Política de estudios sobre carreteras y barrios inseguros

Enrique Gómez Souto
enrique g. souto LUGO / LA VOZ

LUGO

20 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

En Lugo, ya se sabe, hay un parque que es paso frecuente de coches que van camino de clavarse en el río Rato. El Parque do Rato es un observatorio de autos que vuelan, una chatarrería, un negocio de grúas y chapistas. La carretera del Rato es un punto negro del tráfico en la red de carreteras; no es de ahora, no, que es pista que hace mucho tiempo que se ganó su fama coleccionando peatones sobresaltados y coches sumergidos en el río. Ahora la Diputación estudia por qué tantos automovilistas se bañan allí con el coche puesto. Las instituciones, a veces, se ponen estudiosas y entonces el contribuyente sabe que las cosas tardarán en cambiar. El Ayuntamiento, sin ir más lejos, hace años que estudia cómo resolver los conflictos en O Castiñeiro; sigue estudiando y los conflictos, claro, lejos de resolverse se agravan. En O Rato los coches siguen cayendo al río y en O Castiñeiro le ofrecen droga hasta a las concejalas. Es el naufragio de la seguridad.

El parque do Rato fue una invención de Francisco Cacharro, en lo político, y de Ramón Arias Roca, en lo técnico. Fue una notable aportación a la capital lucense, que el actual gobierno provincial, presidido por José Ramón Gómez Besteiro, ha promocionado y mejorado. Pero ni antes ni ahora hubo medidas para resolver el problema que plantea la carretera que lo bordea. La Diputación estudia ahora si la causa de tanto percance automovilístico puede estar en el tipo de pavimento. Quizá tenga algo que ver; pero tal vez ha llegado el momento de que la Diputación confiera a esta vía un carácter semipeatonal, de zona 30, con bandas rugosas, cojines europeos y así.

El Parque do Rato, sí, es un buen aliado de los chapistas lucenses, quizá también de los concesionarios de coches, a los que las cosas no les van muy bien. Parece que en este año las ventas cayeron un 37,7% con respecto al pasado ejercicio, que es mucho caer. Lo que no decae es la crisis. A medida que se alarga, aumenta el malestar social y las protestas en distintos ámbitos.

Los vecinos de A Residencia llevan muchas semanas manifestándose cada jueves para exigir a la Xunta que cumpla sus compromisos para dotar de servicios al antiguo Hospital Xeral. Este es uno de esos asuntos en los que algunos de los participantes han comprendido ya por qué el cardenal Mazarino escribió que «el hombre feliz es el que se mantiene equidistante de todos los partidos». El futuro de las instalaciones del Hospital Xeral es materia que seguramente incluirá en la agenda de la Confederación Galega de Asociacións de Veciños su presidente, el lucense Jesús Vázquez. Como responsable de la federación provincial ha reclamado más vigilancia policial en los barrios. Y no es para menos después del número de coches desvalijados en garajes de la capital y de que en O Castiñeiro le ofrezcan droga incluso a la concejala Raquel Castiñeira. La edila novata contó el suceso como parte de la crítica del PP a la gestión del gobierno local; ingenua, puntualizó que el producto estaba a buen precio. Orozco, correoso y zumbón, le expresó, mediante nota gubernamental, su apoyo en los trámites para la denuncia y reconoció su ignorancia en materia de precios.

Lugo, ya se ve, no ha dejado que la campaña electoral alterase su ritmo vital. Los coches siguieron cayendo al Rato como si hoy no fuera día de elecciones, los cacos hicieron lo suyo en los garajes y los vecinos mantuvieron su empeño de conseguir nuevos servicios para A Residencia. Estas elecciones serán para los escolares de Sarria el tiempo en el que se tuvieron que cambiar de colegio. Recordarán que en esos días en el periódico vieron fotos de coches clavados en el Rato.