Daniel Muñoz-Espín, biólogo: «La única manera de sobrepasar los 120 años es modificando nuestro organismo»
VIDA SALUDABLE
El experto en longevidad defiende que «el objetivo que tenemos ahora mismo no es que podamos vivir más de 100 años, sino hacerlo sin enfermedades»
08 oct 2024 . Actualizado a las 16:15 h.Daniel Muñoz-Espín es biólogo y experto en senescencia celular. Discípulo de Margarita Salas en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa y del doctor Manuel Serrano en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas de España, en el 2016 se incorporó al Departamento de Oncología de la Universidad de Cambridge. A día de hoy ejerce como investigador principal en el marco del programa de detección temprana del cáncer del Cambridge Cancer Centre. Es uno de los ponentes del primer encuentro internacional organizado por Senescel (Sociedad Española de Senescencia Celular) que está teniendo lugar estos días en el Centro Social Abanca de Santiago de Compostela.
—¿Qué es la senescencia celular?
—Las células senescentes son células dañadas. Nosotros estamos expuestos a múltiples fuentes de daño, y a medida que vamos envejeciendo, vamos recibiendo más. Las células tienen mecanismos de reparación y, a veces, son capaces de reparar ese daño. Pero otras, no. Y ahí, tienen dos caminos a seguir: inducir su propia muerte o la senescencia. Un programa en el que no se dividen más para no expandir ese daño. Son disfuncionales, se las llama células zombi porque deberían estar muertas, pero no lo están.
—¿Cuáles son las consecuencias?
—Cuando el daño es muy grande y permanente, como el que se produce en una persona fumadora crónica, probablemente el proceso se desregula y esas células se van acumulando y ejerciendo daño. Como secretan factores proinflamatorios, generan una inflamación crónica que provoca que aumente el riesgo de sufrir enfermedades. Dependiendo del tejido donde se acumulen, así será la enfermedad. Si se acumulan en el cerebro, pueden favorecer el párkinson o el alzhéimer. Si lo hacen en el páncreas, diabetes.
—¿Estas células senescentes se pueden eliminar?
—Sí. Lo que se ha visto, sobre todo en ratones, es que si tú eliminas las células senescentes, se da un efecto terapéutico. Incluso en enfermedades que no tienen cura o que su terapia realmente ni siquiera existe. Por eso estamos intentando desarrollar fármacos para intentar eliminarlas.
—¿Cuál es la situación de esos fármacos que están estudiando?
—Los resultados han sido espectaculares en enfermedades como cáncer, fibrosis o neurológicas. Y además, cuando se tratan ratones viejos, aumenta su esperanza de vida cerca de un 30%. Todos estos signos de fragilidad que tenemos cuando somos viejos, como desarrollar cataratas, perder tejido adiposo o masa muscular, mejora.
—¿Se han estudiado en humanos?
—Sí, en algunas patologías. Por ejemplo, en el cáncer, se combinan con quimioterapias. Pero nos encontramos en estadios preliminares. No se ha conseguido que se apruebe un fármaco senoterapéutico o senolítico para su uso en humanos.
—¿Por qué?
—El problema es que no hemos encontrado un marcador exclusivo de las células senescentes. Los que sabemos, no son suficientemente específicos como para que tú bloquees esa diana terapéutica, se muera esa célula y no afectes a otras de tu cuerpo. En cierta forma, era de esperar. Lo mismo pasó con el cáncer cuando se empezaron a implementar las quimioterapias. Queremos identificar esas dianas para poder desarrollar fármacos seguros, que no tengan toxicidades.
—¿Nuestra esperanza de vida tiene un fin?
—Sabemos que podemos vivir unos 122 años, que es la edad a la que llegó una mujer francesa, Jeanne Calment. Ese es nuestro límite biológico, no mucho más. Sin embargo, hemos visto que, aunque la esperanza de vida aumenta, el número de años que vivimos sin enfermedades crónicas no está decreciendo. Llegamos hasta los 64 años, de media, sin patologías crónicas, pero a partir de ahí...
—¿Otro de los retos es retrasar la llegada de esa patología?
—Claro. Si tú antes vivías 70 años, coexistías con esa enfermedad crónica 10. Pero si ahora vives 85, te quedan 25 con ella. El objetivo que tenemos ahora mismo no es que podamos vivir más de 100 años, sino hacerlo sin enfermedades.
—Entonces, ¿no hay manera de sobrepasar esos 120 años?
— La única forma de pasar esa barrera, y yo creo que se terminará haciendo en algún momento, es modificar nuestro organismo. De hecho, ya tenemos los primeros humanos transgénicos, porque hubo un investigador en China, que, sin tener los permisos que se requerían para esto, hizo una transformación génica de embriones en dos mujeres. Las madres eran seropositivas y el objetivo era evitar que los bebés se infectaran. Si tú modificas el receptor del virus por el cual entra en la célula, evitas que ese bebé se infecte y desarrolle una inmunodeficiencia en el futuro.
—Es bastante controvertido.
—Sí, generará un gran debate. Como cuando se generó la tecnología para la fusión nuclear: puedes utilizarla para hacer centrales nucleares y obtener energía o puedes hacer bombas atómicas. Es lo mismo. Llevar a cabo terapias génicas con las que evitarás enfermedades en muchas personas, o que empecemos a tener subespecies de humano, de gente con dinero, que sus descendientes sean más altos y guapos.
—¿Cuándo llegaremos a ese debate?
—Creo que en unas pocas décadas. Aprobarlo de manera ética por todos los comités llevará tiempo, pero a mí no me cabe duda que pasará en el 2050 o hacia finales de este siglo.
Muñoz es consciente de que muchas de las terapias y fármacos que menciona, tardarán en llegar. «Sí lo verán nuestros hijos», asegura. Pero hasta que eso no suceda, proporciona claves que sí se encuentran de nuestra mano para envejecer de forma saludable.
—¿La genética lo es todo?
—Sabemos que los factores genéticos son importantes, pero los hábitos también. Evitar tóxicos, hacer ejercicio, descansar lo suficiente y cuidar la alimentación. Un problema que se está dando en las últimas dos o tres décadas es que estamos teniendo un exceso de comida basura en nuestro organismo. Eso también es un veneno. Nuestras células no saben qué hacer con ella.
—¿Comemos demasiado?
—Sí. Las células están expuestas a este exceso de nutrientes y no tienen más remedio que estar trabajando para metabolizarlos. Llega un momento en el que esas rutas metabólicas, nunca paran. La célula ya no es capaz de parar eso y envejece prematuramente. Alguna de ellas, acabará generando senescencia.
—¿Ayunar tiene beneficios?
—Sí, la restricción calórica alarga la vida y evita enfermedades asociadas al envejecimiento. También se ha visto con el ayuno intermitente, que está muy de moda ahora mismo. Se suele aconsejar hacerlo unas 16 horas, pero nunca recomendaría llevarlo a cabo sin la supervisión de un nutricionista.