
Los niños de la zona afectada por la central nuclear no vendrán este año, pero se preocupan por la situación aquí
23 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.En la zona devastada por el accidente nuclear de Chernóbil, las noticias sobre los efectos de la pandemia por coronavirus en España preocuparon a las familias cuyos hijos tenían previsto llegar a Galicia el 26 de junio para pasar los tres meses de verano alejados de la radiación. El programa organizado desde hace más de 20 años por la asociación ourensana Ledicia Cativa se suspendió, pero deja tras de sí una lección vital: familias muy humildes se han ofrecido a ayudar en lo que puedan y enviar medicamentos si fuera necesario.
«Las noticias que llegaban a Rusia sobre España eran terribles. Hubo niños que incluso tenían miedo por nosotros, por el peligro que podíamos correr», explica Mercedes Gil Rodríguez, vicepresidenta de Ledicia Cativa, que en una junta directiva acordó en marzo suspender la acogida prevista para junio.
Para adoptar esta decisión tuvieron en cuenta los miedos que habían aflorado a uno y otro lado de una relación tejida a 5.000 kilómetros de distancia. «Las familias rusas no permitían a los niños venir porque tenían miedo de que enfermasen», apunta Gil Rodríguez, que también escuchó las inquietudes de las personas de acogida: «Nos hicieron reflexionar sobre la responsabilidad de que llegara un niño sano y pudiera enfermar aquí».
A la espera de que la cifra de contagios se contuviera y de que se restableciera el tránsito aéreo entre países, la asociación intentó salvar la actividad mediante un aplazamiento, pero no fue posible.
«Lo importante del programa que apoyan las autoridades rusas es la recuperación de la salud del niño, que pueda ayudarle a descontaminarse de la radiación a la que está expuesto el resto del año», explica Mercedes Gil, a la que le hubiera gustado detallar la situación de Galicia frente a la pandemia en contraste con otras autonomías más golpeadas como Madrid o Cataluña.
Técnica involuntaria de crisis
La vicepresidenta de Ledicia Cativa ejerce a día de hoy como técnica involuntaria de crisis, pues no es la primera con la que lidia. Las autoridades rusas ya mostraron su preocupación por las consecuencias que traería el hundimiento del Prestige en 2002 o la crisis del pepino en 2011, cuando España fue acusada por Alemania de un brote de e.coli. En ambas ocasiones, pudo transmitir a sus contrapartes la confianza necesaria para que todo siguiera según lo previsto.
Pese a la experiencia acumulada, Mercedes vuelve a sorprenderse con la generosidad rusa. «Te dan lo que tienen y lo que no tienen. Aquí se cae el estereotipo que tenemos de que son fríos o distantes. En el fondo se parecen bastante a los gallegos, retraídos, pero con un corazón enorme».
Precedente: la entrevista que acabó en crisis diplomática
Mercedes Gil recuerda el único precedente en el que fue suspendida la estancia veraniega de los niños de la zona de Chernóbil en Galicia. Un programa de televisión nocturno entrevistó en el año 2000 a dos niños que se habían criado en orfanatos rusos y que expusieron con crudeza la realidad de lo que habían vivido. Las monitoras de origen ruso que facilitan la acogida ya advirtieron de que traería problemas. Y así fue. Aquello irritó al Gobierno ruso y deterioró las relaciones diplomáticas con España.