![José Pardo afeitando a un peregrino de Sicilia](https://img.lavdg.com/sc/uBeFM1oT5KNUosiL5vE4HqUvRZQ=/480x/2023/06/27/00121687885381402229598/Foto/L27J3068.jpg)
José Pardo lleva medio siglo acicalando a los vecinos y ahora también a los peregrinos, su local es una reliquia del casco histórico
28 jun 2023 . Actualizado a las 21:07 h.En el casco histórico de Sarria, entre los albergues y locales de hostelería para peregrinos, queda un vestigio de lo que fue el barrio más preciado de la localidad. Bajo la Igrexa de Santa María, resiste una barbería desde hace más de 70 años. José Pardo, a sus 80 años, continúa con el negocio que inició su padre porque para él ya es una forma de entretenimiento.
En la Rúa Maior, la barbería del padre de José Pardo era uno de los cuatro o cinco negocios del mismo oficio que había en el casco histórico. Todavía cuando Pardo no se había planteado qué sería de su futuro, a los diez años, su padre falleció de una peritonitis en apenas unos días.
«Non quedou outra que seguir co negocio», recuerda. A los diez años todavía era muy pequeño, así que su madre contrató a otro hombre para que siguiera con el negocio. En cuanto Pardo estuvo preparado, a los 19 años, pasó a ser quien arreglase a cientos de hombres del pueblo. «Non tiña moito mais ao que agarrarme, empecei por necesidade», resalta.
Cuando su padre todavía trabajaba era muy pequeño, así que el sarriano cuenta que no tuvo maestro sino que simplemente aprendió «mirando». Pardo heredó los clientes de su padre. En el casco histórico vivían alcaldes, familias importantes, directores de Correos o de las principales empresas del pueblo. Todos ellos pasaron por sus sillones.
También acudían el resto de vecinos, especialmente cuando había feria. «Viñan arreglarse antes das festas, pero daquelas había moita mais xente porque era feira de gando, agora só van comer o pulpo». Aun así, parece que las fechas se siguen notando, como este San Juan.
De navajas a máquinas para degradados
Uno de los aspectos que más cambió para Pardo fueron los utensilios de trabajo. Hace 50 años los barberos empleaban navajas, «coas que había que ter moito coidado». Al mínimo movimiento, podía hacer daño. Ahora se emplean filos desechables y máquinas. «Agora a xente nova pide cada cousa!», bromea el barbero.
En los cajones todavía guarda las primeras navajas como reliquia, en un local en el que se palpa la historia. Los antiguos sillones miran hacia los espejos donde, en la encimera, Pardo coloca meticulosamente todos los utensilios que emplea. Viéndolo trabajar, el detalle y la seriedad pueden ser dos de las cualidades que han hecho que su negocio resista desde el siglo pasado.
Hay clientes que confían en las manos de Pardo desde hace décadas, y a ellos que se les fueron sumando las nuevas generaciones. «Moitos foron morrendo», lamenta Pardo. Aún así, no le falta gente. El sarriano trabaja toda la mañana, para a la hora de comer, y continúa toda la tarde.
Las puertas del antiguo negocio de Sarria las atraviesan ahora personas de todo el mundo. Mientras Pardo cuenta su historia, peta un peregrino que, con gestos, pide un afeitado. No es la primera vez que se pone en manos del sarriano, cuenta el caminante llegado de Sicilia, sino que ya probó hace ocho años. Destaca que apenas quedan barberías como las de antes en Sarria. Poco a poco fueron cerrando los veteranos y abriéndose peluquerías.
En estos 50 años de trabajo, José Pardo nunca pensó en dejarlo. Sigue recibiendo clientes, y también muchos amigos. Decidió prejubilarse y continuar trabajando para estar entretenido. Sus días transcurren entre la televisión, las revistas, los periódicos y, sobre todo, las charlas con los clientes. Aunque tiene dos hijos y uno de ellos con interés por la barbería, cree que con él será el fin del local de la Rúa Maior. «Estou aquí para pasar o tempo».