Una camisa puede ser la clave del crimen de Sober

Xosé Carreira LUGO / LA VOZ

LEMOS

Acabó el juicio al acusado de matar a una prostituta con dificultades para el jurado por falta de pruebas

26 ene 2011 . Actualizado a las 23:11 h.

Difícil, muy difícil, lo tiene el jurado encargado de decidir si José Carnero, conocido como o Chucán, mató a una prostituta con un objeto contundente a mediados de septiembre de 2007 en su casa de Arxemil, en Sober. Ayer por la mañana acabó la sesión, pero sin que los integrantes del tribunal popular (que comenzaron a deliberar a media tarde) tuviesen pruebas contundentes de la participación del acusado, a pesar de los esfuerzos de las acusaciones por tratar de reflejar lo contrario. El abogado del presunto homicida, Iván Torres, se despachó a gusto en su intervención final y desarticuló las teorías del fiscal.

Para el acusador público, una de las principales pruebas de que José mató a Pilar Palacios Caballero es una camisa de rayas, con sangre de ella y restos genéticos de él, que apareció en el lugar. El letrado del imputado echó por tierra dicho planteamiento: «el ADN que se encontró es una posibilidad grande, pero en definitiva una posibilidad; sin embargo una huella es una certeza y en esa camisa no había ninguna huella de mi cliente». Torres fue más allá: «El ADN no tiene ni fecha de inicio, ni de caducidad. Lo único que demuestra es que en algún momento la camisa se la puso él (José Carnero). Pretender establecer que la llevaba puesta ese día es mucho decir, entre otras razones porque esa prenda, toda desarrapada, no se la pone nadie para ir a buscar a la víctima a su lugar de trabajo».

«Si la camisa es la única prueba para incriminar al acusado, desde luego no se le puede condenar. Que apareciese allí no quiere decir que Carnero estuviese en el lugar», expresó.

Otras pruebas esenciales por las que el fiscal cree que O Chucán mató a Pili fue el hallazgo de un hacha y una maza con restos de sangre de la víctima en el mango. Para el letrado defensor, tampoco son suficientes. «Si tienen sangre quiere decir que ni el hacha ni la maza fueron limpiadas. ¿Dónde están entonces las huellas del acusado?», planteó.

El fiscal hizo referencia en numerosas ocasiones a un informe de unos especialistas que apuntaban a que su nivel de inteligencia estaba en el límite y que por eso ni siquiera fue capaz de ocultar el cadáver o llevarlo de la cuadra de los cerdos donde apareció sin vida. «Porque sea un enfermo, un idiota (con perdón), un incapaz o esté al límite de inteligencia, no se le puede culpar. (...) Puede ser tonto, pero no la iba a dejar allí máxime cuando la fue a buscar, hizo un trayecto de 60 kilómetros por parajes desolados y deshabitados. Al pasar por el Alto da Guítara, por ejemplo, pudo haber parado el coche y obligarla a salir. La ocasión se la pintaban calva. No tenía necesidad ninguna de llevarla a la bodega con la excusa de tomar aguardiente», apuntó Iván Torres.

Abuso de superioridad

El fiscal, tras el desarrollo del juicio, optó por incluir en sus conclusiones la existencia de un abuso de superioridad. Elevó a 14 años la petición en caso de que el jurado estime que se produjo un homicidio y siguió manteniendo los 17 en caso de que los hechos se cataloguen como un asesinato. A la vez elevó a 80.000 euros la indemnización para el hijo de la víctima y la bajó a 50.000 para su esposo. María Jesús Tapia, letrada que defiende los intereses de la madre de la fallecida, pidió que se tuviesen en cuenta varias agravantes, entre ellas alevosía y abuso de superioridad.