Grolos custodia la tradición del pulpo en sus ferias del 23

Laura López LUGO / LA VOZ

GUNTÍN

La Pulpería Ruzo (en la imagen, Plácido Ruzo), de O Carballiño, es una de las dos que acuden a la feria de Grolos.
La Pulpería Ruzo (en la imagen, Plácido Ruzo), de O Carballiño, es una de las dos que acuden a la feria de Grolos. ALBERTO LÓPEZ

Esta aldea de Guntín mantiene su cita mensual y llega a reunir a cientos de personas

23 abr 2022 . Actualizado a las 18:57 h.

Hubo un tiempo en el que la agenda de ocio de los lucenses estaba marcada por el calendario de ferias. Eran las citas por excelencia para comprar o vender, para comer el pulpo y, sobre todo, para socializar. El número de ferias fue descendiendo, al igual que sus dimensiones: apenas quedan mercados con ganado, por ejemplo. Sin embargo, el calendario de ferias sigue vivo en la memoria de muchos vecinos, como los que se encontraban este sábado en la de Grolos, en Guntín, una de esas citas que resisten y que mantiene viva la tradición de comer el pulpo. Cada día 23, la aldea se llena de visitantes y hay jornadas en que se cuentan por varios centenares.

Trabajadores de la Pulpería Neira, de Sarria, preparando las mesas para el pulpo en Grolos
Trabajadores de la Pulpería Neira, de Sarria, preparando las mesas para el pulpo en Grolos ALBERTO LÓPEZ

Desde primera hora de la mañana, a pesar de la lluvia, los dos puestos de pulpo que cada mes acuden a Grolos, preparaban mesas, platos y calderos para servir cientos de raciones. De hecho, en uno de los dos bares de la aldea tenían reservas para medio centenar de personas, además de quienes acuden sin cita. «Levamos doce anos vindo aquí, isto é coma as feiras de antes, e vén tanto xente nova coma maior», explicaba Adrián Neira, de la pulpería Neira, de Sarria. La mayoría de los que acuden son habituales y suelen reservar, aunque en agosto la afluencia se multiplica por la llegada de los veraneantes. El listado de ferias que recorren fue reduciéndose, pero aún acuden a las de Sarria, Pedrafita, Becerreá, O Incio, A Pobra de San Xiao y Triacastela.

Menos tiempo lleva yendo a la feria de Grolos la pulpería Ruzo, de O Carballiño: «Empezamos a vir hai catro anos», explica Plácido Ruzo, quien matiza que suelen servir unas 200 raciones de pulpo, salvo en verano, que la cifra aumenta. «A maioría da xente vén comer aquí, pero tamén hai quen encarga para levar», continúa.

Carmen Rey lleva más de cincuenta años en el bar Avelino, que se llena cada 23.
Carmen Rey lleva más de cincuenta años en el bar Avelino, que se llena cada 23. ALBERTO LÓPEZ

Quienes conocen a fondo las entrañas de la feria de Grolos son sus vecinos. Carmen Rey, del Bar Avelino, es historia viva de esta feria. En su local, que lleva más de medio siglo funcionando, habilitan mesas y sirven cachelos, postre y cafés para quienes acuden a tomar el pulpo. Curiosamente, cuenta que «hai máis xente cando cadra entre semana e non na fin de semana, porque hai quen traballa, vén comer ao mediodía, e volve marchar».

También Juan Manuel Rey Gómez, vecino de Grolos, vivió los tiempos de esplendor de esta feria: «Aquí chegou a haber seis bares e unha perruquería que abría só os días de feira», recuerda. El mercado se organizaba entonces en diferentes espacios: «Na parte de abaixo púñase a que lle chamaban ‘feira das mulleres’, é dicir, a venda de pitas, coellos, leitugas, tomates... Nos postos numerados colocábanse os quincalleiros que viñan de Lugo, e na parte alta, o gando. Pero desde hai máis de trinta anos, aquí vense solo a comer», relata. A comer, y a socializar, como apunta bromeando su amigo Elías Infante, de Recelle (Portomarín): «Eu recorro todas as feiras porque estou solteiro e estou a ver se coñezo a alguén».