Elena Garrido, nutricionista: «Desayunar zumo de naranja, tostadas y café parece saludable, pero no es tan natural»

VIDA SALUDABLE

La especialista en psiconeuroinmunoendocrinología remarca que hacer un esfuerzo por suplementarnos será inútil si nuestro sistema nervioso se ve dañado «porque estás estresado en el trabajo»
02 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Nuestro cerebro también se inflama. Elena Garrido considera que la niebla mental, fatiga constante, ansiedad, insomnio o bajones emocionales sin explicación, son posibles señales de que este proceso está sucediendo. Como especialista en nutrición funcional y psiconeuroinmunoendocrinología (PNIE), su experiencia clínica y su investigación la han llevado a estudiar el papel clave de la neuroinflamación en el desarrollo de muchas enfermedades y síntomas crónicos, toda la información recopilada sobre el tema la ha volcado en Tu cerebro está inflamado (Zenith, 2025), su nuevo libro.
—¿Qué es la inflamación en el cerebro?
—Es una inflamación como otra cualquiera, pero que se produce en el cerebro. Al igual que en otras partes del cuerpo, el sistema inmunitario actúa para hacer una reparación. En el caso del cerebro, estas células se llaman microglías, encargadas de iniciar las reparaciones. El problema es que esa inflamación sea crónica, porque el cerebro no duele, no tiene receptores de dolor.
—¿Cómo podemos saber si nuestro cerebro está inflamado?
—Hay muchas cosas que pueden darse cuando un cerebro está inflamado. Pero los que son más llamativos y más específicos son levantarse mareado y estar cansado, lo que llaman niebla mental. También la sensación de que quieres que te salga una palabra y te cueste; no poder mantener la atención en una conversación, un libro o incluso en un película; o tener que buscar estímulos constantes. También los dolores de cabeza. Pero es cierto que, además de todo esto, puede ser que tengas síntomas intestinales o en la piel. Hay muchos problemas que pueden estar relacionados o que el inicio sea por neuroinflamación.
—¿Qué opinas, como nutricionista, del desayuno compuesto por un zumo de naranja, tostadas y café?
—Es una comida que siempre pongo de ejemplo porque es muy llamativa. Un desayuno compuesto por zumo de naranja, tostadas con aceite de oliva y café parece muy saludable, pero no es tan natural.
—¿Por qué?
—Por todo lo que hay detrás. El trigo que tomábamos hace años es muy distinto al de ahora. Se busca que su producción sea posible a pesar de inclemencias del tiempo y plagas de insectos. Además, no estamos teniendo ningún tipo de densidad nutricional con esa comida, solo estamos teniendo picos de azúcar. Si nada mas levantarte lo primero que haces es meterle al cuerpo un zumo de naranja al que le has quitado toda la fibra a la fruta y lo único que queda es agua con fructosa, que es lo que es el zumo, y eso te lo tomas con harina refinada, que son hidratos de carbono simples que se comportan como más azúcar... Aunque eches un poco de aceite de oliva, que es una grasa saludable, en proporción sigue siendo una comida que no tiene ningún tipo de densidad nutricional.
—¿Y qué ocurre si ese es nuestro desayuno?
—Habría que individualizar, porque hay gente que tiene más problemas para gestionar el azúcar y otros que tienen un metabolismo maravilloso. Pero en una persona normal, lo que va a suceder es que se dará un pico de glucosa brutal. Cuando pasen un par de horas, la insulina habrá conseguido parar ese pico rápido, pero te dará una bajada de azúcar por debajo del nivel normal. Ese es el problema de los picos de azúcar, que fluctúan. Necesitamos que así sea para mantenernos vivos, pero cuando baja por debajo del valor normal, es porque el pico inicial ha sido muy alto. Cuando tenemos ese exceso de azúcar, el cuerpo se inflama. Por eso, el problema es la toxicidad y la baja energía tenemos tras esa bajada anormal.
—¿Cómo influye la alimentación en nuestro cerebro?
—Lo que comemos es de lo que el cuerpo va a disponer para funcionar a nivel general. Necesitamos micro y macronutrientes. El cuerpo es muy fuerte y resistente, se supera y va a funcionar aunque le demos porquería, pero siempre a costa de otras cosas. En la variedad está la salud real. Además, la naturaleza es muy sabia y, en función del sitio donde vivas y la estación del año que sea, te va a dar lo que necesitas en cada momento para esa época. Por eso, lo más barato y saludable siempre es comer de cercanía y temporada.
—¿Nuestro cerebro necesita azúcar?
