Más madera

Venancio Salcines
Venancio Salcines PRESIDENTE DE EF BUSINESS SCHOOL

MERCADOS

23 jun 2019 . Actualizado a las 05:05 h.

Galicia tiene que asumir riesgos. O lo hace, o no cambia su paso. Por eso necesita, más que nunca, de su sociedad civil. Ahí, distribuidos por nuestras calles y por nuestras aldeas, viven los que salen todos los días a buscarse la vida. Y Galicia necesita, también, que las Administraciones públicas abandonen sus zonas de confort, situadas en la burocracia y en el mantenimiento de lo cotidiano. Por ello, cuando la Xunta rompe con su inercia y se lanza a terrenos desconocidos, pero esperanzadores, se convierte en un Gobierno a la altura de su gente. Y no es fácil, todos lo sabemos. Por eso, solo puedo hacer una cosa, aplaudirlo. ¿Después? Acompañarlo en su caminar. Si triunfa, aplaudirlo, y si fracasa, también, porque lo relevante no es ni la victoria ni la derrota, lo crucial es la lucha por cambiar nuestro destino.

Hace unos días, llegó a los medios una noticia que pasó desapercibida. Se publicó, la leímos y punto pelota, la vida continúa. Y no. Los trenes no son para verlos pasar, sino para subirse a ellos. La Xunta promoverá la construcción con madera de centros de salud y colegios. Esta es la noticia. Y se preguntará: ‘¿Y qué?’ Pues le diré, y todo. Empiezo a aclararme. Por primera vez, tendremos una agenda de impulso de la industria forestal. Un plan estratégico a tres años y con cincuenta y cuatro millones a su espalda. Esta agenda impulsará la construcción de edificios completos con madera. Estamos hablando de viviendas públicas, centros sanitarios y complejos educativos. Estamos hablando de un nuevo posicionamiento, el de la bioeconomía. Este es el tema, por eso es trascendente. De una nueva verdad, transversal, que puede recorrer, como una columna maestra, a la mayoría de las consellerías: Educación, Sanidade, Medio Ambiente, Medio Rural, Facenda y Economía. Algo que tiene esa potencia debe caer en cascada en los ayuntamientos y, por dos vías, la natural de la emulación y, la segunda, la más relevante, la discriminación fiscal positiva.

Galicia debe empezar a construir en madera. Podría darle mil razones, pero, como soy economista, le daré una muy sencilla: la bioconstrucción y la bioeconomía son un nuevo paradigma, otro modo de percibir las relaciones económicas, en donde lo evolutivo, el crecimiento por desgaste de las fases anteriores, es reemplazado por la sostenibilidad y lo circular. En lo tangible, es fácil observar que, si nace una nueva demanda, la pública, esta alimentará a la oferta, la cual, a su vez, se readaptará creando más recurso y conocimiento. Le habremos dado a nuestro rural otro protagonismo. Las canteras serán nuestros bosques, las cementeras, nuestros aserraderos y carpinteros. La tecnología no la traeremos de Silicon Valley, llegará de los campus de Lugo, Pontevedra y A Coruña. Francisco Conde, el conselleiro de Industria, y la Axencia Galega da Industria Forestal han estado brillantes. Hay que reconocerlo. Afirma el presidente Feijoo que esta medida puede provocar que la cadena de valor de la madera alcance los 2.400 millones de euros y los 21.000 empleos directos. Imagínense a toda Galicia implicada.

Si hacemos las cosas bien, dentro de cinco años podremos afirmar que Lugo, o quizás A Coruña, o ambas, son el referente nacional en bioconstrucción. Lo cierto es que hoy, nosotros -y otros muchos no, que quede claro- contamos con todos los elementos de la cadena. Engrasémosla. La Xunta, a través de Industria, va a asumir su responsabilidad, ahora la pelota está en nuestro tejado. ¿Vamos a dejar que se caiga el suelo? Así que cojamos aire y grabemos en nuestra frente una nueva verdad, una que nos ayudará a alcanzar mayores cotas de empleo, de riqueza y bienestar. ¡A por ello!