La falta de iluminación limita el uso de la Muralla romana de Lugo después de media tarde
LUGO CIUDAD
En los meses de invierno la escasa luz condiciona a corredores y caminantes
26 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.La Muralla romana de Lugo tiene dos grandes particularidades. Una es que es la única del mundo que hoy se puede caminar entera, y la otra es que es un monumento «usado» por la ciudadanía, ya que a diario miles de personas utilizan su adarve ya sea para pasear, correr o como atajo.
El problema es que este uso, durante los meses de invierno, se ve limitado. A pesar de contar con un sistema de iluminación, esta es tan tenue que de noche uno tiene que prestar especial atención a dónde pisa. Para un corredor esto supone un engorro y un peligro a nivel de tropezones y lesiones. Y para los que prefieren pasear a ritmo más pausado, lo mismo. Tienen que ir con la mirada bien atenta al suelo para no llevarse un disgusto.
Hay que tener en cuenta que la superficie del adarve no es regular. Está cuajada de zonas enrejadas que permiten ver las antiguas escaleras, hay pequeñas irregularidades que ayudan a drenar el agua y también hay agujeros. Sobre todo durante la época de lluvia suelen formarse fochancas de mayor o menor tamaño que hay que esquivar, y uno también puede encontrarse piedras a lo largo del recorrido.
Ver todos estos pequeños obstáculos de noche, con la tenue iluminación que hay en el adarve, es complejo, y todavía se vuelve más cuesta arriba si las luminarias están estropeadas. La semana pasada, sin ir más lejos, en el tramo que comprende desde la puerta de Bispo Odoario a la Praza de Pío XII había una veintena de focos que no funcionaban. Y a lo largo de los 2,4 kilómetros de Muralla, hay más luces fundidas.
Hay zonas del recorrido en que la iluminación de los edificios próximos amortigua esa carencia de luz, pero hay otras en las que apenas se ve cuando cae la noche. Los asiduos a correr o caminar por la Muralla saben lo que supone esta dificultad y hay quien incluso ya pisa el adarve con pequeños focos para ver bien por dónde camina.
El horario de invierno
El problema de la falta de visión del adarve a la hora de utilizarse para pasear o correr se hace patente en los meses del otoño y el invierno, ya que durante la primavera y el verano la duración del día deja mucho más margen a los usuarios.
En estas fechas, por ejemplo, no hay claridad antes de las ocho y media de la mañana, mientras que a partir de las seis y media de la tarde ya es de noche. Si alguien sale de trabajar a las 7 o a las 8 de la tarde y quiere irse a la Muralla a correr, lo hará sabiendo que tendrá poca iluminación. En verano, con los días largos, el problema ya desaparece.
La seguridad
Pero hay otro elemento a tener en cuenta en lo que al adarve se refiere, y es la seguridad. Una iluminación tan tenue no traslada la sensación de seguridad, sino más bien al contrario, lo que puede privar a los usuarios de utilizar un espacio óptimo para pasear o practicar ejercicio en el centro de la ciudad. Pocos lugares pueden presumir de tener una zona delimitada, sin acceso al tráfico, en pleno corazón de la ciudad.
La tendencia actual es apostar por iluminaciones que tienen en cuenta la perspectiva de género y que buscan aportar la suficiente luz en los espacios como para evitar que los ciudadanos, especialmente las mujeres, puedan sentir miedo.
Bien es cierto que la necesidad de iluminación ha de conjugarse en el caso de la Muralla de Lugo con la protección y el cuidado que exige un monumento histórico catalogado como Patrimonio Mundial.
La Xunta alega que la iluminación está diseñada con criterios de respeto al monumento
Explica la Xunta que la iluminación de la Muralla está diseñada bajo criterios técnicos que respetan la integración del monumento en su entorno. La semana pasada, tras recibir el aviso de que varias luminarias se encontraban fundidas, ya se solucionó el problema.
En lo que respecta al pavimento, aseguran que existe un mantenimiento de acuerdo con la planificación y teniendo en cuenta las condiciones climáticas de cada momento.
Cerca de 400 luminarias antivandalismo que cumplen una década de vida
El 30 de diciembre del año 2013 la Xunta inauguraba la nueva iluminación del adarve de la Muralla, una intervención en la que invirtió 165.000 euros. El cambio del sistema llegaba para mejorar la eficiencia energética y también para cortar los constantes robos de luces que se producían en el Patrimonio Mundial desde que en el año 2000 había estrenado su primer sistema de iluminación.
En total, se instalaron 397 nuevas luminarias con lámparas LED que sustituían a las halógenas. Se trató de puntos de luz cuyo diseño se basaba en su compatibilidad con los valores culturales del monumento, con un mejor funcionamiento y mayor longevidad.
Las piezas en cuestión pasan casi desapercibidas a la luz del día y a nivel lumínico encajaban con los criterios de iluminación que se consideraron compatibles con el monumento y su uso.