Cómo hablar con tu hijo del divorcio: mejor en un espacio cómodo y en días sin eventos estresantes

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

LA TRIBU

En el 2022, hubo 81.302 divorcios en España, según el Instituto Nacional de Estadística.
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La separación de los progenitores puede acarrear consecuencias a nivel psicoemocional, con la somatización de la ansiedad o estrés, y en el plano académico, con un descenso del rendimiento

14 ago 2023 . Actualizado a las 21:06 h.

Los datos que ofrece el Instituto Nacional de Estadística permiten hacer una radiografía de las rupturas de matrimonio en España. El año pasado se registraron 84.551 casos: 39 de ellos fueron por nulidad (39); 3.210, de separación; y 81.302 fueron casos de divorcio, lo que evidenció una disminución del 6,7 % respecto al 2021. El 80 % se resolvió de mutuo acuerdo, mientras que para el 20 % restante fue necesario ir por lo contencioso. 

En cuanto a la duración de los matrimonios disueltos, la media en el entorno nacional es de 16,4 años. Por tramos, el 32,4 % de las rupturas se produjo después de dos décadas o más de unión; el 20,7 % entre cinco y nueve años; el 16,9 % entre 10 y 14; el 15, 6 % entre los 15 y 19 años; el 11,9 %, entre dos y cuatro; y, finalmente, el 2,5 % que queda, fue cuestión de dos años o menos. 

En casi la mitad de los divorcios (45,5 %) no había hijos de por medio. En el resto, el 43,1 % tenía menores de edad, en el 4,1 % de los casos eran mayores de edad dependientes económicamente y el porcentaje restante, una mezcla de ambos. 

«Nos vamos a divorciar»

Las separaciones o divorcios y, en muchos casos, los conflictos previos que se acumulan y conducen hasta la separación, pueden ser una fuente de estrés no solo para los adultos, sino también para los niños. De hecho, según la guía Nos vamos a separar, de la Asociación Española de Pediatría (AEP), este tipo de situaciones pueden «acarrear una desregulación saludable». Por esta razón, resulta crucial saber cómo abordar este problema y buscar «un buen ajuste» al nuevo estado familiar. 

¿En dónde reside gran parte de la solución? En procurar una separación amigable. «Su objetivo es lograr que el sufrimiento emocional sea el mínimo posible, tanto para los hijos como para los padres», indica el documento de la AEP, que también recomienda que la educación y el cuidado de los pequeños quede por delante de la ruptura. Para esto, existen cinco claves iniciales. 

En primer lugar, «hay que ayudar a reconocer que la ruptura de los padres es algo real de lo que los niños no son responsables», precisa la entidad. También es importante hacer entender que suele ser permanente y que mucho menos cambiará «con un sacrificio personal». Lo más probable es que la situación en casa empiece a ser diferente con la ausencia de uno de los progenitores, algo que hay que aceptar. «Se debe renunciar a la idea de una familia unida y feliz, haciendo hincapié en que ambos seguirán siendo sus padres y dándole cuidado y protección», precisa la AEP. En este sentido, no les hará falta elegir porque ambos están y estarán presentes. 

Puede que los niños necesiten superar los sentimientos de culpa, resentimiento y reproche, «haciéndoles saber que son normales»; a la vez que aceptar los cambios derivados de la ruptura familiar. En este punto, las expectativas realistas son imprescindibles. La entidad pediátrica también destaca la importancia que tiene compartir con ellos que sus padres se querían, aunque ya no lo hagan, a la vez que evitar que se sientan implicados en los conflictos. «No deben actuar de intermediarios en los problemas que pueda haber», señala. 

Qué decir para ayudar a que entiendan el divorcio

  • «Papá y mamá se van a separar como pareja, pero no como padres»
  • «Si no quieres hablar en este momento está bien, pero estamos aquí para cuando quieras».
  • «Hemos sido muy felices y por eso os hemos tenido a vosotros, pero ahora vemos que juntos ya no somos tan felices como antes y hemos decidido separarnos».

