El hierro que no se oxida

Xosé María Palacios Muruais
Xosé María Palacios FERREIRAVELLA

LUGO

FOTOS: PALACIOS

En directo | Con ferreiros de Ferreiravella EL INICIO DEL PROCESO EL RESULTADO FINAL Artesanos de esta parroquia de Riotorto conservan la larga tradición de una dura tarea, y comentan con escepticismo planes de promoción anunciados por la Xunta

08 dic 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

Hay negocios, como las chocolaterías o los tostaderos de café, que dejan la huella de su olor aunque el paso del tiempo y los cambios económicos los vayan empujando a la desaparición. Hay otros, como las ferrerías, cuyo ruido llega a ser una seña de identidad de los lugares donde funcionan a pesar de que su futuro tampoco se libre de las nubes de la incertidumbre. Los golpes de martillo son el único ruido que se oye en una tibia y lluviosa mañana de otoño en Ribadiña, barrio de la parroquia de Ferreiravella (Riotorto): la carretera que conduce de As Rodrigas a Marco de Álvare no pasa por este barrio, y el ganado está a cubierto, protegido de una persistente llovizna. «Toda a vida». Ese es el tiempo que lleva de ferreiro Manuel Pol. Tiene 60 años; es hijo y nieto de ferreiros y probablemente el último eslabón de la cadena familiar, ya que sus dos hijos varones, igual que su hija, han cursado estudios superiores. «De pequeno traíaos; pero non quixeron saber nada disto e eu enténdoos, porque aquí nada ían facer: non tiñan porvir ningún», dice. «É duro, compañeiro». Lo dice, a varias decenas del negocio anterior, Gabriel Díaz Díaz, que a punto de cumplir 63 años sabe también lo que significa continuar una cadena que se puede romper: es hijo y nieto de ferreiros; pero su hijo, que trabajó con él, cambió de oficio. Cada uno de ellos vende por su cuenta: pueden fabricar unas al día unas 20 hoces -Gabriel Díaz también elabora cuchillos-, cuya comercialización se distribuye por Galicia y otras zonas. Lejos quedan los tiempos en que la mercancía se llevaba a ferias de Mondoñedo y de otros lugares: «Ás San Lucas ían os vellos, pero eu xa non acordo ir; tamén ían a Gontán nas bestas», manifiesta. Cooperativa frustrada Que el oficio es duro se comprueba con una simple observación de las diferentes tareas: se empieza con el calentamiento del acero con el fuego alimentado con carbón, y se acaba con los golpes de martillo, que permiten que la hoz salga igualada, y con la limpieza. Pero además, como explican Manuel Pol y Gabriel Díaz, el trabajo suele desarrollarse en jornadas que pueden llegar tranquilamente a las 10 horas diarias. ¿Cabría pensar que la unión no solo haría la fuerza sino que incluso aliviaría el esfuerzo? Ambos artesanos recuerdan que en décadas pasadas -hace unos 30 años, según calcula Manuel Pol- vinieron empresarios de Bilbao y directivos de una entidad bancaria situada en un municipio cercano para proponer la creación de una cooperativa. «Pero quedou todo en nada», afirma. Puede pensarse que las tentativas de antaño encuentren ahora más posibilidades de cuajar, ya que la Consellería de Innovación e Industria anunció en días pasados (ver La Voz de Galicia del 2 de diciembre) su apoyo a la creación de una marca propia y a la celebración de una feria de artesanía. Manuel Pol ve ventajas e inconvenientes en una empresa única: «Poderíase facer. Habería que ter reunións, pero cada un perdería unha pouca da súa independencia», dice. «O lóxico sería que cada un traballando na súa casa tivese un encargado de distribuír», opina. Algo más escéptico se muestra Gabriel Díaz, que cree que la medida sería más útil para gente joven que para el: «Eu teño os meus clientes, e cada un xa está afeito ás súas marcas. Habería que facer unha cooperativa; pero eu, con dous anos que me faltan, ¿que?», sostiene. Los dos dicen que no fueron invitados a la reunión que en días pasados mantuvo el conselleiro Fernando Blanco con artesanos, aunque agregan que estarían dispuestos a ir de haber sido convocados. El futuro no parece en estos momentos mucho más claro que el carbón empleado en este oficio: «Morre con nós», opinan ambos. Pero por ahora, como ocurrió el pasado jueves, se oyen unos martillos cuyo eco parece resistente.