Una «copita» de vino al día no aporta nada a tu salud: «Los estudios que asocian su consumo con beneficios no son de calidad»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Una pareja acompaña su comida con unas copas de vino.
Una pareja acompaña su comida con unas copas de vino. XAIME RAMALLAL

Una nueva revisión científica remarca la baja calidad de algunos de los trabajos que aseguran que un consumo moderado de alcohol puede llegar a alargar la vida

24 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando se juntan los términos alcohol y salud, el debate está servido. Aunque los organismos sanitarios, tanto nacionales como internaciones, son claros confirmando que incluso pequeñas cantidades son perjudiciales para la salud, algunos estudios le atribuyen un posible efecto protector. Sobre todo en el caso del vino y enfermedades específicas, como la cardiopatía isquémica y la diabetes. Las opiniones contradictorias se dan, sobre todo, en el caso del consumo moderado, conocido a pie de calle como esa «copita» y sus supuestas propiedades beneficiosas por sus antioxidantes naturales. En este sentido, el último golpe sobre la mesa lo ha dado el Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), después de publicar un nuevo estudio en la revista científica Addictive Behaviors, donde se aportan evidencias de que no hay pruebas de que un consumo de alcohol en pequeñas cantidades reduzca la mortalidad. 

El vino y las enfermedades cardiovasculares

Investigadores de la Queen's University (Canadá) se propusieron estudiar esa relación entre el vino y sus propiedades cardiosaludables. Partimos de la base: la calidad y variedad de las uvas utilizadas en el proceso de vinificación tienen un impacto en la composición del vino. Esta bebida está compuesta, sobre todo, por agua, etanol y polifenoles. Estos últimos se dividen en flavonoides y no flavonoides (resveratrol).

A la hora de hablar del efecto cardioprotector del vino, los polifenoles son fundamentales, teniendo el tinto diez veces más de estos compuestos que el blanco —con todo, la evidencia concluyente con respecto a la comparación de los dos tipos de vino es, según los investigadores, pobre—. Los flavonoides son compuestos con fuertes efectos antioxidantes que están también presentes en frutas, vegetales y bebidas como el té. Las propiedades de los flavonoides, disminuyendo la oxidación del colesterol LDL y previniendo la disfunción endotelial, mecanismos involucrados en la arteriosclerosis, además de un efecto antiagregante y antiinflamatorio, han sido demostradas en estudios realizados con vino desalcoholizado.

Los investigadores concluyen que cada vez hay más pruebas que sugieren que el etanol y los polifenoles del vino pueden aportar beneficios sinérgicos contra las enfermedades cardiovasculares crónicas, principalmente la cardiopatía isquémica. Añaden que existen discrepancias en cuanto a la definición de bebida estándar, «ya que la definición de la OMS de 10 gramos no se ha adoptado a nivel internacional», pero las investigaciones epidemiológicas y experimentales consideran que una ingesta ligera a moderada es cardioprotectora tras observar una correlación inversa con la cardiopatía isquémica. 

El alcohol, ¿alarga la vida?

Los investigadores del ISCIII querían partir de esa base, de las supuestas propiedades saludables del alcohol, para concluir si de verdad es cierto que su ingesta alarga la vida. Utilizaron los datos de 43.847 personas de más de quince años que participaron en la Encuesta Nacional de Salud 2011-2012 y la Encuesta Europea de Salud 2014 en España, que fueron posteriormente cruzados con el registro de mortalidad hasta diciembre del 2021.

En cuanto al consumo de alcohol, clasificaron a los participantes en función de la frecuencia de consumo y el volumen consumido en 8 categorías. Los individuos fueron divididos en: nunca bebedores (aquellos que nunca han consumido alcohol o solo unos pocos sorbos para probarlo); exbebedores (que dejaron de beber alcohol y declaran no haber consumido en los últimos doce meses); bebedores ocasionales infrecuentes (consumen menos de una vez al mes); bebedores ocasionales frecuentes (menos de una vez a la semana, pero más de una vez al mes). 

Los resultados señalaron que, en comparación con los bebedores ocasionales infrecuentes (es decir, aquellas personas que consumen alcohol una vez al mes o incluso menos), aquellos que ingieren bajas cantidades de alcohol (hasta 20 gramos al día, equivalente a dos cervezas o dos copas de vino, por ejemplo) no tienen un menor riesgo de fallecer (por todas las causas). Por lo tanto, los investigadores aseguran que se aportan nuevas evidencias para refutar el mensaje de que beber alcohol en pequeñas cantidades puede ser beneficioso para la salud. En concreto, mientras el consumo por debajo de 20 gramos al día no parece aumentar el riesgo de mortalidad, ni disminuirlo, a partir de esa cantidad el riesgo crece a medida que se incrementa el consumo de alcohol.

«Estas conclusiones nos indican que los estudios que enfatizan que beber alcohol en cantidades moderadas puede ser bueno para la salud, están basados en utilizar como referencia a las personas abstemias; categoría que no es una buena referencia, ya que por distintas razones tienen un peor estado de salud y un mayor riesgo de mortalidad. Por este motivo, se puede estar difundiendo un mensaje de salud pública muy equivocado», explica Iñaki Galán, autor principal del trabajo e investigador científico del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III. 

Ante la pregunta de por qué las personas abstemias no son una buena categoría de referencia, Galán, responde: «Claro que hay personas que están como una rosa y que no beben porque no les gusta, pero muchos de los abstemios lo son porque padecían ciertas enfermedades ya de jóvenes. No consumen alcohol porque este podía empeorar estas patologías. Esta gente no ha bebido alcohol por su mal estado de salud previo. Por eso parece que el hecho de no beber incluso puede provocar que tengas peor estado de salud que los que sí lo hacen. Pues no». Y sentencia: «Es una muy mala categoría de referencia y de ahí que no se pueda decir que el alcohol tenga beneficios en nuestra salud». 

Por lo tanto, recuerda que «no existe un umbral de seguridad que garantice la ausencia de riesgo en el consumo de alcohol», por lo que el mensaje que debe recomendarse desde la ciencia y la salud es el de: «Alcohol, cuanto menos, mejor».

Este estudio, que ha dirigido él, no es el único que asegura que aquellas investigaciones que atribuyen posibles beneficios al consumo moderado de alcohol en realidad utilizan métodos sesgados. Recientemente se publicaba una revisión en Journal of Studies on Alcohol and Drugs del Instituto Canadiense de Investigación sobre el Uso de Sustancias, donde afirman que aquellos estudios que asocian el consumo de bajas cantidades de alcohol con beneficios para la salud no son de buena calidad científica. Lo hacen después de realizar un metaanálisis que aglutina las conclusiones de 107 trabajos previos: «Este tipo de investigaciones pueden usar un grupo de referencia de adultos mayores que han dejado o limitado el alcohol por razones de salud. Si se comparan con aquellas personas que siguen bebiendo, estos últimos pueden parecer tener mejor salud». No cabe duda de que el debate, va para largo. 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.