Con la situación sobre la mesa, hay varias formas de hacerle frente. Mariana Pérez, psicóloga sanitaria infanto-juvenil, señala que lo más importante es presentar esta nueva realidad con la mayor sinceridad y claridad posible: «Evitar la incertidumbre y darles toda la información que necesitan para manejar el miedo y la ansiedad que este cambio les genera», explica. Con ello coincide Mireia Orgilés, psicóloga infantil y colaboradora del Consejo General de la Psicología (COP), que añade: «Hay que darles una explicación porque a veces, cuando no se les da, los niños empiezan a fantasear y crean una falsa historia que difiere de la verdad», indica. 

Un espacio seguro

De igual forma, el momento para hacerlo es importante. El espacio de conversación tiene que ser seguro «a través de la escucha activa para que puedan expresar sus emociones y preocupaciones», indica Pérez. El día elegido es relevante y, siempre que sea posible, se debe separar de otros acontecimientos estresantes como la época de exámenes o partidos decisivos. «Sin que nadie les moleste, ambos progenitores tienen que participar y estar presentes», precisa Orgilés.

Además, es recomendable que si existe más de un hijo, todos reciban la noticia al mismo tiempo y, ya sea uno o varios, lo sepan al comienzo del proceso. «A veces hemos tenido familias en terapia que se separaron hace cuatro o cinco años y nunca lo habían hablado porque los padres piensan que están protegiendo al niño, cuando no es así», detalla Orgilés que, incluso, anima a buscar ayuda psicológica para poder hacerlo lo mejor posible. Una vez el mensaje ha quedado claro, lo que queda es acompañar a los menores «para evitar que los niños tengan la sensación de que se les ha obviado», añade la experta. 

Ahora bien, aunque el anuncio lo hayan recibido todos los hermanos, la AEP aconseja que después cada uno tenga momentos exclusivos. Precisamente, podrá ser un buen momento para hablar de sus inquietudes: «Muchos albergan la esperanza de que sus progenitores vuelvan a estar unidos cuando en la mayoría de los casos no suele suceder», indica la guía, que añade: «Con delicadeza, se les dirá que es irreversible y lo mejor para todos».

¿Cómo hablar con unos y con otros? «Hay que ser transparentes y adecuar esta transparencia a su edad. Cuanto más mayores sean, más detalles querrán saber. Concreciones que probablemente no hagan falta si son pequeños», responde la doctora Lefa S. Eddy, pediatra y psiquiatra infanto-juvenil y miembro del Comité de Promoción de la Salud de la Asociación Española de Pediatría (CPS-AEP).

Cómo explicar el divorcio a un niño

Antes de que la separación se produzca de facto, los matrimonios pueden atravesar conflictos que, aunque se traten de ocultar, se acaban palpando en el ambiente. «Es frecuente que la relación se haya deteriorado con tensiones que los hijos han vivido. Si es el caso, podemos hacerles ver que esta situación es algo positivo para toda la familia», precisa Mariana Pérez.

En realidad, los propios menores se percatan de ello: «Cuando hemos llevado a cabo estudios, o incluso en consulta se ve que los niños te dicen: “Bueno, por lo menos ahora mis padres no discuten”», explica la colaboradora del COP. 

También es importante hacerles saber que la decisión fue tomada por ambos progenitores: «Si otorgamos la responsabilidad del divorcio a uno de ellos, la balanza emocional estará desequilibrada desde el comiendo de la nueva realidad familiar con repercusiones negativas en los niños», detalla Mariana Pérez, psicóloga sanitaria infanto-juvenil.

Los cambios que pueden seguirle deben estar claros. «A nivel emocional, ambos miembros de la pareja necesitan estar lo más estables posible y, por todo esto, aconsejamos planificar entre ambos la conversación que van a tener con los hijos, incluso, se podría preparar por escrito», indica la AEP en su manual. A su vez, la doctora Eddy insiste en la idea de que la conversación se realice «siempre y cuando sea definitiva, nada de hablar de posibilidades», indica. 

