«En Vilalba sempre chamaban a atención as tertulias e a xente con ganas de saber»

LUGO

El profesor de la USC destaca que la villa siempre tuvo inquietud cultural, y espera que la comarca siga siendo agraria

06 mar 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Aunque no haya estación en Guadalupe o en Campo de Puente, porque el tren es en Vilalba y en municipios cercanos una ilusión que se esfumó cuando el siglo XX aún era joven, Bernardo García Cendán volvió a Vilalba como el que regresa tras un largo viaje. Nunca se fue del todo; pero la vida lo acabó devolviendo al punto de partida y convirtiéndolo en un viajero frecuente -da clases en el campus de Lugo de la Universidade de Santiago- que tiene la localidad como lugar de partida y de destino.

El origen de todo, si precisamos un lugar concreto, está en la praza de Santa María. El niño vivía al lado, en la rúa do Sol, y la plaza era lugar de juegos. Al lado de la plaza estaba la escuela de doña Amelia y doña Sagrario, en donde el joven estudió las primeras letras, y en el centro de la plaza, la iglesia: «O litúrxico, o ritual, sempre me fascinou», afirma.

Más arriba de la plaza, a varios centenares de metros de distancia, quedaba la carretera, ejemplo de ensanche urbano, reflejo de una actividad comercial que parece rasgo significativo de la villa y demostración de aspectos que el joven, con la experiencia de ser hoy adulto y con el bagaje de estudios de Sociología, no deja de señalar: entre el mundo casi familiar e íntimo de la plaza y el mundo comercial y burgués de la actual rúa da Pravia existía, dice, un «corte simbólico».

Buen ambiente

Si la vida es un viaje, en el Seminario de Mondoñedo estuvo la primera parada: «Dentro dos seus defectos -explica- vivíase un bo ambiente». En ese ambiente se mezclaban jóvenes de procedencia rural, de villas pequeñas o medianas y de Ferrol, que actuaba como contrapunto urbano. También se mezclaba el gallego, que era idioma habitual de muchos, con el castellano, que tenía un rango oficial y social superior. Profesores como Xosé Chao Rego, Fernando Porto o Uxío García Amor dejaron buen recuerdo en el alumno, que se ordenó sacerdote en As Pontes en 1965, año en que se inauguró la iglesia del poblado en esa localidad.

No pocos vilalbeses y chairegos pasaron por el Seminario de Santa Catalina, lugar cuya repercusión subraya García Cendán: «De Vilalba sempre me chamaron a atención a cantidade de tertulias e as ganas de saber máis», confiesa. «O Seminario -agrega- influíu niso».

En el seminario pasó de alumno a profesor antes de ser de nuevo alumno: seis años en París le sirvieron para licenciarse en Filosofía y en Sociología antes de volver. Una parroquia de Ferrol, Nuestra Señora del Socorro, fue su destino durante 15 años.

Comarca agrícola

La USC lo esperaba a finales de los 80. Convertido de nuevo en profesor, se reencontró con la Vilalba natal y con vilalbeses cuyas inquietudes eran las suyas. «O que encontrei foi un grupiño de xente preocupada por algo que me apaixona, que é o mundo da cultura». Ese grupo era el germen del Instituto de Estudos Chairegos, cuya función alaba. Tras haber visto la tierra natal de cerca y de lejos, ¿qué futuro le augura este viajero? «Se se fai unha política con xeito, a Terra Chá -dice- debe seguir sendo agrícola e incorporar o proceso produtivo».

En el centro de esa comarca y de su vida está Vilalba, cuyo papel también ve claro: «A vocación de Vilalba -afirma- será esa, ser unha capital de servizos para unha comarca cada vez máis extensa». De todos modos, también de lamenta un poco que el crecimiento haya pemitido levantar edificios altos a cambio de reducir calor humano.