«Cultivé patatas en el solar del Eros»

La Voz

LUGO

Una mujer dice que alquila parte del terreno porque le pertenece

03 sep 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

«Puedo alquilar el solar porque es mío». Así de clara se mostró María Soilán Calvo, en relación con una parte de las propiedades del club de alterne Eros, primero precintado y luego quemado en más de media docena de veces, como consecuencia de las investigaciones de la operación Carioca. Esta mujer asegura que no tiene constancia de ningún embargo judicial, a pesar de que la Audiencia Provincial ratificó en su momento el acuerdo adoptado por la jueza De Lara.

«Tengo la escritura que acredita que el solar que fue utilizado como aparcamiento del establecimiento es mío y, por tanto, dispongo de plena capacidad para llevar a cabo su alquiler», así explicó María. Esta mujer contó que en su día lo tuvo alquilado a un empresario de la noche llamado Manuel Manteiga, sin embargo fue cambiando de manos, incluso en algún momento fue José Manuel García Adán, uno de los presuntos cabecillas de la operación Carioca, el que firmó un contrato de alquiler. Cada vez que había cambios, contó la propietaria del solar, efectuaban un nuevo documento. Cuando el último arrendador, José Marcos Grandío Ascariz, ingresó en prisión por decisión de la instructora, la dueña del solar le envió un burofax a la cárcel, dijo, para declarar extinguida la relación.

Aunque en algunos momentos quien reclama las instalaciones por vía judicial es la esposa de Manteiga, María Soilán Calvo insiste que el solar del aparcamiento es suyo, no así los inmuebles destruidos por las llamas que, en su momento, dijo pertenecieron a familiares suyos. «El solar lo labramos durante muchísimo tiempo. Incluso echábamos las patatas» contó. Esta mujer recordó que, en su momento, cuando se lo alquiló Manteiga éste le dijo que iba a abrir un bar. «Jamás me dijo que convertiría el sitio en un club», recordó. Además, explicó como con el paso de los años se encontró con situaciones inesperadas como, por ejemplo, que abrieron puertas a la casa por el lado de su terreno cuando realmente no podían hacerlo.

María Soilán explicó que, durante algún tiempo, cobró la renta con asiduidad, sin embargo después «fueron pagando a trancas y barrancas». Al final, los impagos fueron creciendo y, según asegura, le quedaron por cobrar alrededor de dos años.

Tras los últimos acontecimientos decidió cerrar el solar, colocando una puerta metálica, y tablas en el acceso al local. Con todo, explicó, hubo personas que se colaron en el interior del viejo burdel.