












Los corredores se concentraron en la Muralla, el Rato, el Miño y la carretera de Ombreiro entre las ocho y las diez
03 may 2020 . Actualizado a las 18:36 h.Los lucenses apuraron ayer y no solo para correr, sino para cumplir con la franja horaria en la que está permitido el ejercicio al aire libre. Fueron pocos los que optaron por salir a las seis de la mañana y muchos los que se concentraron en varios puntos de la ciudad entre las ocho y media y las diez, cuando le tocaba el turno de salida a los mayores. La Muralla, el paseo del Rato y del Miño y la carretera de Ombreiro se convirtieron a esa hora en un hervidero en el que los deportistas trataron de mantener la distancia de seguridad.
«Yo paso de poner el despertador para ir a correr», señalaba ayer Marcos, que salió de la Milagrosa en dirección a la Muralla sobre las 7.45 horas: «A primera hora íbamos todos solos, por la derecha y el que adelantaba dejaba espacio, pero después había parejas, gente mayor por el medio, como un día normal».
En sentido contrario a las agujas del reloj
El área de Mobilidade del Concello recomendó ayer a la población que elija el adarve para hacer ejercicio que lo haga en el sentido contrario a las agujas del reloj para evitar que los usuarios se crucen.
Para Sonia, que subió a la Muralla para darle cuatro vueltas sobre las 8.45 horas, «había mucha más gente de lo normal, pero guardaban las distancias». Pese a que el monumento registra una cifra inusual de usuarios a una hora tan temprana de la mañana, para ella sigue siendo la mejor opción porque vive a solo un paso. «Lo que haré será madrugar para intentar no encontrarme a tanta gente», afirma.
Lo mismo comentaron algunos usuarios de la ruta circular que une el Club Fluvial hasta la estación de aguas vieja y permite regresar por la carretera de Ombreiro hasta el Puente Viejo. «Petado de bicis, gente caminando, otros corriendo», le transmitieron sus amigos a Susana, que optó por bajar de noche.
Tempraneros
En los extremos de la franja horaria para deportistas parece estar la clave para no exponerse a un riesgo de contagio. Iván salió hacia el parque de Paradai sobre las 6.50 horas. «Me dirigí al Rato y hasta las 7.15 horas me crucé con unas 15 personas que corrían, paseaban o andaban en bicicleta cuando un día normal como mucho te cruzas con dos o tres», señala.
En mayor o menor medida, madrugar para ellos estaba ayer justificado porque deseaban volver a estar en contacto con el aire libre después de 50 días. Con la respiración y el ritmo cardíaco un poco más acelerados de lo habitual, muchos esperan poder salir pronto con amigos. «Lo que más se añora es la compañía de la pandilla, pero muy contento con el avance», concluye Iván.