Eulogio Carballido, el cura de la Terra Chá que ya tiene una plaza en Roma por su entrega a los vecinos

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS VILALBA / LA VOZ

BEGONTE

El sacerdote Eugenio Carballido con el papa Juan Pablo
El sacerdote Eugenio Carballido con el papa Juan Pablo CEDIDA

En la Ciudad Eterna fue párroco durante más de treinta años, aunque está enterrado en Begonte, donde nació

17 oct 2023 . Actualizado a las 13:00 h.

De la Terra Chá a Roma. Si todos los caminos conducen a la capital italiana, no puede sorprender que una persona con estudios eclesiásticos vaya a la Ciudad Eterna. Ese fue el itinerario de Eulogio Carballido, que nació en la parroquia de Illán (Begonte) y que desde hace días tiene una plaza en Roma, en donde vivió más de la mitad de su vida.

Nacido en la citada parroquia begontina en 1932, estudió en el Seminario de Mondoñedo. Tras ordenarse, desempeñó en ese centro responsabilidades como profesor y como administrador. Su traslado a Roma en los años sesenta estaba relacionado con una ampliación de estudios, pero acabó asentándose en la zona de Prima Porta, al norte de la ciudad, y aceptado por los vecinos como uno más. El sacerdote Benito Méndez, que entre otros cargos es canónigo de la catedral de Mondoñedo y director del anuario Estudios Mindonienses, lo conoció allí décadas después, ya que también se marchó a Roma a ampliar estudios tras ser ordenado.

La parroquia de San Urbano y de San Lorenzo fue su primer destino. A finales de los setenta se trasladó a la de San Alberto María de Ligorio, en donde lo conoció Méndez. «Era un cura da xente», recordó este lunes. Así se refería a su entrega a los feligreses. Un día en que fue a visitar a Eulogio Carballido, llegó a la parroquia y no estaba. Poco después llegaron dos vecinos con un ramo de flores, algo que lo sorprendió un poco. Esos dos hombres se marcharon minutos después, al ver que el cura no llegaba, y le dejaron un aviso: las flores eran una muestra de gratitud de ellos y de otros, todos miembros del Partido Comunista de Italia, trasladaban al párroco por haber cedido un espacio para una reunión.

Benito Méndez llegó a ser colaborador suyo en la parroquia, a la que iba los domingos para participar en los oficios religiosos, durante años. Ese contacto le permitió apreciar más detalles. Comprobó que la preocupación del sacerdote por los vecinos era total. «Era un home de gran corazón. As súas portas estaban abertas a todo o mundo», dijo. También observó que los niños acudían a la catequesis de la Iglesia católica al margen de las ideas políticas de sus padres, incluso si estos simpatizaban con el PCI.

Carballido vivió en Roma hasta su muerte, en el año 2000, aunque está enterrado en su parroquia natal. Méndez insistió en el aprecio que el fallecido sacerdote había suscitado en la parroquia. «Era un home querido por todos», destacó. Por ello considera que es «absolutamente» merecido que se le haya dedicado una plaza en el lugar donde pasó más de treinta años. Ramón Otero Couso, párroco en Ferrol y canónigo, coincidió con Carballido en el Seminario, y comentó este lunes que tenía de él «un gran recordo».