Hemeroteca 1994: el Dépor se hacía grande en Vilalba

Xosé María Palacios Muruais
xosé maría palacios VILALBA / LA VOZ

LUGO

CESAR QUIAN

El equipo blanquiazul afrontaba una nueva liga tras haber sido subcampeón

24 sep 2019 . Actualizado a las 09:29 h.

El Deportivo pegó un notable estirón en los noventa. Tras haber sido un equipo con ascensos y descensos y de pasar en Segunda División casi 20 años, de 1973 a 1991, rompió los moldes y se afianzó entre los grandes. Y si una pretemporada, aunque incluya partidos que generan falsas ilusiones, se revela decisiva para ensamblar a los jugadores, fortalecer la convivencia del grupo y poner piernas y pulmones a punto, no hay duda de que la grandeza del Deportivo tuvo en Vilalba uno de sus pilares.

Un campo, el estadio municipal de A Magdalena, recién inaugurado y dotado de buenas dimensiones y una distancia por carretera que se recorría desde A Coruña en apenas hora y media cuando aún no había autovías parecen razones más que suficientes para que la capital chairega fuese el lugar elegido por el Deportivo para sus concentraciones. A ello se le unía la existencia de una infraestructura hotelera adecuada: el Villamartín se convirtió en cuartel general veraniego durante varios años, y la imagen del autocar llevando a los jugadores del hotel al campo y del campo al hotel llegó a formar parte de las estampas cotidianas.

En 1994 acudió el Deportivo a Vilalba. Ya se había desplazado en la pretemporada anterior, pero ese año se presentaba en la capital chairega con un nivel que otros clubes aceptarían gustosos. Por un lado, había terminado como subcampeón una liga por la que luchó hasta el último minuto del último partido -recuérdese el famoso penalti fallado contra el Valencia-. Por otro, dos de los jugadores de su plantilla, Mauro Silva y Bebeto, acababan de ganar el campeonato mundial con la selección de Brasil.

 Copa del Rey

La estancia que hace 25 años desarrollaba el Deportivo en Vilalba acabaría siendo también especial. En primer lugar, Arsenio Iglesias dejaría el club al final de temporada tras haber sido, como entrenador, uno de los indiscutibles artífices de la consolidación del equipo. En segundo lugar, en 1995 el Deportivo ganó la final de Copa -de nuevo se cruzó el Valencia en su camino-, dando un evidente salto: el equipo que se granjeaba simpatías por tutear a los gallitos también era capaz de conquistar títulos.

La relación del Deportivo con Vilalba no terminó entonces. Diez años después, por ejemplo, la concentración deportivista tuvo lugar de nuevo en Vilalba con unas características especiales: Mauro Silva, uno de los grandes jugadores de la historia blanquiazul, se preparaba entonces para su último campeonato liguero.

El equipo volvió a Vilalba otras veces, y su vinculación, incluso sin la concentración en la localidad, se mantiene: este ,es jugó un partido de preparación contra la S.D. Ponferradina. Además, en cada estancia de pretemporada, solía jugar un partido contra el Racing Vilalbés.

Una localidad donde el club tiene fieles seguidores

La afición al fútbol está sobradamente comprobada en Vilalba, y el Deportivo figura como uno de los clubes que despiertan simpatías y afectos. Prueba de ello es que en los años cincuenta del siglo pasado se fundó una peña deportivista, y el sentimiento blanquiazul sigue presente. Incluso los veteranos del Deportivo acudieron a la localidad, en junio del 2013, para jugar, contra los veteranos del Racing Vilalbés, un partido con fines benéficos.