La cita previa ayuda, pero no salva, y hay quien «no da abasto»

LUGO

Ferreteria Do Barrio en la Plaza de Abastos de Lugo
Ferreteria Do Barrio en la Plaza de Abastos de Lugo OSCAR CELA

El pequeño comercio reinicia el contacto con su clientela a un ritmo lento, en contraste con el frenesí en ferreterías

08 may 2020 . Actualizado a las 18:05 h.

La cita previa fue la fórmula a la que muchos comercios se apuntaron el pasado lunes para citar a la clientela en sus locales. Al término de la semana, el ritmo al que se ha reiniciado esa relación a un lado y otro de la caja registradora es, en general, muy lento. La mayoría coincide en que esta fase cero no ha resultado un revulsivo en lo económico, pero sí en lo moral. Frente a esa tendencia hay contadas excepciones como las de las ferreterías, que dicen trabajar a los mismos niveles que antes del estado de alarma.

«Non damos abasto», reconoce Luis Penelas, de la ferretería Anglo, en la que decidieron prescindir de la lista de espera. En su lugar, han sacado el mostrador provisto de una mampara a la entrada de su local y desde ahí han capeado el temporal. En la ferretería Do Barrio ubicada en la Plaza de Abastos y mucho más pequeña, esta semana también han notado un repunte de trabajo. «Agora mesmo si que traballamos a niveis parecidos aos de antes de todo isto», afirma Roberto Corbeira.

En la misma situación se encuentra Verónica Marí, creadora de la marca de moda lucense Sopa de Nuez. Con solo dos pedidos en los dos meses anteriores, esta semana ha recibido 28. «Ni siquiera antes esa cifra era normal. Se nota muchísimo el repunte», señala.

Fase cero a casi cero

Sus casos son anecdóticos y contrastan con la mayoría de los comercios en los que, o bien han trabajado a puerta cerrada para abrir más en firme la semana que viene o han habilitado citas previas para atender en sus locales.

«Empezamos a abrir salones de forma paulatina, el lunes, miércoles y jueves», explica Ludi Quintás, encargada de la peluquería Aluma. No poder atender a más de un cliente a la vez es un freno. «En el salón de Campo Castillo trabajamos 14, que en un día normal podíamos llegar a atender 60 o 70 personas. Hoy somos cuatro y atendemos a cuatro clientas cada una», detalla.

Lo mismo ocurre en peluquerías más pequeñas, como la de Mari Paz Castro en la calle de los Guardias. «Lo veo todo muy parado y cada vez que tengo una clienta necesito mucho tiempo para desinfectar el local», relata.

«A tope de citas»

En el centro de estética Bioco, Elena Vilariño se ha volcado en proveerse de desinfectantes para dar las máximas garantías, más si cabe después de que varias clientas se hayan interesado por su protocolo de limpieza. Ya preparada, la semana que viene está «a tope de citas», como las que han llevado a los lectores hasta las librerías.

«Sobre todo a partir do segundo día tivemos moitas citas de xente que fixera pedidos todo este tempo e quería pasar a recollelos», apunta desde la librería Trama Carlos Coira, quien aprecia a «inxección de moral» que supuso el reencuentro por cita previa con sus lectores.

En Tótem, especializados en cómic, Miguel Vigo reconoce que esta semana ha vendido «por debajo de lo normal», pero señala que ha sido un «alivio» sentir que se avanza y que por fin entra gente en la tienda y que incluso «gasta un poco más». Pese a ello, considera que «aún queda mucho para recuperar los niveles de venta anteriores».

Gloria Fuertes, de Lectocosmos se muestra «esperanzada»: «Siento que nos están apoyando y creo que recuperaremos la normalidad en poco tiempo».

Frente a ellos, hay negocios que continúan conectados a una pantalla. En el centro de yoga Ikigai trabajan con gente mayor y su instructora Cecilia Cossio cree que es pronto para pasar de las clases online a las presenciales: «Veremos qué pasa la semana que viene, poco a poco».