Christos Mantzoros, catedrático de Medicina de Harvard: «Dormir la siesta se asocia a una reducción del estrés beneficiosa para el metabolismo»
VIDA SALUDABLE
El experto dio una conferencia en Santiago de Compostela, en el marco del XIII Simposio Internacional de Lipodistrofias
18 nov 2025 . Actualizado a las 10:21 h.Las lipodistrofias son algunas de las enfermedades más raras del sistema endocrino. Pero a pesar de su reducida prevalencia, este grupo de afecciones, que causan una distribución anómala de la grasa corporal, tienen una gran relevancia para todos los pacientes que conviven con patologías metabólicas, desde la obesidad hasta la diabetes. Así lo explica el profesor Christos Mantzoros, catedrático de Medicina Interna en Harvard Medical School (Boston, EE.UU.), editor en jefe de la revista Metabolism y referente mundial en este tipo de enfermedades. El experto asegura que la lipodistrofia es, en este sentido, una «punta de lanza» en la investigación en patologías del metabolismo. Mantzoros estuvo presente en el XIII Simposio Internacional de Lipodistrofias, organizado por la Asociación Internacional de Familiares y Afectados de Lipodistrofias (Aelip) y por el Centro Singular de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas (CiMUS) de la Universidade de Santiago de Compostela (USC), que culmina hoy en el Aula Magna de la institución.
—¿Qué son las lipodistrofias?
—Yo las veo como la punta del iceberg de las enfermedades metabólicas. Son enfermedades muy poco frecuentes, que se manifiestan como anomalías metabólicas muy pronunciadas, pero que se han convertido en la punta de lanza para el progreso en la investigación y en el conocimiento de cómo se distribuye la grasa o el exceso de esta en enfermedades más comunes. Nos ha ayudado a comprender mejor la obesidad, por ejemplo. En este sentido, la investigación en estas enfermedades raras es muy importante y ha permitido, en los últimos 30 años, abrir la caja negra del metabolismo humano.
—¿Cómo se desarrollan las lipodistrofias?
—Ciertas mutaciones genéticas pueden provocar formas específicas de lipodistrofias, esto es algo en lo que están trabajando diferentes centros de excelencia, incluido el CiMUS. Algunas personas con lipodistrofias raras tienen una predisposición poligénica, es decir, involucran múltiples genes. Pero hay muchas personas con lipodistrofia leve y obesidad que permanecen ocultas, con enfermedades incipientes que no detectamos, porque no contamos con una herramienta eficaz para detectarlas. Por eso planteo que la lipodistrofia, que se considera una enfermedad rara, es la punta del iceberg de patologías metabólicas.
—¿Qué mecanismos causan las enfermedades metabólicas?
—Todos tenemos cierta cantidad de grasa subcutánea que es una reserva de la energía que no vamos a utilizar de inmediato. Es similar a tener un trastero en casa, tenemos una reserva de energía en nuestro cuerpo. Cuando se supera este espacio de almacenamiento, el exceso de grasa se deposita en tejidos donde normalmente no debería existir; es decir, este exceso de grasa se acumula en los músculos, genera resistencia a la insulina y puede provocar diabetes en quienes tienen predisposición a no secretar suficiente insulina en el páncreas. La grasa se deposita en el sistema vascular, y provoca inflamación, lo que puede derivar en ictus e infartos. También se acumula en el hígado y causa hígado graso.
—¿Cómo se puede frenar este proceso?
—Nuestra comprensión de esto ha cambiado en los últimos 30 años. Pasamos de estudiar la apariencia del paciente a estudiar su resistencia a la insulina y los componentes del síndrome metabólico. Hace tres décadas, ni siquiera relacionábamos la presión arterial con los lípidos. Hubo que estudiar esto y así llegamos a definir el síndrome metabólico. Esto cambió nuestra perspectiva: ya no vemos una diabetes aislada, sino un conjunto de factores que llevan a desarrollarla. A partir de entonces, ha habido muchos descubrimientos que han cambiado el curso de estas enfermedades.
—¿Por ejemplo?
