China acelera el movimiento «maker» con espacios específicos y cursos para niños con el fin de dejar de ser la fábrica del mundo y convertirse en una potencia tecnológica
08 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Los dedos nerviosos de la pequeña Xiao tratan de pegar con cinta aislante varios cables en la tapa azul de un táper de plástico. A sus 7 años, ella y sus compañeros tienen cinco minutos para hacer cada paso que previamente les explica un instructor muy peculiar. Después, elegirán un microchip que conectarán a esos cables y que será el paso fundamental para que su invento funcione. Cada domingo por la mañana, miles de niños chinos como ellos se convierten en inventores, en makers, con cursos subvencionados por las autoridades en todo el país.
Aunque el movimiento maker surgió en Estados Unidos, en los cinco últimos años China se ha abrazado a él con inversiones astronómicas. El plan quinquenal aprobado por el presidente Xi Jinping aboga por un cambio de modelo económico ambicioso: dejar de ser la fábrica del mundo para convertirse en un referente tecnológico internacional. Una de sus señas de identidad es la creación de grandes incubadoras, ciudades enteras para makers como Zhongguancun Z-Park, a las afueras de Pekín.
«Aquí tenemos cerca de 3.000 apartamentos y oficinas con capacidad para unos 10.000 equipos de makers. Por la vivienda solo pagan el 50 % de su precio y las oficinas son gratuitas durante los primeros años. El Gobierno chino quiere ayudar de esta forma a la creación de empresas tecnológicas innovadoras», explica a La Voz Wang Wei, directora general de Zhongguancun Z-Park. «El objetivo es atraer a familias enteras y para los niños también hay actividades que fomentan la creatividad», añade.
Esta zona residencial de 190.000 metros cuadrados se inauguró en noviembre del año pasado, está situada al norte de la capital y ha asimilado el mismo nombre que el distrito tecnológico que ya existía en el centro de Pekín. En todos los accesos hay fotografías gigantes de Steve Jobs, Bill Gates u otros referentes innovadores mundiales y los fines de semana son los propios makers los que imparten talleres para niños.
Eric Chen ha impartido algunas clases cuando su apretada agenda se lo permite. Es ingeniero electrónico, tiene 23 años y es el director general de Beijing Chanyuatech, una startup cuyo producto estrella son unas gafas de realidad aumentada hechas con materiales reciclados. «Ya hay varias empresas extranjeras que quieren comprar nuestra patente. Estamos sorprendidos y como chino, siento un gran orgullo. Hemos pasado de ser famosos por las imitaciones de marcas extranjeras a empezar a despertar interés por nuestros diseños», cuenta.
El unicornio de los drones
El mejor ejemplo a nivel mundial es la startup DJI, el mayor fabricante mundial de drones, una compañía que ya está valorada en más de 10.000 millones de dólares. Sus productos, de alta tecnología, se venden en su mayoría (un 80 %) fuera de China. Esta empresa unicornio está situada en Shenzhen, la capital tecnológica de China. Su gobierno municipal ha invertido 145 millones de dólares en ayudas para atraer a emprendedores chinos y extranjeros.
Sin embargo, expertos como Wu Nan, fundador de la publicación All Tech Asia, advierten de que el número de espacios para makers crece más rápido que el propio número de inventores. «Se está invirtiendo dinero en espacios que compiten entre sí para tener miembros y muchos están vacíos», asegura Wu. De los 10.000 equipos que tendrán cabida, de momento en Zhongguancun trabajan solamente 500. Aun así, la actividad no para. Allí, la pequeña Xiao ha terminado su invento: un mando de videojuego para una competición de coches que funciona con agua dentro del táper, un microchip, varios cables y una conexión USB.