—No es que la necesite como tal, sino que el cuerpo necesita hidratos de carbono. Cada uno de nosotros los precisa en una proporción distinta en función de la edad que tenga y del momento vital en el que esté. La alimentación no es la misma para todos. Lo que todo el mundo necesita son hidratos de carbono, grasas y proteínas de manera general. Y dentro de esos hidratos de carbono están los azúcares, que se van descomponiendo. Pero los denominados simples no los necesita el cerebro para nada. Con el azúcar normal que tienen los alimentos, tenemos suficiente. De hecho, hay alimentos como las verduras que son hidratos de carbono. Lo que sucede es que como tienen mucha fibra, no van a producir esos picos de glucosa. Se genera un efecto malla y va a tardar más en pasar a la sangre. El problema de los hidratos de carbono no es comerlos, sino qué tipo de hidratos de carbono y de qué manera los consumimos. Porque que lleguen muy rápido a la sangre y nos dé un pico muy fuerte de azúcar, a nadie le viene bien. A no ser que vayas a correr unos cuantos kilómetros, por ejemplo, que sí necesitarás ese pico justo en ese momento.
—¿Existen alimentos que nos ayudan a calmar nuestro sistema nervioso?
—Sí, hay alimentos que nos ayudan a calmarlo, pero también es muy importante que tengamos en cuenta por qué está mal nuestro sistema nervioso. Es verdad que si tomamos proteínas de calidad, magnesio, omega 3, alimentos ricos en vitaminas del grupo B o triptófano, ayudaremos a calmarlo. Pero si tu sistema nervioso está mal porque estás estresado en el trabajo, aunque tomes unos frutos secos ricos en magnesio para calmar el sistema nervioso, no te van a hacer nada.
—¿Qué consejo darías a una persona que sufre niebla mental?
—La base de todo es tomarnos las cosas con la importancia que tienen. Pero además, si tienes niebla mental, es importante estabilizar el azúcar en sangre. La droga favorita del cerebro es el azúcar, y todo lo que haga subir sus niveles en sangre va a favorecer esta niebla mental. También ayudará mover el cuerpo. Lo ideal es entrenar duro y tratar de superarse a uno mismo, pero siempre con cabeza, porque hay gente que hace cosas extenuantes que no son sanas. El movimiento activa al cerebro generando endorfinas, y eso también nos puede ayudar a que baje la neuroinflamación y, a su vez, que se rebaje nuestra niebla mental. Al igual que asegurarnos de que estamos durmiendo bien, cuidar el descanso profundo. Parecen cosas muy generales, pero funcionan.
—Recalcas que la neuroinflamación no aparece de un día para otro.
—Claro. Hay que tener que en cuenta que cuando no le estamos dando a nuestro organismo el ambiente que necesita para estar sano, por todos los hábitos que hemos hablado de ejercicio, alimentación y descanso, al final el cuerpo va a saltar por algún sitio. Y eso va a depender de la genética, de los diferentes hábitos que tenga cada uno y de su propio entorno. Si la inflamación aparece en el cerebro no la vas a notar al principio porque, como indico en el libro, son como pequeños chispazos que se producen antes del incendio. Se nos olvida que somos mamíferos. Necesitamos estar en la naturaleza, movernos, descansar y no tener un estrés constante.
—¿Debemos reducir nuestra exposición a tóxicos?
—Sí, pero recalco lo de reducir, porque pretender vivir en un ambiente en el que no exista ninguno es imposible, a no ser que te vayas a vivir al medio del monte. Para el resto de la población, es un objetivo imposible. Tenemos que intentar que aquellas cosas que dependen de nosotros las podamos ir cambiando poco a poco, pero no agobiarnos. Por ejemplo, en vez de echarte perfume o cremas con ingredientes derivados del petróleo, opta por productos más naturales. En mi caso, no me echo colonia desde hace mil años, utilizo aceites esenciales que también huelen genial. Al igual que cambiar envases de plástico por los de cristal, comprar productos de limpieza más naturales y ventilar la casa. Con esos básicos, ya ganamos mucho.
—Desde tu experiencia en consulta, de todos los hábitos que has mencionado hasta ahora, ¿cuál es el que más nos cuesta?
—Depende, a cada uno le cuesta uno distinto. Hay gente a la que le cuesta el deporte, pero hay otras personas que no pueden vivir sin él y lo que les cuesta es desengancharse del estrés. A otra, la alimentación o el descanso. Donde más cambios vas a notar es en aquella cosa que peor hagas. Imaginemos, una persona que come medianamente bien, se mueve y de repente no duerme porque ve Netflix hasta las tres de la mañana. Al cambiar sus rutinas de sueño, eso ya a va a ser lo mejor para su salud. Al final va a depender de la personalidad de cada uno y de nuestros hábitos.