—Descubrimos que la leptina estaba relacionada con la obesidad y las lipodistrofias y esto cambió nuestra perspectiva. Esta es una hormona que refleja la cantidad de grasa que hay en el cuerpo. Se les administró leptina a pacientes con lipodistrofia y se corrigieron muchas de las anomalías, pero no todas. Luego, se descubrió otra hormona llamada adiponectina, que es un marcador de la grasa intraabdominal, la que es metabólicamente perjudicial. El siguiente paso fue crear medicamentos para aumentar la adiponectina y ayudar a los pacientes, o combinaciones de leptina y adiponectina. Esto les ayudó mucho, pero no solucionó el problema de raíz. Ahora, con la nueva fase del desarrollo de fármacos, hemos pasado de las hormonas secretadas por la grasa a las secretadas por el tracto gastrointestinal. Estas son la semaglutida y la tirzepatida. Estos medicamentos no solo son efectivos para la lipodistrofia, sino también para la obesidad, la diabetes y todas sus complicaciones.
—¿Cuál es el siguiente paso en la investigación?
—Más adelante, se desarrollarán terapias combinadas. No solo usaremos los fármacos como la semaglutida, sino también combinaciones con otros. También habrá medicamentos para modificar la masa muscular, ahora nos centramos en el músculo en lugar de la grasa. Todos estos medicamentos se aplicarán a enfermedades metabólicas, mejorando la calidad de vida de quienes las padecen y aumentando su salud y longevidad. Sabemos que funcionan y ya hay evidencia de que podrían ayudar a prevenir hasta el 30 % de los casos de alzhéimer y aproximadamente el 30 % de los cánceres. Gracias al trabajo realizado por centros de excelencia de todo el mundo, como la Facultad de Medicina de la Universidad de Santiago de Compostela y CiMUS, se han logrado grandes avances. Pero también necesitamos la atención de los organismos gubernamentales. Deben comprender la importancia de esto y financiarlo.
—¿Cuáles son algunas barreras que impiden a los pacientes acceder a todos estos tratamientos?
—Primero, el ritmo de los descubrimientos es tan acelerado que no todos los médicos conocen a fondo las herramientas disponibles. Por lo tanto, el acceso a profesionales médicos bien capacitados es fundamental. Segundo, los propios pacientes pueden desconocer que existen estas opciones. Y tercero, estos medicamentos no están ampliamente disponibles en todas partes y, como suele suceder al principio cuando se introducen nuevos medicamentos o tecnologías en la sociedad, son costosos. Por supuesto, con el tiempo, su precio disminuirá.
—Usted ha dedicado décadas al desarrollo de ensayos clínicos. ¿Cuáles son algunos hallazgos que le han sorprendido?
—Recientemente, con los medicamentos para bajar de peso, nos dimos cuenta de que las personas no solo pierden grasa, sino que también pueden perder músculo y hueso. Esto fue una sorpresa y no es lo que queremos. La respuesta para esto la encontramos estudiando casos de inanición y el tratamiento de estos casos. Pero toda la historia de esta especialidad es la de un progreso enorme y sorprendente. Cuando empecé, hace 30 años, la gente pensaba que estas enfermedades se debían a la falta de voluntad. Se les decía a los pacientes: «Vaya a su casa y baje de peso». Los libros de texto clásicos de medicina decían que el tejido adiposo era un órgano de almacenamiento inerte en el que se depositaban las calorías que no íbamos a usar y que nos aislaba del frío. Pero hoy sabemos que es un órgano endocrino activo, que segrega hormonas.
—¿Qué consejos daría para prevenir problemas metabólicos, con todo lo que sabemos a día de hoy?
—Primero, tenemos que redescubrir la dieta mediterránea, que es equilibrada y saludable. Segundo, sabemos que hay que hacer ejercicio, cuanto más, mejor. Incluso simplemente caminar 6.000 u 8.000 pasos puede ser útil. Tercero, algo que no hacemos tanto en Estados Unidos pero sí en la zona del Mediterráneo, dormir la siesta. Esto se ha asociado a una reducción del estrés que es beneficiosa para el metabolismo. Y, por supuesto, evitar el alcohol y el tabaco. Lo ideal es mantener un peso saludable, pero si no lo conseguimos a través del estilo de vida, hay que acudir al médico pronto porque el sobrepeso es más fácil de tratar al principio que cuando se ha establecido una obesidad significativa.