Eduardo Funcasta sabrá dentro de unos años, en el 2012 o en el 2013, si continúa en la comarca. El futuro arzobispo de Madrid, que sucederá al cardenal Rouco Varela cuando este cumpla los 75 años, deberá decidirlo. Su opinión parece clara: «Yo, por mí, seguiría», dice.
Las parroquias que atiende tienen muchos menos habitantes que cualquiera del centro de Madrid, aunque no por ello decrece su actividad. El aburrimiento ni se le pasa por la cabeza, pues, afirma, «uno tiene el trabajo que quiere hacer». No solo lee libros de Teología y Derecho Canónico sino que hace poco terminó Ángeles y demonios , de Dan Brown, y ahora avanza por las páginas de Quo vadis , de Henry Sienkiewicz. Sigue siendo aficionado a baloncesto y seguidor del Estudiantes, en recuerdo de aquellos años juveniles en los que con otros chicos del barrio de Argüelles hacía buen papel en campeonatos municipales.
-Remontándonos a sus años de infancia y juventud, en los que venía desde Madrid a pasar las vacaciones, ¿cuáles han sido los principales cambios que ha observado en la comarca?
-Las aldeas y las villas pequeñas se van quedando despobladas. La gente que tiene 30 o 40 años emigra. Antes veías más jóvenes y más niños y ahora ves menos personas en cada casa. Es lo más llamativo. Lo demás, más o menos, gracias a Dios va siendo igual: los ritmos, los trabajos agrícolas . -¿Se vive igual? -Aquí la vida gira más en torno a las fiestas y los ciclos del campo. Los horarios de trabajo son distintos. Los horarios de las misas dependen de la gente.