Compañías como Lufthansa o Ryanair se han mostrado interesadas por hacerse con la aerolínea transalpina, sumida en una grave crisis financiera desde hace varios años
17 sep 2017 . Actualizado a las 04:58 h.A medianoche del pasado viernes se cerró el plazo para presentar las manifestaciones de interés para comprar la compañía aérea italiana Alitalia. Ahora, los comisarios extraordinarios tienen 10 días para estudiarlas y comunicar a quien esté en posesión de los requisitos necesarios, la posibilidad de presentar ofertas vinculantes antes del 2 de octubre. Empieza así una nueva fase en la crisis infinita que desde hace más de diez años acompaña la vida de esta emblemática firma.
En el 2016, la aerolínea perdió casi un millón de euros al día y su liquidez quedó en entredicho a finales del pasado mes de abril, cuando anunció que tenía dificultades para pagar el carburante de los aviones. La situación se había precipitado tras el «no» con que los empleados rechazaron en referendo el plan empresarial que preveía nuevos recortes de personal y de salarios. Los bancos, que habían invertido en Alitalia a fondo perdido unos 500 millones de euros, cerraron el grifo y se negaron a conceder más financiación.
Ante la grave situación, el Gobierno de Paolo Gentiloni decidió establecer una administración extraordinaria con el encargo de vender la compañía a otra o, si esto no es posible, poner en marcha el proceso de quiebra para liquidar a los acreedores. La intención es vender la empresa en bloque aunque no se descarta dividirla y colocarla por partes. El ministro de Desarrollo Económico, Carlo Calenda, lo ha dejado bien claro: «El objetivo es que no sean necesarias más intervenciones públicas; la prioridad es no hacer gastar más dinero al ciudadano».
Una parte son los servicios de tierra, con 5.000 trabajadores centrados, sobre todo, en el aeropuerto de Roma-Fiumicino, cuya gestión a cargo de Aeroporti di Roma ha propiciado que en los últimos tiempos se registrara un aumento importante de viajeros, sobre todo desde que Ryanair consiguió la autorización para operar también en esta terminal. Un tercio de sus servicios de tierra están garantizados por Alitalia, sobre todo el transporte de equipajes y el servicio de check-in.
La otra parte es el transporte aéreo, es decir, la flota de aviones y el personal de vuelo. Aquí Alitalia tiene varios pretendientes, como Lufthansa, interesada en el norte de Italia, o Ryanair, que pretende la flota de aviones y los vuelos trasatlánticos. De todas formas, quien compre, por entero o solo una parte de Alitalia, tendrá que empezar por desembolsar 600 millones de euros para hacer frente al préstamo puente que el Estado italiano le hizo el pasado mes de mayo.
Alitalia vive al borde del abismo desde hace muchos años, sobre todo tras dos difíciles y complicados intentos de privatización. El primero en 1996, cuando el Gobierno de Romano Prodi intentó un matrimonio fallido con la holandesa KLM. En el 2006 volvió a intentarlo, esta vez con Air France, aliada de KLM y que estaba dispuesta a comprar el 49,9 % de la aerolínea transalpina. La llegada al Ejecutivo de Silvio Berlusconi desbarató todo con su llamada a conservar la italianidad de la compañía y convenciendo a un grupo de empresarios y bancos para formar la Compañía Aerea Italiana (Cai), que pagó 300 millones por la parte sana, mientras el Estado se hizo parte de un pasivo que se calcula en torno a los 5.000 millones de euros. Los recortes de personal y de salarios no consiguieron sanear la situación y en el 2013 se anunció una ampliación de capital en la que participó Posta Italiana y la compañía de los Emiratos Árabes, Etihad, que compró el 49 %. Una intervención tardía para un enfermo ya agonizante desde hacía mucho mucho tiempo.