No compres mandarinas: estas son las frutas y verduras de temporada que debemos consumir en primavera

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Una dieta rica en verduras y frutas contribuye a reducir el colesterol.
Una dieta rica en verduras y frutas contribuye a reducir el colesterol. Santi M. Amil

Los meses de mayo y junio son la época de recolección de frutas como la cereza, la fresa o el albaricoque, alimentos ricos en antioxidantes y en minerales como el potasio

22 may 2025 . Actualizado a las 16:11 h.

Una alimentación saludable debe incluir, en su base, productos vegetales de proximidad y de temporada. Los beneficios de consumir los alimentos que la naturaleza produce en cada época del año son numerosos. Las frutas y verduras cosechadas en su estación natural tienden a contener mayores niveles de vitaminas, minerales y antioxidantes, elementos que son esenciales para fortalecer el sistema inmunitario, facilitar la digestión y prevenir enfermedades crónicas. Además, al no requerir largos procesos de almacenamiento o transporte, se reduce la necesidad de conservantes y otros aditivos químicos.

Pero en la vida moderna y urbana, muchas veces no somos conscientes de cuáles son los alimentos que están disponibles en cada época del año. ¿Cuándo es el mejor momento para comprar y comer, por ejemplo, mandarinas? Precisamente, la investigadora Diana Díaz-Rizzolo explica en una entrevista reciente a La Voz de la Salud que «la incapacidad de llegar a productos frescos y de temporada hace que las personas ya no sepan cuándo es el momento del año en el que hay mandarinas». Conocer las verduras y frutas de temporada en cada época del año es clave para tener una alimentación consciente, saludable y cargada de sabor.

Motivos para elegir alimentos de temporada

Por un lado, estos alimentos están en su punto óptimo de frescura, lo que supone una máxima conservación de nutrientes, sabor y textura. En contraste, aquellos que compramos en el supermercado y que provienen de zonas remotas pueden haber perdido parte de su calidad nutricional a lo largo del proceso de transporte.

Otro beneficio clave es que los alimentos de temporada suelen adaptarse a las necesidades nutricionales del cuerpo según la estación. Por ejemplo, en verano abundan las frutas ricas en agua como el melón y la sandía, que ayudan a mantenernos hidratados, mientras que en invierno predominan verduras como la col y la calabaza, ricas en vitamina C y betacarotenos, ideales para reforzar las defensas.

Alimentos de temporada en primavera

Espárrago

Los espárragos son el tallo de la planta esparraguera. En el mercado se pueden conseguir dos tipos principales, los verdes y los blancos, según la forma de cultivarlos. «Si se cubren de tierra, y quedan a oscuras hasta el momento de cosecharlos serán blancos y si se dejan crecer de forma natural al aire libre y con luz del sol, se ponen verdes», detalla la FEN.

Contiene inulina, un carbohidrato de almacenamiento presente en muchos vegetales. También es fuente de vitamina C y E. También contienen compuestos flavonoides. «Los espárragos verdes son más ricos en minerales que los blancos, y además, el tratamiento al que se someten estos últimos, para la preparación de conservas, lleva una pérdida vitamínica añadida», explica la FEN.

Cereza

Esta fruta alcanza su máximo punto de maduración a finales de la primavera y principios del verano. Es el único fruto de hueso no climatérico, lo que quiere decir que si se lo recolecta antes de tiempo, no madura fuera del árbol. Por esta razón, debemos comprarlas únicamente cuando estén listas para consumir.

Entre sus nutrientes, destacan el aporte de potasio y vitamina C, así como flavonoides, alcohol perílico y ácidos orgánicos. La cereza es rica en hidratos de carbono, principalmente azúcares simples como fructosa, glucosa y sacarosa, si bien su valor calórico es moderado respecto al de otras frutas. Aporta también cantidades considerables de fibra, que mejora el tránsito intestinal. «Tiene cantidades importantes de potasio y en menor proporción, magnesio, hierro, fósforo y calcio, este último de peor aprovechamiento que el que procede de los lácteos u otros alimentos que son buena fuente de dicho minera», explica la FEN.

Ciruela

Las ciruelas se pueden clasificar en función de su color en: ciruelas amarillas (de sabor ácido y abundante jugo), ciruelas rojas (muy jugosas y de sabor más dulce que las anteriores), ciruelas negras y ciruelas verdes (Claudias, de carne firme y jugosa y gran dulzor). Son frutas que típicamente podemos encontrar a partir de abril y hasta el mes de septiembre.

En lo que se refiere a su contenido en minerales, el más elevado es el potasio. Las ciruelas, aportan además, ácidos hidroxicinámicos, entre los que destacan los ácidos cafeico y p-cumárico, y en menor cantidad, ácido ferúlico. Las ciruelas rojas contienen además antocianinas que se localizan en la piel y son responsables del color, y son compuestos con actividad igualmente antioxidante.

