Se cumplen 36 años de la apertura de un local nocturno que puso a Chantada en el mapa de la Movida
29 oct 2018 . Actualizado a las 16:47 h.El Boy’s Pub en el corazón del casco histórico de Chantada fue en su momento la novedad cultural para la hostelería del pueblo. Cócteles, pintura, diseño y la calidad musical que hacían sonar las agujas del tocadiscos acompañaron a jóvenes y no tan jóvenes en un bajo de la casa llamada del Cochero.
José Luis Pérez Aláez, leonés y Manuel Méndez Picos, de As Pontes -Jose y Manolo del Boy’s para los chantadinos- llegaron en un Chrysler 150 azul desde Meira en 1981 y se instalaron de alquiler en una casa de Basán Pequeno. Al mismo tiempo, contrataban las obras de un pequeño local en el número 6 de la rúa Formoso Lamas a la empresa Almacor y al carpintero Modesto, de la rúa da Barxela. «El Lima, un vecino, nos hizo el agujero del aire acondicionado en una pared de piedra de más de un metro de ancho, parecía un furón», cuenta Manuel Méndez 37 años después.
Ojos pintados y pelo azul
Aquellos dos tipos con vestimenta femenina, ojos pintados y con el pelo teñido de color azul o verde consiguieron que les alquilaran por 5.000 pesetas al mes aquellos pocos pero bien organizados metros cuadrados para su proyecto hostelero. La reforma causaba en el vecindario una curiosidad extrema. Con las obras de decorado casi rematadas, ya se había colocado en una pared al lado de la puerta de entrada al local un discreto y elegante cartel, todavía sin barnizar pero ya rotulado con el nombre Boy’s Pub.
Sombrero y guantes
Los chavales que por aquel entonces íbamos a clase de solfeo de la banda de Chantada en un local de la rúa Daniel Vázquez Boó, a escasos treinta metros de distancia, nos acercábamos durante el recreo para ver qué se iba a hacer allí. Todo un misterio a nuestra corta edad aquellas dos palabras: Boys y Pub. No parecía un bar ni una ferretería ni mucho menos una tienda de ropa aunque el letrero luciese debajo del nombre el dibujo de un sombrero hongo, unos guantes y un bastón. Qué inocentes...
Comidos por la curiosidad
No solo a los pequeños nos comía la curiosidad. Vecinos de la Alameda, muy habitada en esos años, se acercaban con recelo a mirar y desconfiar de lo que allí se preparaba. Una vez un hombre entró mientras Jose estaba tras la elegante barra de una pieza de madera lacada y le espetó: «¿Qué, una barra americana, no?». «De eso nada -contestó Jose tocando la madera del mostrador con los nudillos-, castaño del país».
Fue en el año 1982 cuando abrió sus puertas este recordado local de copas. Así recuerda Manuel Méndez aquella no inauguración: «Una tarde nos llegó el amplificador y lo estaba probando con la puerta entreabierta y de espaldas al bar, cuando me volví hacia la barra, el local estaba lleno, menuda sorpresa, llamé a Jose y ese fue el primer día del Boy’s».
Jueces, ministros, Rajoy...
Eran los 80, en ebullición de la Movida, acompañados de fiesta, tertulias pero tambíén de droga, redadas, peleas... «Una vez un guardia acompañado con dos prostitutas y con la pistola encima de la barra, cada día que abrías era una sorpresa, todo lo que cuentes se queda corto», afirma Manolo del Boy’s sobre las noches en aquel lugar iluminado por originales lámparas hechas con sombreros.
Por allí pasaron personalidades como un presidente del Tribunal Supremo, un ministro de Exteriores cubano y un tal Mariano Rajoy, que después se haría más conocido. La singularidad y fama de este pub llegaba a muchos lugares de Galicia y hasta aquí se acercaba con notable frecuencia gente de Vigo, Monforte, Ourense...
José Luis Pérez Aláez, el amigo de Salvador Dalí
Jose nació en León en 1950. Pintaba y pintaba bien, y era habitual que las paredes del pub estuviesen ocupadas con sus coloridos cuadros, cuadros que muchas veces se vendían en esas noches, al contado y a unos precios aptos solo para la clientela de alto poder adquisitivo que en ocasiones frecuentar el local. J. L. Pérez Aláez, así era como firmaba sus cuadros este pintor que en su juventud conoció a Dalí en Port Lligat. A mediados de los 90 Boy’s Pub echa el cerrojo para siempre y Jose se traslada a Monforte, donde da clases de pintura. Después vuelve a León, donde morirá en el 2014.