Es un estado positivo del ánimo más o menos prolongado. Un concepto vago, relativo, pues hay gente que es feliz con nada, y haylos que aún siendo millonarios viven la vida entera en un estado de penumbra emocional severa. Como hay quien anda a 0º en manga corta y quien con 20º lleva bufanda. Sí, la felicidad es algo así como una racha de momentos de alegría entre dos momentos negros. Debería haber un instrumento que la midiera. El Contentómetro, por ejemplo. ¿Cuán feliz nos anda, caballero?... Veamos… 38,9. Estupendo, disfrute del momento. Pero no lo hay, entonces, ¿cómo diablos se mide eso? ¿Somos felices los lucenses? Pues hay quien dice que no, que más bien somos tirando a lúgubres y depresivos, que en nuestro espíritu influye el clima y en lugar de andar el día entero dando palmas con el ole y arsa como el andaluz, nos disfrazamos por el Carnaval, el Arde Lucus e aí che vai. Quien esto afirma se basa para ello en que somos de las provincias con mayor tasa de suicidios. Pues si eso es cierto, no sé yo cómo podemos remediarlo. Sé que algo hay en nuestros sesos que se llama Serotonina; un neurotransmisor que, como su nombre indica, nos transmite en onda media a través de las neuronas decisiones del cerebro, pues es quien fija en cada instante el listón de tu alegría. Tiene como socios a la Dopamina y la Endorfina y juntos manipulan a su antojo este complejo guirigay. En fin, que los verdaderos responsables de nuestro estado emocional son ellos. Me gustaría conocerlos, llegar en mi ventana aquí en el alto a algún acuerdo y esparcir por ahí abajo polvo de felicidad. Por soñar que no quede. Madia leva, que decimos los lucenses.