Conduciendo entre nieblas y radares

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS LUGO / LA VOZ

LUGO

Imagen del acceso de Arroxo (Lourenzá) este sábado por la mañana, con la A-8 cerrada por niebla
Imagen del acceso de Arroxo (Lourenzá) este sábado por la mañana, con la A-8 cerrada por niebla PALACIOS

En el tramo Lourenzá-Abadín de la A-8 se suceden los cortes y las multas

14 jun 2021 . Actualizado a las 13:05 h.

Hace ocho años, los 16 kilómetros de la autovía del Cantábrico (A-8) comprendidos entre Arroxo-Lourenzá y A Xesta (Abadín) eran famosos por no estar acabados. Las obras de la transcantábrica se dividían en dos tramos (Mondoñedo-Lindín y Lindín-Carreira) y eran los que faltaban para completar un trazado terminado en el resto de Galicia y en el resto del norte peninsular.

En febrero del 2014 se abrieron al tráfico, y esos 16 kilómetros pronto alcanzaron otra fama, relacionada con la niebla, especialmente densa en el alto do Fiouco. En ese lugar -situado en el municipio de A Pastoriza, a 698 metros, el punto de mayor altitud- y en el entorno la falta de visibilidad es tan grande que a menudo no queda otra solución que cerrar la A-8 a la circulación y desviar de nuevo el tráfico por la carretera N-634, como si la autovía aún fuese una aspiración y no una realidad en esa zona.

Los cortes de tráfico son consecuencia de la niebla, pero también, en cierto modo, del accidente en cadena que se registró en O Fiouco en julio del 2014, con decenas de coches implicados y una persona fallecida en una mañana de escasa visibilidad. También es consecuencia de ese accidente la presencia de dos radares de tramo, uno en cada sentido de la circulación.

Si la niebla es más o menos habitual en la A-8, hasta el punto de imponer su cierre al tráfico, por la proximidad de la costa, que motiva la formación de nubes estancadas en zonas como O Fiouco, ahora también lo es la abundancia de multas. Pese a tratarse de una zona en la que los cortes son frecuentes por poca visibilidad, se ha situado entre los 50 de España en los que se registran más infracciones por exceso de velocidad, según se desveló en días pasados. En la mayor parte de esa zona, ya desde que se abrió al tráfico en el 2014, la velocidad está limitada a 100 por hora.

En días como este sábado, con la autovía cerrada por niebla, usar la N-634 entre Arroxo y A Xesta es la medida que se adopta para turismos y camiones. En la vieja carretera nacional se realizó, a principios de los noventa, una mejora que incluyó actuaciones como las variantes de Vilanova de Lourenzá y de Mondoñedo; sin embargo, se dejó sin carril para vehículos lentos los últimos kilómetros de la subida a A Xesta y desde hace años está prohibido adelantar en la bajada de A Xesta a Mondoñedo. No es extraño, pues, que en esa parte de la carretera se formen a veces pequeñas caravanas. La falta de mantenimiento se nota desde en tramos que discurren por A Mariña y por la Terra Chá, y el Concello mindoniense, últimamente, ha pedido varias veces al Gobierno trabajos de mejora.

 

Alguna sorpresa

En un sábado cercano ya al comienzo del verano, es habitual la presencia de turismos a cuyos conductores no parece sorprenderles el cierre de la autovía. No obstante, alguno, al volante de un vehículo de matrícula extranjera, muestra alguna leve duda al tener que salir de la A-8 en Arroxo para continuar viaje por la carretera nacional.

Si las nieblas y los radares marcan el trayecto por la autovía del Cantábrico entre Lourenzá y Abadín, hay, desde hace años, planes del Gobierno para atenuar el impacto de la falta de visibilidad en esos 16 kilómetros. El año pasado empezaron ya las pruebas de unos sistemas que se dividen en dos grupos: por un lado, medidas de ayuda a la conducción; por otro, medidas de lucha contra la niebla.

600 horas

Los proyectos no han pasado hasta ahora de la fase de pruebas. Mientras tanto, días como el de ayer son un capítulo más que se suma a una amplia historia: la media anual de cierre de esos 16 kilómetros debido a la niebla se sitúa en 600 horas.