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Un antiguo documento municipal contiene un sigular testimonio histórico sobre las migraciones periódicas de los jornaleros gallegos
11 feb 2020 . Actualizado a las 20:06 h.Un documento adquirido hace años en un mercadillo de Sarria encierra un singular testimonio de la vida de los antiguos segadores gallegos que marchaban cada año a las siegas de Castilla. Se trata de un certificado expedido hace 118 años por el Ayuntamiento de O Incio para acreditar la identidad de un grupo de jornaleros de la parroquia de Santalla de Bardaos que fueron contratados para segar en la provincia de Ávila. El documento original fue cedido a una colección reunida por el periodista y escritor Afonso Eiré con el fin de integrarla en los fondos de un museo de la emigración que se pretendió abrir en Chantada, pero que finalmente no llegó a crearse.
El certificado fue firmado por Juan Guitián Mondelo, «alcalde constitucional del Ayuntamiento de Incio» -según reza el documento-, con fecha del 13 de junio de 1902. El párrafo de encabezamiento dice así: «Certifico que los individuos que a continuación se expresan, se hallan todos provistos de sus correspondientes cédulas personales del corriente ejercicio, y son jornaleros que marchan con dirección a Castilla, con objeto de ocuparse en las siegas de aquel país durante la temporada de verano, embarcando en la estación de Oural y desembarcando en la de Arévalo». El texto original del documento dice Harebalo.
Documentos de identidad
Las cédulas que menciona el certificado, según explica Eiré, era unos documentos acreditativos de la identidad de una persona que fueron de uso común antes de la implantación de los modernos documentos de identidad. Tenían unos períodos de vigencia muy limitados y se tramitaban a menudo para una sola finalidad concreta. En este caso, el Ayuntamiento de O Incio expidió las cédulas para permitir la contratación de los jornaleros de Bardaos después de su llegada a la localidad abulense de Arévalo.
Los beneficiarios de las cédulas otorgadas por el Ayuntamiento de O Incio fueron Manuel Sánchez Frías, Francisco Sánchez, Constantino Sánchez, Eugenio Sánchez, Camilo López y José Casas. En la lista también aparece tachado el nombre de José López Armesto. Todos ellos eran vecinos de Santalla de Bardaos, según se especifica en una columna de texto que aparece junto a la lista de los nombres de los jornaleros bajo el encabezamiento «Vecindad». El primero de los mencionados figura como «mayoral de la cuadrilla», denominación que correspondía a los capataces que estaban al mando de estos grupos de jornaleros y que se ocupaban de negociar las contrataciones. En otra columna se indican los números de las cédulas de cada uno de los jornaleros.
El antiguo documento municipal atestigua también el cambio histórico que supuso el ferrocarril en los desplazamientos de los jornaleros, ya que indica expresamente que las cédulas fueron expedidas para un viaje entre dos estaciones ferroviarias. «Y para que así puedan hacerlo constar en las estaciones de salida y entrada les doy el presente que firmo y sello con el de esta alcaldía», dice el último párrafo del documento firmado por el regidor Juan Guitián. Afonso Eiré señala a este respecto que «os xornaleiros que ían ás segas de Castela fixeron as viaxes a pé durante moitísimo tempo e houbo moitos que o seguiron facendo cando xa existía o ferrocarril, pero cando foi posible comezaron a usar tamén o tren».
Cambios de lugar
Las cuadrillas de segadores que marchaban cada año a Castilla -dice por otra parte Eiré- no se quedaban habitualmente a trabajar en un solo lugar, sino que iban desplazándose de comarca en comarca y de provincia en provincia a medida que maduraban las cosechas de cereales a lo largo de la temporada. «Sucedía o mesmo o que pasa hoxe coas máquinas colleitadoras, que comezan a traballar antes canto máis ao sur da Peínsula estean os cultivos, e o labor da sega vaise logo desprazando de sur a norte», apunta
Un fenómeno que duró siglos y que llegó hasta tiempos recientes
Las migraciones periódicas de los jornaleros gallegos a las siegas de la Castilla ya eran un fenómeno común en el siglo XVIII y en épocas anteriores, según acreditan numerosos testimonios históricos. Uno de los más conocidos es el famoso poema de Rosalía de Castro Castellanos de Castilla. Estas expediciones perduraron en algunos lugares hasta tiempos tan recientes como la década de 1960, indica Afonso Eiré: «As cuadrillas de segadores non se movían só por Castela, porque en Galicia tamén andaban dun lado para outro e eu aínda cheguei a coñecer de rapaz algunhas delas que traballaban en Chantada, no Saviñao e noutros lugares». Como se ve en el caso de los jornaleros de Santalla de Bardaos -apunta Eiré por otro lado-, era muy habitual que las cuadrillas de segadores estuvieron formadas por vecinos de un mismo municipio o de una misma parroquia.