El auge de las pruebas de paternidad: «La mayoría de solicitudes son por dudas»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

LA TRIBU

Las pruebas de paternidad eran algo infrecuente hasta hace pooc tiempo.
Las pruebas de paternidad eran algo infrecuente hasta hace pooc tiempo. iStock

Se suelen demandar por reclamaciones de paternidad, pero también por reagrupamientos familiares o problemas de herencias. Te explicamos en qué consisten, cómo se realizan y quién puede solicitarlas

15 ene 2024 . Actualizado a las 22:32 h.

Nuestros progenitores nos transmiten todo el material genético desde la fecundación. Concretamente, un 50 % corresponde al padre y otro 50 % a la madre. Así, cada descendiente hereda una combinación única. Los genes, al igual que codifican nuestros rasgos externos, también pueden darnos información valiosa sobre nuestras raíces y descendencia. Es decir, con base en el genoma, se puede inferir la probabilidad de parentesco entre dos personas. Eso es lo que se lleva a cabo a través de la prueba de paternidad (y de maternidad, que aunque son un tipo menos demandado, también se dan). 

«No deja de ser un análisis genético donde se estudian diversos marcadores para establecer una probabilidad de que un individuo pueda ser el padre biológico de otro», avanza María Victoria Lareu Huidobro, investigadora y médico forense, directora del Instituto de Ciencias Forenses de la Universidad de Santiago de Compostela (Incifor), acreditado por la Entidad Nacional de Acreditación (ENAC) para la realización de este tipo de análisis. 

Los humanos contamos con miles de genes, alrededor de 35.000. «En los años 80 se descubrió que hay un tipo de ADN que se llama no codificante. Durante mucho tiempo se pensó que era 'basura' y no se le daba importancia. Hasta que Alec John Jeffreys, miembro de la Royal Society, y descubrió que este servía para la identificación. Es decir, que todos los seres humanos contamos con una huella específica de ADN que nos diferencia del resto de la humanidad: es personal, intransferible y no va a cambiar a lo largo de la vida», explica Tomás Camacho, responsable de Análisis Clínicos de Vithas Red Diagnóstica, división que engloba todos los laboratorios del grupo en España. 

Cómo se realiza una prueba de ADN (y las diferencias entre una legal e informativa)

Evidentemente, se necesita una muestra biológica del presunto padre e hijo, que suele ser a través de saliva. «Además, es conveniente tener una muestra biológica de la madre», considera Lareu. «Una vez que tenemos las muestras, se extrae el ADN y se hace el análisis de varios marcadores genéticos, normalmente STRs (marcadores genéticos conocidos como microsatélites), tras lo cual se hace un análisis estadístico para establecer el índice de paternidad», añade. 

Si se trata de una maternidad, el proceso es el mismo. «En algunos casos, además de analizar STRs autosómicos (los mismos que se analizan para una paternidad) se pueden analizar del ADN mitocondrial cuya herencia es materna. Este último tipo de análisis se suele realizar cuando el ADN nuclear está muy degradado», expresa la médico forense. 

«En realidad la muestra, aunque normalmente es de saliva, puede ser recogida de un pelo, etcétera. Pero suele ser de saliva en el 99 % de los casos. Frotamos en la cara interna de la mejilla, en la boca, como diez segundos, y con eso tenemos suficientes células. Hay que tener en cuenta que en un mililitro de saliva hay más de cien mil células. Y con que haya un núcleo que haya ADN, la PCR ya nos lo permite replicar, es muy fácil», apunta Camacho.

Las pruebas pueden ser informativas o legales. ¿En qué se diferencian? La primera se hace a petición individual y no porque lo solicite un juez.  «Muchas veces, en vez de venir directamente la persona a la clínica, nos traen una taza de café o una botella, por ejemplo. Nos vale igual. Simplemente con que haya tocado y haya algo de saliva, es válida. Pero lo normal es que venga la persona por aquí», amplía. «Cuando es informativa, no tiene valor legal. Ahora bien, cuando sí lo es, el procedimiento cambia. La persona tiene que venir al laboratorio, tenemos que ir al juzgado nosotros y es necesario cubrir una serie de documentos. El juez nos pregunta a nosotros qué pasos se han dado, si la cadena de custodia es la correcta, etcétera», explica Camacho. 

El resultado, se lleve a cabo una prueba u otra, siempre es el mismo: «Va a ser igual de ambas formas. De hecho, en las paternidades, cuando enfrentamos a ese individuo con el supuesto hijo, si uno de los lugares que analizamos no corresponde, se acabó la historia. No hay ninguna posibilidad de que sea el padre». De hecho, a la hora de desvelar los resultados, el doctor confirma que solo hay dos opciones: «O es el 0 %, es decir, que no hay ningún tipo de vinculación, o un porcentaje que se aproxime al 99 %. Nunca es el 100 % porque se compara con el resto de humanidad. Por eso, no hay ningún tipo de confusión: lo es o no». 

