El PET-TC del HULA, diagnósticos de precisión desde Medicina Nuclear: «Le cambiamos la vida a la gente»

María Guntín
María Guntín LUGO / LA VOZ

LUGO

A la izquierda, OMar Rodríguez y a la derecha, Estephany Abou, especialistas en Medicina Nuclear
A la izquierda, OMar Rodríguez y a la derecha, Estephany Abou, especialistas en Medicina Nuclear OSCAR CELA

Esta prueba se sitúa en el centro de las decisiones clinicas y, tras cuatro meses funcionando, los especialistas del servicio hacen una valoración muy positiva

11 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El PET-TC del Hospital Universitario Lucus Augusti de Lugo (HULA) empezó a funcionar a finales del pasado mes de septiembre tras una inversión de más de dos millones y medio de euros por parte de la Xunta de Galicia, a través de fondos europeos Next Generation. En apenas cuatro meses, unos 440 pacientes se han sometido a estas pruebas, que están en el centro de las decisiones clínicas. Es decir, son las grandes aliadas de buena parte de los médicos que trabajan en el hospital lucense.

Pero, ¿qué es un PET-TC? Se trata, tal y como explican los dos médicos especialistas en Medicina Nuclear del HULA, Estephany Abou y Omar Rodríguez, de un equipo de última generación que permite diagnosticar y hacer el seguimiento de numerosas enfermedades, ya que posibilita la detección de tumores antes de que sean apreciados por otras técnicas, facilitando así un diagnóstico precoz y en fases menos avanzadas de las enfermedades. Además, ofrece una gran precisión en procesos oncológicos, pero también se utiliza en pacientes neurológicos, con demencias, o cardiópatas, entre otros.

Detección precoz y prevención

En concreto, el PET-TC combina un la tecnología PET (tomografía por emisión de positrones) con un tomógrafo computarizado. A través de esta prueba se puede ver el funcionamiento y metabolismo de los tejidos, hasta el punto de poder observar el comportamiento anómalo de las células antes de que estas formen un tumor detectable por los sistemas de diagnóstico convencionales.

Por tanto, se pueden diagnosticar enfermedades cuando aún no presentan síntomas físicos, lo que implica una detección precoz y a la vez posibilita la prevención de cáncer y de otras enfermedades, aumentando así la supervivencia de los pacientes. El TC, por su parte, facilita imágenes anatómicas de alta resolución. En resumen, dos técnicas de tecnología puntera que se fusionan para ofrecer ampliar las posibilidades diagnósticas de los lucenses.

«El PET-TC cambia líneas de tratamiento, nos indica cómo manejar a los pacientes, nos habla de su evolución clínica...», explican los dos médicos especialistas, que reciben a pacientes de todo el Área Sanitaria de A Mariña, Lugo y Monforte de Lemos.

Pero la puesta en marcha de este equipo, instalado en la Unidade de Medicina Nuclear del HULA, requirió de unas obras complejas por necesitar de una infraestructura especial, que tiene en cuenta la radiación, y que se desarrollaron gracias a un equipo sanitario coordinado y eficaz: «Esto es fruto de un trabajo conjunto, las enfermeras tuvieron que formarse y la gerencia colaboró mucho con nosotros», dice la doctora Abou, que junto a su compañero se encargó de coordinar todo el proceso. «Nos apasiona lo que hacemos», coinciden en decir los dos. Junto a ellos trabaja una supervisora de enfermería, otros dos enfermeros, dos técnicas y un celador. 

El día a día en el servicio es un frenesí. Los sanitarios llevan medidores de radiación en el bolsillo de la bata que son controlados mensualmente. ¿Irradiarse? «Nos hemos formado para esto, hay muchos protocolos que seguimos a rajatabla», aseguran.

«La parte del PET es la radiación, que va del paciente a la máquina y en el TC es la máquina la que dispara, y ahí sí recibe la radiación», desgrana Omar. Es decir, primero se estudia la parte metabólica, que permite saber si un tumor está vivo o muerto y después, las imágenes cobran vida propia para completar la prueba y ofrecer una buena definición. El PET va de la mano del TC ya que los estudios se complementan y permiten tener una visión completa, facilitando así diagnósticos muy precisos.

 Así funcionan

Cuando un paciente acude al HULA para someterse a estas pruebas, lo primero que se encuentra es con la zona de secretaría. Allí espera a la celadora y empieza un proceso que está completamente automatizado. «La secretaria pulsa un botón que hace que la enfermera sepa que el paciente ya ha llegado», precisa la doctora Abou. Entonces, llega el momento de pasar por la báscula: «Es muy importante tallarlos porque la dosis que les inyectamos después varía en función del peso del paciente», añade.

Seguidamente, el paciente ingresa en un box con cama, silla y espacio para dejar sus pertenencias. Un técnico se encarga de llevarlo hasta la máquina que prepara el compuesto inyectable, un derivado de la glucosa en el 90 % de los casos, aunque en función del estudio cambian los radiofármacos. «La máquina se encarga de preparar el vial, solo hay que meterle los datos del paciente. Esto hace que los sanitarios no tengan que manipular las dosis a mano y, por tanto, que el enfermero no se irradie», desgranan los especialistas. Después, el paciente regresa al box y tiene que esperar entre una y dos horas descansando, «lo recomendable es que estén tranquilos, durmiendo si es posible». Durante este tiempo, ese derivado de la glucosa se distribuye. Llega el momento de la prueba, completamente indolora ya que solo tienen que tumbarse y seguir las indicaciones de los profesionales. «Después, directamente, se visten y van a casa», finalizan.

La mayor parte de los pacientes son oncológicos, aunque esta prueba también se usa en estudios de inflamación, autoninmunes... «La técnica se presta para muchos tipos de pacientes y también hay radiofármacos que podemos inyectar para ver un cáncer tan específico como el de próstata», completa Rodríguez. 

Comités clínicos

Los dos médicos especialistas en Medicina Nuclear, Estephany y Omar, también forman parte de diez comités clínicos en los que se decide la forma de proceder con cada paciente. 

El servicio, que lleva ocho años funcionando, tiene una precisión de reloj suizo, tal y como detalla la doctora Abui: «Si no funciona perfecto, vamos mal».

Una técnica de vanguardia

«La Medicina Nuclear es una técnica de imagen de vanguardia en el diagnóstico, seguimiento y sospecha de residuos de enfermedades, especialmente en las oncológicas, inflamatorias, autoinmunes o infecciosas, entre otras», subraya Abou, que también prevé que el servicio siga creciendo en los próximos años: «Es inevitable, ten en cuenta que aquí ya raramente remitimos pacientes fuera».

El diagnóstico, que va de la mano del PET-TC, es el primer paso para tratar al paciente, de ahí la importancia de esta prueba. «Nosotros damos servicio al resto de servicios y recibimos peticiones de todo el hospital, desde Cardiología a Traumatología. Conseguimos cambiarle la vida a la gente», dice la especialista. Por eso, el trabajo de este equipo se traslada desde el edificio técnico del HULA en el que está instalada la unidad hasta los quirófanos.