Una temporada de valor e ilusión

Felipe Barata

LEMOS

25 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El añejo estadio de Serrahima se convertía en el epílogo rumboso de una temporada fascinante de Saleta Fernández. La monfortina se ha convertido sin apenas transición palpable, tras la retirada de la alta competición de Alessandra Aguilar, en la cabeza visible del nuevo atletismo lucense, donde también se inscriben figuras noveles como Adrián Ben, Miguel González o Ivo Maseda.

Una temporada que quedará marcada por acompañar a la diestra del podio a la reina del atletismo patrio, Ruth Beitia, en los dos campeonatos nacionales y por debutar con firmeza y rango con la selección nacional absoluta en una competición no precisamente menor. Con 20 años y el aplomo y la serenidad de la que se sabe que ha sido bendecida para este deporte.

No hay que ser un versado en la materia para adivinar que el futuro en la especialidad es suyo. Ojeando de manera sucinta el DNI de las grandes dominadoras de hogaño y contemplando el paisaje en categorías inferiores a la suya, Saleta puede comenzar a creer que puede marcar un terreno propio en el ámbito patrio. Siempre y cuando las lesiones, ese anatema de perfil dramático que se esconde en la mochila de los atletas sin permiso previo, respeten a una deportista de firmes valores deportivos.

Una chica, a nosa nena, que es querida y respetada dentro del mundillo atlético por su humildad y cercanía. A fin de cuentas, el atletismo, como cualquier manifestación deportiva, es un juego al que se le da demasiada importancia, y sobresalir en el mismo, como siempre ha señalado Toni Nadal, el enciclopédico tío de Hércules, no deja de ser un acto que se tendría que encuadrar en la normalidad social.

No obstante, en el imaginario deportivo tanto local como provincial, Saleta no deja de ser un icono, que, pese a su juventud, destila tanto carisma en una pista de atletismo como hacía la diva Greta Garbo en «La Reina Cristina de Suecia» en un solo plano y sin más concesiones que su propia figura. En una temporada en que hasta ocho veces ha saltado por encima de 1.80, la joven pupila de Ramón Torralbo ha demostrado que la evolución continúa sin mácula. Tal vez, en el debe del rendimiento, la falta de un salto superlativo que le diese un cincelado de épica a un año de extraordinario calado.

En la anécdota de la jornada del domingo quedará en la retina ese instante en el que Saleta llegó a liderar la competición por delante de su admirada campeona olímpica. Por un momento, en la memoria aparecieron imágenes como la de Pep Cargol insuflando nervios a un impávido Larry Bird, o la de un Alfredo Evangelista desafiando a un tótem como Muhamad Alí. El peso de la jerarquía devolvió todo a su justo lugar, pero Saleta sabe que conjugando la valentía con la disciplina, el éxito se interiorizará con la garantía de un relojero suizo. A fecha de hoy, sigue siendo a nosa nena.