Una conversación veraz, clara y flexible

En este momento, la comunicación es parte esencial del proceso. Por eso, debería cumplir con varias premisas. Por ejemplo, debe ser veraz. «Es importante hablarles de aspectos cómo con quién va a vivir, qué pasará con el otro progenitor o cómo se organizarán las vacaciones, entre otras cosas», propone Pérez. El lenguaje tiene que ser claro y sencillo, con frases cortas y sin ornamentación innecesaria. «Al finalizar, recomiendo hacer un breve resumen y asegurarnos de que han entendido el mensaje. Si las palabras están cargadas de emociones intensas, pueden dar lugar a bloqueos y hay que ayudarles a manejarlos», indica la experta. 

El divorcio es una situación dura que, aún siendo los adultos en la conversación, también afecta a los padres. «Emociones como la tristeza, la rabia o la frustración suelen ser frecuentes en los progenitores, pero cuando hablen con sus hijos, tienen que hacerlo desde la calma», recuerda Pérez. Por último, la psicóloga infanto-juvenil recomienda que la conversación sea flexible. Es decir, que la pareja pueda descifrar las emociones de los menores y darles una respuesta afectiva y adecuada. 

Rabietas o comportamientos inapropiados, llegan las repercusiones

No siempre ocurre, pero la separación puede acarrear repercusiones en la vida de los hijos en el plano psicoemocional, académico, social o económico. «Lo más habitual es la somatización», detalla la psiquiatra infanto-juvenil. Esta puede hacerse evidente mediante problemas emocionales, como irritabilidad, llanto o cuadros de ansiedad; somatizaciones de tipo gastrointestinal, neurológico o dermatológico; problemas de comportamiento como desobediencia o agresividad; trastornos de eliminación, por ejemplo la enuresis, especialmente en los más pequeños; del sueño o, incluso, «mayor propensión a sufrir accidentes debido tanto a la falta atencional como por una conducta impulsiva», indica el documento de la AEP.

Como consecuencia, «puede venir un descenso en el rendimiento académico», señala. Precisamente, la AEP calcula que «más del 60 % de los menores» que han pasado por el divorcio de sus padres tienen problemas de concentración y atención posteriores que se reflejan en el boletín de sus notas. «Aunque pasado el primer año la mayoría lo ha superado, alrededor del 25 % sigue manifestando dificultades escolares tras cinco años». 

La entidad también hace referencia a las repercusiones sociales, especialmente, en el plano familiar. «Cuando es un divorcio conflictivo pueden quedar dañados los lazos afectivos con una rama familiar, o ser muy tensa. En este caso, no solo lo sufren los niños, sino también los adultos con especial mención a los abuelos», destaca la AEP. A esto se le puede sumar la convivencia con nuevos miembros en la unidad familiar, como una otra pareja del progenitor y sus posibles hijos, «que muchas veces será satisfactoria, pero otras podrá ser conflictiva», añade. 

Uno de los consejos principales para afrontar la separación es que ambos progenitores traten de mantener las mismas normas respecto a sus hijos.
Uno de los consejos principales para afrontar la separación es que ambos progenitores traten de mantener las mismas normas respecto a sus hijos. iStock | La Voz de la Salud

Recursos para hacerle frente

Las formas de enfrentarse a este proceso pueden variar con la edad, «pues los recursos emocionales disponibles también son diferentes», precisa Pérez, que ejemplifica: «Observamos mayor expresión de enfado e irritabilidad en niños menores y mayor tristeza, conducta agresiva y desobediencia en edades superiores». Eso sí, todos estos síntomas irán desapareciendo con el paso del tiempo. «Se reducirán de forma notable si realizamos una buena comunicación del divorcio y acompañamos desde el afecto y respeto», considera la psicóloga. 

Las consecuencias dependerán en gran medida de las condiciones en las que queden los progenitores: «Hoy en día, un divorcio no es algo sorprendente. Si los padres lo gestionan bien, no suele haber mayor problema porque los niños tienen una gran capacidad de adaptación. Por el contrario, si están peleándose continuamente, les costará mucho más», indica la pediatra y psiquiatra infanto-juvenil, Lefa S. Eddy. 

Por eso, cómo abodarlo depende del caso. Es posible que, en lugar de acudir a terapia, «los niños solo precisen un apoyo psicológico que les ayude a transitar por el nuevo rumbo que lleva su vida», indica la doctora. En este sentido, «puede bastar con con el pediatra o el psicólogo escolar», indica. 