Pepino

El pepino es uno de los vegetales más típicos de las ensaladas veraniegas. Su alto contenido de agua los convierte en una opción hidratante y fresca que suma una textura crujiente a cualquier plato y se pueden incorporar también a bocadillos u otros platos, como el cuscús. Su temporada comienza en la primavera y es un buen momento para empezar a consumirlo.

Según la FEN, «se puede resaltar un aporte de potasio y vitamina C, que contribuye al total de la dieta». Además, el pepino tiene la ventaja de ser una hortaliza de bajo contenido calórico, lo que permite sumar fibra a las comidas sin incrementar su valor en cuanto a calorías. «En su piel se encuentran pequeñas cantidades de betacaroteno, pero una vez que se pela el pepino, su contenido se reduce casi a cero», apuntan desde la FEN, por lo que es recomendable incluir la piel en la preparación.

Fresa

Los fresales florecen desde finales del invierno hasta principios del verano, por lo que los frutos maduran durante toda la primavera y hasta bien entrado el verano. Estas frutas desprenden un perfume inconfundible cuando se encuentran en su punto óptimo de consumo que les hacen reconocibles a distancia.

Como explica la FEN, la fresa «en realidad no es un fruto, sino un engrosamiento del receptáculo floral, una modificación carnosa del tallo con la función de contener dentro de ella los frutos de la planta; siendo las «pepitas» —aquenios— que hay sobre esta infrutescencia, los auténticos frutos. Cada fresa alberga entre 150 y 200 aquenios». Son fuente de vitamina C, incluso más que las naranjas, y se las considera una de las frutas con mayor capacidad antioxidante, debido a la presencia de altas cantidades de polifenoles y de esta vitamina, que contribuye a la protección de las células frente al daño oxidativo.

Pimiento

El pimiento italiano dulce, de forma alargada, estrecha y acabada en punta, es uno de los mejores alimentos en cuanto al aporte de vitamina C, especialmente si se consume crudo, ya que pierde este nutriente durante la cocción. Por eso, se recomienda incorporarlo a ensaladas o salsas estilo pico de gallo.

«La vitamina C contribuye a la protección de las células frente al daño oxidativo. En el pimiento, además de los carotenos con actividad provitamínica A, existen otros carotenos como la capsantina», apuntan desde la FEN.

Alcachofa

Este vegetal típico de las ensaladas primaverales tiene origen en el antiguo Egipto. En nuestro país fueron introducidas por los árabes, que la llamaron all-karcguff. Su cultivo pronto se extendió por todos los países mediterráneos, según explican desde la FEN. Es un alimento con muy pocas calorías, pero que aporta sabor y textura a las comidas. Por eso es un buen ingrediente para cualquier revuelto, ensalada o bocadillo o, incluso, para comer por sí solo como acompañamiento para un plato de carne.

La alcachofa se destaca por dos minerales, el potasio y el fósforo. «El potasio contribuye al funcionamiento normal del sistema nervioso y de los músculos. En el caso del fósforo, este contribuye al mantenimiento de los huesos y dientes en condiciones normales. Una ración de alcachofas cubre el 2 0% de las ingestas recomendadas de fósforo. Sin embargo, lo más destacable de su composición son una serie de sustancias que se encuentran en pequeña cantidad (esteroles y cinarina), pero dotadas de notables efectos fisiológicos positivos», detalla la FEN.

Albaricoque

Pocas frutas anuncian mejor la llegada de la temporada de primavera-verano como el albaricoque, con un sabor muy dulce y un color amarillo saturado. Dentro de sus nutrientes, «se puede resaltar un aporte de potasio y vitamina C, que contribuye al total de la dieta, betacarotenos y quercetina», señala una guía de la Fundación Española de Nutrición (FEN). Los betacarotenos se transforman en vitamina A en el organismo, un nutriente fundamental para la renovación celular.

Comparado con otras frutas, su aporte energético es bastante bajo, dada su elevada cantidad de agua y modesto aporte de hidratos de carbono. También contiene pequeñas cantidades de flavonoides. Todos estos aportes lo convierten en un excelente snack para comer entre comidas.

Melocotón y nectarina

Estas frutas alcanzan su maduración durante la primavera y el verano y son algunos de los productos más típicos de esta época del año. Aportan varios micronutrientes: vitamina C, carotenoides, betacaroteno, luteína y zeaxantina. Entre los minerales, destaca el contenido de potasio.

Por cada ración de 200 gramos, estas frutas aportan apenas 72 kilocalorías. Son una buena opción para comer de postre o para incluir como parte del desayuno.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.