En los últimos años han sido demolidos muchos de los edificios que atascaban parcialmente calles de la capital lucense. En unos casos, debido a iniciativas puntuales del Ayuntamiento; en otros, por el desarrollo de urbanizaciones previstas en el planeamiento lucense. Pero aún queda mucho trabajo por delante.
Entre los tapones urbanísticos más notables existentes en la capital lucense está el de la calle Novo Freire, a la altura del campo del Polvorín. Es cierto que la supervivencia del tapón está relacionada con el atasco de los planes urbanísticos, pero no lo es menos que una calle que en su mayor parte tiene un ancho notable, en otra sólo es la mitad, y, en su parte inicial, sólo tiene espacio para el paso de un coche.
Entre los estrechamientos históricos en el callejero lucense figuran algunos en calles tan destacadas como la avenida de A Coruña, que obstruyen la intersección con ella de algunas de las calles perpendiculares. En la avenida de A Coruña está el llamado solar del pino, en Garabolos; por este terreno debería pasar el tramo del Paseo Central entre la avenida e Illas Canarias.
En la calle San Xillao hay viejas edificaciones que taponan también parte de la calzada.
El presidente de la federación vecinal lucense y de la Confederación Galega de Asociacións de Veciños, Jesús Vázquez, destacó ayer la incidencia que tienen en la calidad de vida de los ciudadanos aquellos aspectos urbanísticos que crean inseguridad vial. Por ello, se felicitó de que en los planes del Ayuntamiento figure por fin la apertura del tapón existente en la calle Doña Urraca.
Por otro lado, vecinos de la calle Doña Urraca pidieron a la concejala Paz Abraira la reposición de la placa que identifica la vía en la parte más próxima a Lamas de Prado, que desapareció a raíz de unas obras.