
Carmen Lence, que asumió las riendas del grupo Leche Río, desveló en una charla las claves que rigen su modo de dirigir
12 sep 2020 . Actualizado a las 12:10 h.Hace poco más de un año que Carmen Lence asumió las riendas del grupo Leche Río. Lo hizo con el reto de liderar la compañía mirando hacia el futuro, y con la complejidad de cambiar la forma en la que durante décadas su padre, Jesús Lence, había manejado el negocio familiar. Porque, como Carmen recordó ayer en una charla organizada por el Igape para hablar de empresas familiares, «mi padre tenía muchísima intuición para la empresa y no necesitaba tener tanta información como yo. En mi caso, me rodeo de gente que en su sección sabe más que yo, escucho y pregunto». Dos maneras de gestionar la misma empresa, que Carmen contextualizó durante el encuentro online.
Cuando Carmen Lence habla, lo hace de manera clara, sosegada, racional y expresiva. Una combinación que desplegó ayer cuando compartió su forma de entender la gestión empresarial. «Hace 25 años tomé una decisión que cambió mi vida. En ese momento todo el mundo creía que tenía una vida perfecta: trabajaba en la empresa familiar liderando una unidad de negocio, tenía prestigio, seguridad económica y una buena proyección en la compañía. Sin embargo, yo me sentía un fraude». Y tenía su explicación. «No sentía que en el futuro fuera a ser capaz de liderar la empresa familiar porque para mi padre era difícil delegar. Sentía que solo seguía sus órdenes, por lo que el día que el no estuviese, ¿quién me iba a aprender? Por eso decidí irme».
Hacer las maletas rumbo a Londres le resultó duro. Primero, porque la gente a su alrededor no comprendía la decisión, y segundo, porque no quería hacer daño a su padre. «Sin embargo, fue la decisión acertada. Mi padre me reconoció que lo mejor que había hecho en ese momento fue marcharme, hacerme una mujer de mundo».
En la capital británica Carmen se topó con dificultades para cursar sus estudios universitarios por su nivel de inglés de entonces, con trabas para encontrar trabajo y con la intendencia de viajar todos los días una hora en metro. «Lo fácil era regresar, pero no lo hice». Eso le valió para comprobar que en la vida es necesario tomar decisiones por uno mismo, obviando las presiones, y afrontar la realidad con disciplina. Ese es uno de los consejos que receta a quien la escucha, que se abstraiga y no permita que otros marquen su camino. Ella lo ha puesto en práctica y ha comprobado que, aunque no es fácil, suele ser lo acertado.
Así gestiona Leche Río
Tras abandonar Lugo, Lence se labró un notable currículo en varias empresas, además de colaborar como profesora en la universidad de Berkeley. Y toda esa experiencia acumulada la ha puesto ahora al servicio de la empresa familiar, asumiendo desde el minuto uno que su forma de dirigir no sería como la de su padre.
«Fue un cambio cultural, pasamos de la gestión de mi padre a que todo el mundo asumimos responsabilidades». Para empezar, Lence intenta que cada empleado vea la compañía como suya, como un ente en el que todos crean valor no solo para sí mismos, sino también para los demás. «Es clave que todos nos impliquemos en la empresa y aportemos soluciones. Además, yo siempre digo que la persona más próxima al problema es el que tiene la solución».
Como ejemplo, recuerda una crisis en ventas que la firma tuvo hace algunos meses. Lence se reunió con las personas del departamento, con sobrada veteranía, y cuando ellos le preguntaron qué debía hacerse, «yo, como buena gallega, les respondí: ¿qué creéis vosotros?».
Porque «mi trabajo es preguntar, escuchar, apreciar y tomar decisiones». Y cuando habla de escuchar, se refiere a la atención plena, a centrarse en el trabajo al 100 %. Pero todo esto no funciona, considera la CEO de Leche Río, si no se consigue generar un clima de confianza con la gente que trabaja.
Liderar con el ejemplo
Sostiene Carmen Lence que para gestionar una compañía es clave tener mentalidad de crecimiento y promoverla, pero esto también exige «saber que vamos a equivocarnos. Yo apuesto por liderar con el ejemplo y eso exige reconocer que me equivoco y aprender del error. En esta empresa no celebramos las equivocaciones, pero sí celebramos el coraje y la mentalidad de crecimiento».
«Somos la única láctea gallega entre las diez primeras de España»
Cuando Carmen Lence analiza el contexto en el que se mueve su compañía, habla de una «dura realidad». Explica que todos los competidores de su sector son empresas mucho más grandes que la firma lucense, y que en algunos casos incluso pueden permitirse el lujo de perder dinero en España, puesto que las ventas en otros países lo compensan.
Además, apunta, «nuestros clientes son empresas enormes, y negociar con ellas es dificilísimo»; y para completar el círculo, «el consumo de leche no crece demasiado». Durante la pandemia el sector notó un repunte en las ventas de leche en los domicilios, pero el volumen que consumía la hostelería descendió, por lo que apenas hubo cambios en el cómputo global.
Pero incluso en este contexto de dificultades que Lence describe, la compañía lucense puede presumir de ser la «empresa más pequeña entre los grandes. La única láctea gallega entre las diez primeras de España».
La consejera delegada de Leche Río proclama orgullosa y reivindicativa que «somos la compañía que más leche recoge en Galicia y además la transformamos toda en Galicia. Dejamos todo el valor añadido aquí», de ahí que defina a la láctea lucense como «esencial para el mercado gallego». En ese sentido, recuerda que si el día de mañana cualquier gran corporación empresarial de fuera se hiciese con el capital de la firma fundada por Jesús Lence, el sector lácteo gallego estaría fuera.
La intención de la consejera delegada es que esto no suceda y para ello trabaja poniendo en práctica los conocimientos y la experiencia que fue acumulando a lo largo de los años. A su favor juega el conocimiento que tiene del mercado y su capacidad de trabajo. La forma de gestionar la empresa ha cambiado, pero la empresaria mantiene intacto el compromiso gallego. Una responsabilidad de la que quiere que se impregne toda la firma.