Feira de Santos de Abadín: desde cornos de gaita a fundas de cuero para el billar o máquinas de coser

María Guntín
María Guntín ABADÍN / LA VOZ

LUGO

Un año más, Gontán acogió un mercado en el que hubo ganado, pero también puestos de alimentación, sitio para comer pulpo o churrasco y muchas sorpresas

06 nov 2022 . Actualizado a las 11:12 h.

Pasear por la Feira de Santos de Gontán, en Abadín, es entender que aunque las costumbres cambian, hay tradiciones que perduran siglos. Desde un estuche de cuero, hecho a mano, para los palos del billar hasta una máquina de coser edición coleccionista, pasando por cornos de gaita, sin olvidar el mercado ganadero y las clásicas carpas para comer el día grande de feria.

Antonio se dedica a vender y reparar máquinas de coser antiguas. Con ediciones únicas, como antojo para coleccionistas, y natural de Vilalba, cuenta que lleva ya dos décadas acudiendo a la Feira de Santos de Gontán. «Eu sígoas vendendo, polo momento...», dice el vilalbés.

Máximo, de República Dominicana a As Pontes para ser zapatero: «Me fui enganchando al cuero, y aquí estoy»

Máximo, dominicano de nacimiento pero residente en el ayuntamiento lucense de As Pontes, trabaja el cuero. Todo lo que ofrece en su puesto, que atrajo este sábado a multitud de curiosos y compradores, está hecho a mano.

Zapatero de oficio, explica que el suyo es un oficio en extinción y dice convencido que «va a desaparecer rápido». Aprendió de otro maestro de Santa Cruz de Oleiros, pero él ya había trabajado en el mundo de la moda en su país natal, ya que su madre tenía un taller de costura en casa.

Empezó la universidad, pero una ingeniería mecánica se le resistió y ahora se dedica a reparar calzado y a crear. «Me fui enganchando al cuero, y aquí estoy», detalla. Sin embargo, confiesa que la pandemia ha hecho que el negocio peligre, por lo que busca ofrecer objetos cada vez más especiales para atraer así nuevo público.

Antonio y Máximo son dos de los cientos de comerciantes que el sábado 5 de noviembre se dieron cita en Gontán. Un reguero de gente recorriendo las calles pasadas las 12 del mediodía inauguraban de manera oficial el día de feria.

Aquí, puestos de antigüedades conviven con el mercadillo textil y las numerosas carpas repletas de comensales -el pulpo se ofreció a 12 euros la ración y el churrasco, a 11-.

Xabier Paz, ganadero: «O ano pasado os cabalos estaban polas nubes; este, cambiou o conto»

Xabier Paz (derecha) acudió a la Feira de Santos de Abadín para comprar potros, pero también vendió un caballo (el de la imagen)
Xabier Paz (derecha) acudió a la Feira de Santos de Abadín para comprar potros, pero también vendió un caballo (el de la imagen) Manuel Guede

Xabier Paz, uno de los ganaderos más jóvenes de la provincia de Lugo, llegó también a la feria con la vista puesta en incorporar potros a su explotación. Solo trajo consigo un caballo, que vendió pasada la una del mediodía por menos de 5.000 euros. Y los precios han bajado, explica él. Mientras que la escasez de novillas triplica los precios, con el ganado equino ocurre todo lo contrario. «O ano pasado estaban polas nubes; este, cambiou o conto», dice el ganadero, que tiene ahora mismo más de 350 caballos.

En el mercado ganadero de la feria también hubo vacas, terneros y burros.

José Ares, torneiro: desde instrumentos musicales a utensilios de cocina, pero todo de madera

José Ares, torneiro de Ribeira de Piquín, tocando un corno de gaita que él mismo elabora
José Ares, torneiro de Ribeira de Piquín, tocando un corno de gaita que él mismo elabora Manuel Guede

Continuando el recorrido de la feria, parece que una jornada no basta para disfrutarla entera. Entre quesos, jamones, chorizo, fruta, nueces, miel, grelos y hasta conejos, aparece José Ares, torneiro de Ribeira de Piquín, uno de los pocos que quedan por la provincia e incluso por Galicia.

Él, que lleva más de una década acudiendo a la Feira de Santos, ofrece desde un carrizo (instrumento musical que se toca con dos dedos, como un pequeño silbato, que simula el canto del pájaro del mismo nombre), hasta peitoques y mantoques (que él mismo ha bautizado y o bien se tocan, como el propio nombre indica, colgados del cuello, o con las manos).

«Se non soubera tocar, non os vendía», cuenta José, orgulloso de sus piezas, todas hechas con madera. Además, ofrece tarrañolas, cornos de gaita, batidoras para el chocolate... Juguetes, instrumentos musicales y utensilios de cocina -hace hasta flores- salen de sus propios árboles, puesto que el lucense se encarga de cortar la madera y de darle forma para después venderla.

Un pimentón especial para el pulpo que llega de Cáceres

Y como guinda final a la Feira de Santos, Joaquín ofrece pìmentón especial para el pulpo gallego, hecho a base de pimiento de variedad jeromín. «Este pica, pero no te quema la boca. Tiene sabor y no estropea el pulpo», cuenta el agricultor, que llega desde Jaraíz de La Vera, en Cáceres.

Ni los cortacésped se escapan de la Feira de Santos de Abadín. Churrerías, ropa, embutidos, quesos y postres de todos los rincones de la geografía convivieron un año más y permitieron disfrutar a los asistentes de una jornada repleta de curiosidades, comida rica y buena compañía.