Galicia compacta

Venancio Salcines VICEPRESIDENTE DEL CLUB FINANCIERO ATLÁNTICO

MERCADOS

03 sep 2017 . Actualizado a las 04:58 h.

Galicia es de esas palabras que, de tanto usarla, a veces se queda hueca. Es comodín, sentimiento, origen, escudo, múltiples significados. Pero yo, y dudo que sea el único, la observo de un solo modo, como Universo, mi universo, por ello la acoto, le pongo fronteras y contenido. La transformo, en mis sueños, en un espacio compacto, porque no se puede asegurar la existencia de una solución a un problema económico si este no es compacto. Fundamentos de microeconomía moderna. Dicho de un modo más coloquial, nadie puede construir sobre la nada, nadie puede proyectar sobre el vacío. Por ello, Galicia, para que entone la palabra futuro, ha de ser siempre compacta, es decir, sólida, en todos sus espacios, en la costa y en el interior, en el sur y en el norte. Habrá quienes sugieran que el frente Atlántico es el gran motor y no les quitaré razón, las cifras macroeconómicas así lo atestiguan, pero a estos sí les diré que toda la potencia de la costa multiplicada por n veces nunca será suficiente. Es donde vivimos la mayoría, cierto, pero la mayoría no somos todos y solo siendo todos un espacio puede llegar a ser compacto.

Nuestro territorio se despuebla, tanto que en alguna ocasión y con dolor en el pecho he definido a esta, su tierra, la mía, como país para viejos. Permítame que no le aburra con datos sobre envejecimiento o número de aldeas vacías, todos estamos cansados de escuchar cifras que nos ponen los pelos de punta. ¿La solución? No tengo claro cuál es, pero sí puedo asegurarle que nunca se construirá sin hablar de nuestra tierra, esa que tan poco cuesta y que tanto amamos, la que se paga a un euro el metro, y eso si encuentras a alguien que te la compre o alguien que te la venda. Ahí está parte, gran parte, de la solución. Varios gobiernos han intentado meterle mano al problema y ninguno ha sido capaz. Ninguno, hasta ahora, ha podido actuar sobre el suelo rústico, hacerlo de modo similar a como hemos actuado con el urbano. Si no existe legislación que bloquee el crecimiento urbano, ¿por qué cuando salimos de los perímetros de las grandes urbes entramos en otro mundo, en otro irreal mundo? Ya sé, no hay consenso político. Nunca hay consenso político. ¡Qué maldición!

Esta semana el Diario Oficial de Galicia publicó la creación de la Agencia Gallega de la Industria Forestal de Galicia, la ubica en el seno de la Consellería de Industria, algo que, por cierto, aplaudo. Conde está asumiendo riesgos y Feijoo le está dando cobertura. Un tándem que cada día me genera más confianza. De todas formas, tengo dudas de que la Agencia sea capaz de darle una vuelta a nuestro sector forestal. Habrá que ver su contenido y su operativa, pero de partida hace algo tremendamente positivo, habla de «industria forestal». Un cambio de paradigma, de clave mental. La cadena de valor de la madera factura dos mil millones de euros, aglutina a 3.000 empresas y da empleo de forma directa o indirecta a 80.000 personas, es decir, 340.000 gallegos viven de un modo u otro vinculados a la madera. Si hemos llegado hasta aquí lastrados por el minifundismo, piense hasta dónde podríamos caminar si contáramos con grandes bosques, perfectamente cuidados, diversos en sus especies, alimentando a municipios del rural y en diálogo permanente con la industria autóctona de la madera y el diseño. Piense y quédese ahí, en pensar.

Hoy, una promotora con capacidad económica, en diálogo con un gobierno municipal, es capaz de unificar cien hectáreas y crear un polígono industrial o una zona residencial. Podría incluso crear una ciudad nueva. Ahora, si un Ayuntamiento desea crear un gran bosque de ciento cincuenta hectáreas, da igual los inversores a los que llame, no será capaz. En Galicia el suelo urbano es un activo, el rústico, un tormento. Hemos de cambiar esta realidad, construida por nosotros, los gallegos, a través de nuestras disposiciones legales. Es posible una Galicia compacta, con futuro, inclusiva, pero hemos de tener algo claro, los de aquí hemos de quitarnos los lastres que nos hunden. ¿Seremos capaces? Al tándem Conde-Feijoo le paso la pelota.