El cine de Guillermo del Toro —desde sus orígenes en 1993 con «Cronos»— es una clara apuesta por historias que se mueven como artefactos, como mecanismos entre lo real y lo ficticio, y donde sus personajes caminan en los bordes, en los límites, en la periferia de lo humano.
«El callejón de las almas perdidas», como lo fue su oscarizada «La forma del agua» (2017), es otro ejemplo de relato mágico entorno a criaturas abandonadas a su suerte en una vida cruel. El arranque del relato, ambientado en un circo tan horrible como familiar, es un juego de trucos e ilusiones, con tonos que inevitablemente recuerdan a la inolvidable «Freaks» (1932) de Tod Browning. En este marco, Del Toro se muestra cómodo, suelto y alcanza sus méritos como cineasta, siendo capaz de florecer el amor en un mundo de fealdad y crueldad.
Pero la película muda de registro cuando su pareja protagonista llega a la codiciosa ciudad, convirtiéndose la obra en una trama sórdida y donde aflora en mayor medida la miseria humana. En el circo, entre balas de paja y formoles con fetos, cada uno asume sus roles, pero en la ciudad, para Del Toro, todo es más oscuro y aparecen los peores instintos del ser humano. El problema radica en esa descompensación. Del Toro no alcanza el tono de cine negro y su historia se va hacia la deriva y el precipicio, solo salvado por su epílogo.
Estados Unidos. 2021. Dirigida por Guillermo del Toro. Reparto: Bradley Cooper, Rooney Mara, Cate Blanchett, Toni Collette, Willem Dafoe, David Strathairn
Cines Cristal y Yelmo