Se intuye que Quiroga Vázquez, que fue juez municipal de Sarria al principio de la República, no simpatizaba con el régimen de Franco e intentó que la fundación no fuese sometida a los manejos del Movimiento Nacional. Y por eso, el 20 de diciembre de 1959 la Subsecretaría de la Dirección General de Enseñanza Primaria ordenó, en los tiempos oscuros del final de la posguerra, que se incoase un expediente de destitución de José Quiroga, el patrono por derecho de la fundación. El acusado, por el mero hecho de serlo, y de entorpecer el interés de las autoridades locales, se convirtió en culpable y trataron de imputarle los siguientes cargos: incumplimiento de las funciones inherentes a su cargo; incumplimiento de la voluntad del fundador al dejar desatendida la enseñanza; desobediencia a las órdenes del protectorado, especialmente en cuanto a la formación del inventario; negar toda intervención en la vida de la institución a su copatrono, don José (sic) Corbal, y actuación totalmente negligente en el desempeño de sus funciones que provocó la progresiva decadencia del colegio fundacional.
Desde ese momento, el patrono José Quiroga quedó en el centro del huracán. No pudieron imputarle ningún delito de índole económico, que es lo que afanosamente buscaron, y se intuye que Jesús Corbal no fue ajeno, como autor intelectual, a las acusaciones contra Quiroga Vázquez. Esta intervención del aparato del Movimiento coincidió con la llegada al poder en Cuba de Fidel Castro, que también perjudicó la situación económica de la institución, aunque no tanto como se transmitió. Por orden de 30 de diciembre de 1959 se confirmó la suspensión provisional del patrono de la fundación después de 46 años de fideicomisario, el que más tiempo permaneció en el cargo, encargándose del gobierno provisional de la obra pía una junta patronal. Esta decisión nació después de estimar que la situación presentaba «caracteres de extremada urgencia».
Punta de lanza
Paralelo a esta decisión, la Junta Provincial de Beneficencia trasladó a la Dirección General de Enseñanza Primaria un comunicado del otro patrón, el alcalde de Dumbría, Jesús Corbal Sendón, pidiendo se le aceptase la dimisión de su cargo, «en razón al exceso de sus ocupaciones». Su misión de punta de lanza y caballo de Troya de la posible, o hipotética, conspiración, se había cumplido. Y por eso el Ministerio de Educación le dio las gracias «por el espíritu de cooperación demostrado».
Mientras no se sustanciase el expediente de destitución, la junta propuso nombrar con carácter provisional (sic), una junta de patronato integrada por el alcalde de Cee, el cura párroco y el juez de paz. El primero y el tercero nombrados por la maquinaria del Movimiento. Esta junta debería hacerse cargo de los bienes fundacionales y requerir al patrono suspendido que hiciese entrega de ellos y «caso de que el citado señor hiciera resistencia a la referida entrega, deberá requerir don Jesús Corbal, para que, a su presencia y con las debidas garantías de fe, se inventaríe cuanto contiene el colegio fundacional».
Nombrado un juez instructor, en el expediente consta la respuesta de José Quiroga negando taxativa las acusaciones que le hicieron. En agosto de 1963, el juez propone que procedía la destitución, con pérdida de todos los derechos. Y cuando intentaron notificar al expedientado, este había fallecido el 10 de enero de 1964, y por este motivo, en un considerando de la resolución se afirma que, «teniendo en cuenta la índole de las responsabilidades que en el expediente de carácter disciplinario se imputan, exclusivamente de carácter disciplinario y en modo alguno económicas, las responsabilidades se extinguieron con la muerte del expedientado». Por lo tanto, sobreseyeron el expediente y quedó vía libre: la gobernanza de la fundación quedaba controlada por el régimen en contra de lo establecido por el fundador. Y los fideicomisarios desaparecieron para siempre.
Con el fallecimiento del último patrono de la fundación elegido según lo establecido por el filántropo, se rompió la cadena y terminó la mejor etapa, de más de setenta años, y el mejor retrato. Tampoco tomó posesión el hijo de Quiroga, al que había nombrado en su testamento. Así, el deseo póstumo del filántropo, en la elección de fideocomisarios que administrasen y mantuviesen su obra viva, dejó de cumplirse. El régimen del 18 de julio había decidido asaltarla con la disculpa de salvarla. Esta es la legitimidad actual y esa es la realidad adaptada ahora a los tiempos de la democracia.