La importancia del colegio o instituto

De hecho, la experta señala que el papel de la escuela es fundamental, ya que es un entorno en el que conviven muchas horas a la semana. «Los profesores tienen que saberlo porque son los primeros que pueden detectar algo que le pasa al niño. Pueden ver si deja de jugar o si ya no se relaciona igual que antes», explica la pediatra. Es más, de poco sirve contárselo una vez hayan pasado meses desde la separación. «A veces, tanto la madre como el padre son los primeros que pueden estar trastocados y no ven lo que le está pasando a su hijo», apunta. 

Los errores que se deben evitar

La lista incluye varios que se repiten con frecuencia. Por ejemplo, hacer de los hijos mensajeros. Una situación descrita como «conflicto de lealtades»: «Es una situación en la que el niño se siente mal por su papá, cuando está con su mamá, y viceversa. Pueden llegar a hablar mal del otro progenitor, aunque no lo piensen, porque consideran que así ayudan a ese padre o madre, que pueden hacerle sentir bien», indica la psicóloga infantil, Mireia Orgilés. 

Relacionado con ello, las tres expertas consultadas recuerdan que nunca se debe hablar mal del otro progenitor. «No podemos involucrar a los hijos en los conflictos que tengamos con la expareja, esto es profundamente doloroso y dañino para su mundo emocional», apunta Pérez. A su vez, tampoco hay que establecer ciertos tabúes en cuanto al otro progenitor. «Es importante que puedan expresar con libertad y tranquilidad lo que hacen en la otra casa y que no tengan la sensación de que son temas prohibidos», precisa.

Sin embargo, tampoco hay que caer en el error de realizar un interrogatorio. Orgilés pone un ejemplo: «Preguntarle acerca de su nueva pareja con mucha insistencia o querer saber punto por punto qué hicieron durante esos días», indica. Con este tipo de cuestiones, es posible que el pequeño «sienta la necesidad de complacer y acabe mintiendo. Ellos lo pasan mal cuando ocurre», describe. 

Por último, Pérez pone el foco en el resto de familiares. «No se puede impedir o dificultar la comunicación con la familia extensa del progenitor ausente, como los abuelos, tíos o primos». 

 ¿Y después?

Una vez que la decisión está tomada y los menores son conocedores de ella, solo queda adaptarse. «Puede haber una especie de duelo, con las etapas de tristeza, incredulidad y aceptación, hasta que el niño sea capaz de superarlo», destaca Orgilés. Su vida ha cambiado y algunos lo asumen antes que otros. 

Una vez los dos progenitores viven en casas diferentes, los conflictos pueden venir justificados por el tipo de educación. Por eso, en cuanto a normas, «es muy importante que ambos tengan el mismo funcionamiento y apliquen la misma disciplina», considera la experta. Un hecho que, reconoce, a veces es difícil pero necesario, «especialmente para evitar comparaciones entre mamá y papá», detalla. 

La separación tiene que ser amigable, pero contar con límites claros. «Alguna vez nos ha pasado que los padres se llevan tan bien después que los niños piensan que pueden volver. Hay que hacerles saber que este tipo de cordialidad es por ellos y nada más», explica. 

Alguien nuevo en casa

Por último, si el padre o la madre ha encontrado una nueva pareja, la introducción debe ser progresiva, «de forma que siempre prevalezca el ser padre antes que ser pareja», precisa Orgilés, que añade: «Hay que buscar la propia felicidad, pero también la estabilidad de los hijos». En este sentido, recomienda dar pasos pequeños: «Preguntarles su opinión respecto a la nueva persona, si se sienten cómodos y decirles que si no quieren que esta nueva pareja se una a un plan, que no pasa nada», detalla. También aconseja mantener vínculos con la rutina anterior mediante planes en los que solo participe el padre o madre y el hijo. «Siempre sin forzar y aceptando que este proceso de introducir a alguien nuevo puede durar meses», concluye la psicóloga. 

Lucía Cancela
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Lucía Cancela

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.