cómo hemos avanzado como sociedad. Antes teníamos esa obligación de encontrar a una persona, casarse y tener hijos y ese era el camino. Si no seguías este camino, eras la oveja negra, esa tía solterona o ese tío que nunca se casó, era algo que estaba mal visto. Ahora ya no tenemos esa obligación. Nos podemos separar y divorciar y tenemos el poder de elegir nuestra relación. Esto es maravilloso, pero la contrapartida es que la gente que no está preparada para vincularse o no quiere una relación no se compromete. Esto ha estado siempre, pero antes, la gente se casaba igual. Cuéntame tú la calidad de ese tipo de matrimonios con alguien que se había casado por obligación social, pero sin ningún tipo de interés. Esto da lugar a infidelidades y maltratos. Entonces, si alguien te dice que no quiere una relación, no hay que perder el tiempo, por más que haga el papel de alguien que sí la quiere.
—¿Qué opinas de las apps de citas? ¿Son un buen lugar para encontrar el amor?
—En las apps está la misma gente que luego te encuentras en el bar, en el gimnasio y en el supermercado. Todos vivimos en el mismo planeta. Las apps solo son lugares donde se junta gente a la que le apetece algo, sea encontrar pareja o tener sexo. Tú tienes que filtrar, no esperar automáticamente que la persona que está delante de ti quiera lo mismo que tú, esté en el mismo nivel emocional que tú, tenga las mismas capacidades y tenga disponibilidad. Tienes que ver lo que el otro te ofrece, saber cuáles son tus estándares y evaluar.
—Hablas de la posibilidad que tenemos hoy de elegir cómo y hasta dónde relacionarnos. ¿Cómo podemos saber si es momento de romper con nuestra pareja?
—Hay que tener en cuenta varios elementos. Uno es el deseo de cada persona. Si estás ya en un punto en el que ha habido tal desgaste que ni te gusta ni te apetece pasar tiempo con esa persona, no hay nada que hacer. Luego, yo creo que es muy importante resolver los conflictos, porque van a haber conflictos siempre en una relación, sobre todo en una relación larga, dos personas están viviendo su vida también y van viviendo nuevas etapas, pasan cosas, se tienen que gestionar. Pero cuando un problema se repite constantemente y se queda estancado en medio de esa relación y no hay forma de solucionarlo, ahí es cuando nos tenemos que plantear que igual es mejor que cada uno siga por su camino. Es una pena, porque muy poca gente opta por el camino de ir a terapia de pareja a tiempo.
—¿Cuándo estaríamos a tiempo de salvar una relación yendo a terapia?
—La terapia de pareja sirve precisamente para entenderte a ti, entender a la otra parte y poder buscar soluciones juntos cuando no se nos ocurren, porque un profesional lo ve desde fuera. Pero la gente va obligada, bajo coacción, porque o vamos a terapia o lo dejamos, y eso no sirve de nada. O van cuando ya está todo tan absolutamente desgastado, que la terapia solo te va a ayudar a soltar la relación. Muy poca gente va a terapia de pareja en el momento en el que vemos que estamos teniendo esta discusión, la hemos tenido varias veces y no la estamos pudiendo resolver y es importante, está afectando a la relación. Ahí es cuando deberíamos ir. Si lo hiciéramos más, probablemente, la mitad de las relaciones que se rompen no se romperían.