Lo mismo sucede en el Instituto de Ciencias Forenses de la USC. Allí se llevan a cabo tanto pruebas biológicas de parentesco solicitadas a través del juzgado como las solicitadas a través de un particular. «En ambas situaciones el análisis se realiza utilizando la misma tecnología y el mismo número de marcadores genéticos que requiere cada caso concreto», expresa su directora. 

En cualquier caso, una prueba informativa también puede ser presentada ante un juzgado. «Todos los análisis tienen validez para ser presentados ante un juzgado», remarca Lareu. Por su parte, Camacho, indica una situación que puede darse en este tipo de casos: «Si por ejemplo se lleva a cabo una prueba de paternidad vía informativa y el padre dice que aún así no lo reconoce, esa madre sabe que tiene las de ganar porque cuando vaya al juzgado y el juez mande hacer una paternidad por vía legal, el resultado va a ser exactamente igual». 

Las pruebas de paternidad indirecta y otro tipo de circunstancias más complejas

«En ocasiones tenemos que hacer una prueba de paternidad indirecta. No tenemos muestras del presunto padre y para establecer la relación de parentesco tenemos que analizar a familiares cercanos. Por ejemplo a través de los abuelos, hermanos o de hijos reconocidos del presunto padre», indica Lareu. Eso sí, cuanto más lejana sea la relación de parentesco, más difícil resulta la resolución del caso: «Implica un abordaje diferente en cuanto al número de marcadores genéticos utilizados e incluso en algunos supuestos, se precisa el análisis de diferentes tipos de marcadores genéticos». 

Otro caso complejo que menciona la directora del Instituto de Ciencias Forenses de la USC son «las pruebas biológicas para la identificación cadavérica de personas desaparecidas en diversas circunstancias, incluyendo el análisis de resto cadavéricos encontrados en fosas comunes tras conflictos bélicos». Además de la dificultad que supone tener un ADN totalmente degradado, confiesa que «en ocasiones, no hay familiares cercanos para hacer la comparación por o que, además de buscar diferentes métodos de extracción de ADN debemos recurrir al análisis de otro tipo de marcadores genéticos como pueden ser los SNPs». 

La prueba de paternidad prenatal 

Hace unos años resultaba peligroso llevar a cabo una prueba de paternidad cuando el bebé todavía se encontraba en el vientre materno. «Durante la gestación, se están descamando células del feto. Algunas de estas, pasan a la sangre. Antes, para ver posibles alteraciones genéticas del bebé, por ejemplo, se pinchaba líquido amniótico. Era una prueba que tenía sus riesgos y ahora ya no se hace», recuerda el doctor.

A día de hoy, es un procedimiento «totalmente inocuo» porque se realiza a través de un análisis de sangre y se puede llevar a cabo a partir de la octava semana de embarazo. «Cuando una mujer está embarazada, alguna de esas células que se descaman del feto pasan a su sangre. Esas son las que analizamos. La huella genética del feto nos viene en esas células», explica. 

Sin embargo, Camacho subraya que una prueba de este tipo tiene implicaciones legales: «Por ejemplo, a la hora de inscribir después la recién nacido. Son procedimientos que, como todos nos podemos imaginar, son complicados». Con todo, añade que «algún caso de prueba de paternidad prenatal hemos tenido este año, pero son muy pocos». 

¿Qué lleva a la gente a pedir a una prueba de paternidad o maternidad?

«Cada laboratorio tiene su contexto, no es lo mismo uno forense que el nuestro. No entramos en las circunstancias, pero sí mayoría de las solicitudes que recibimos para una prueba de paternidad son por dudas. Problemas que tiene una pareja y, en un momento dado, se desconfía», confiesa Camacho. «Pero hay otro apartado importante que son las herencias y los agrupamientos familiares. Esa situación antes no se veía, pero ahora sí. Gente que viene de otro país y que piden una prueba de ADN porque a lo mejor sus padres han llegado hace tiempo al país y ahora viene su hijo. Se pide para confirmar si de verdad son sus progenitores». 

El doctor reconoce que, en ocasiones, la solicitante de la prueba de paternidad es una embajada. «Hemos tenido algún caso, sobre todo procedentes de Latinoamérica. Imaginemos que alguien ha viajado a Argentina de vacaciones o a pasar allí un tiempo y deja a una chica embarazada. Esta, a través del consulado, reclama y se abre un proceso legal. A veces llaman a la persona sospechosa de ser el padre y le exigen una prueba genética. Nosotros tomaríamos la muestra y, o bien la analizamos nosotros, o se envía al lugar que nos lo solicitan», comenta. «Al final, el análisis de paternidad, utilizando las técnicas y marcadores genéticos validados y acreditados son totalmente fiables y sus resultados son aceptados en todo el mundo», concuerda Lareu. «En su momento, las pruebas de paternidad eran algo anecdótico, pero ahora son altamente frecuentes», concluye Camacho.

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.