Un ensayo del Arde Lucus del futuro: tambores, gritos y monopatines convertidos en caballos en el popular desfile infantil

LUGO



























Varios miles de escolares de Lugo desfilaron por la ciudad demostrando que el relevo generacional está en marcha
15 jun 2025 . Actualizado a las 19:36 h.El Arde Lucus tiene cantera. Lo volvió a demostrar este domingo cuando varios miles de escolares de la ciudad, acompañados de familiares, se echaron a la calle ataviados de romanos y castrexos para demostrar que el relevo generacional para la fiesta de recreación histórica de Lugo está en camino.
Como siempre, el desfile de escolares sacó más de una sonrisa al público que se apostaba a lo largo del recorrido. Desde el principio de la ruta, que partió de la peatonalizada Praza de Santo Domingo, quedó claro el alma de percusionistas (con más o menos maña para la música) que habita en la mitad del alumnado lucense. El que más, el que menos, llevaba colgado un tambor o una pandereta con la que advertía al espectador de que llegaban las huestes romanas o castrexas. Que se preparasen y mirasen.
La marcha castrense de los más pequeños, que se veía bien ensayada, solo se rompía cuando los senadores lanzaban monedas de oro rellenas de chocolate. Ahí, no había disciplina militar que mandase. Lo primero era la chuchería, y luego ya se seguiría con el desfile. Así era que cuando los colegios pasaban por delante de las autoridades, lideradas por el alcalde, los concejales, el César y el Senado, el ritmo cambiaba de marcha.
Entre gritos de guerra, carreras a todo trapo y hasta algún asalto infantil a la Muralla a la altura de A Mosqueira, transcurrió un recorrido en el que se vieron mascotas, patines convertidos en caballos —e incluso en unicornios— mucho carrito revestido de pieles o sedas, y algún que otro palio que cobijaba a las camadas más jóvenes de la fiesta. Incluso algún zancudo lideró a uno de los centros. El Rosalía y el As Mercedes fueron de los que más jarana montaron, y estos, ataviados de galaicos, incluso llevaban por grito de guerra «¡romano el que no bote!».
Lo importante era que los más pequeños lo disfrutasen y se enganchasen al espíritu del Arde Lucus, y por sus caras, se consiguió. En muchos rostros se percibía el orgullo de desfilar ante un público entre el que había familiares, conocidos y mucho turista encantado con el espectáculo. El desfile de los escolares se ha convertido en una cita clave en la fiesta de Lucus Augusti, y esta edición se volvió a demostrar. Si nada se tuerce, hay recambio para las tropas que necesiten un retiro.