«Tes que demostrar todo porque moita xente non entende que cunha limitación fagas unha vida normal»
LUGO
Mónica Cardelle Rouco, de 20 años, es una luchadora incansable. Esta joven de Toques, cerca de Melide, estudia Empresariales en el campus de Lugo, y adora la música de Bisbal, salir de fiesta y bailar. Explica que casi todo le cuesta el doble de esfuerzo que a los demás jóvenes de su edad ya que ella camina con grandes dificultades y apenas tiene equilibrio, pero casi nunca se rinde y sigue adelante con un sonrisa contagiosa. «Manéxome bastante ben co andador», asegura.
Su meta es trabajar en un banco o como técnico de Hacienda, y sabe que para lograrlo es imprescindible hincar mucho los codos. «Para ter unha independencia os estudos son moi importantes», comenta. «Es mucho más madura y responsable que la mayoría de los jóvenes de 20 años», cuenta Nuria Neira Vila. Contratada por Cogami, aunque le paga la USC, y voluntaria de Auxilia desde hace 9 años, la mujer cuida de Mónica los días que la joven pasa en Lugo -vive en la residencia universitaria Bal y Gay-. Le ayuda sobre todo a asearse, a vestirse y a desplazarse: a la facultad, a la academia e incluso de fiesta algunas noches. Las dos son uña y carne.
Gran apoyo familiar
Muchos fines de semana Mónica regresa a casa, a Toques, donde se encuentra con sus otros grandes apoyos: sus padres, su hermana, su hermano, su cuñada y sus cuatro sobrinos. Desde siempre la han animado a estudiar y a salir -«estás no tempo», le dicen- para ganar en autonomía. «Cando acabei a ESO, quería facer BAC, e a orientadora do instituto díxome que non valía, que non estaba preparada. Eu sacara o graduado coma todo o mundo e quixen facelo. Aprobei en 2 anos», recuerda emocionada la universitaria, que lamenta lo «equivocada» que está la gente que siente «pena ou lástima» por los discapacitados. «No comprenden que son personas que hacen una vida normal con una discapacidad», critica la cuidadora. «Tes que demostrar todo», añade Mónica.
A esa incomprensión se suma la infinidad de obstáculos que existen: baños que no están adaptados, escalones en lugar de rampas, coches que ocupan rebajos de aceras y plazas de aparcamiento para discapacitados... Pero Mónica y Nuria finalizan con un deseo: que las cosan sigan mejorando, aunque sea poco a poco.