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La opacidad rodea a la que es la mayor fortuna de Alemania, temeroso de su vida privada, tal vez por miedo a un secuestro, pero apenas hay dos fotos suyas en plena era de las redes sociales
30 may 2021 . Actualizado a las 10:24 h.No concede entrevistas. Ni participa en nada que tenga que ver con la prensa. Nunca lo ha hecho. Y no será porque los grandes medios, sobre todos los de su país, los alemanes, no lo hayan intentado. Pero no hay nada que hacer. Posee la mayor fortuna de Alemania. Pero son muchos los compatriotas, incluidos sus vecinos de Heilbronn (Baden-Wurttemberg), su ciudad natal, los que no le ponen cara. Todo un señor muro de discreción es el que rodea a Dieter Schwarz, el dueño de la cadena de supermercados Lidl. Un amor por el anonimato el del germano que recuerda, y mucho, al de Amancio Ortega, todo un desconocido para el gran público antes de la salida a Bolsa de la compañía, de la que se han cumplido ahora 20 años. Acuérdense de que hasta un año y medio antes de eso ni siquiera circulaban en la prensa fotos del fundador de Inditex. Y durante mucho tiempo solo hubo una disponible, la incluida en la memoria de la compañía publicada en septiembre de 1999. Pero esa, es otra historia. Volvamos a la que nos ocupa. Antes un detalle: de Schwarz solo circulan dos instantáneas. Y eso en pleno apogeo de las redes sociales.
Mantienen en Alemania que el secretismo del que se rodea Schwarz tiene que ver, además de con su carácter - ni que decir tiene, reservado-, con el miedo a un secuestro. Temor que arrastra desde hace ya décadas. Desde que en los setenta y los ochenta, las familias fundadoras de los supermercados Aldi y las droguerías Schlecker los sufrieron en sus carnes. Visto lo visto, ya se habrán imaginado que es poco lo que se sabe del dueño de Lidl. Hijo de un tendero, nació en Heilbronn en 1939. Su padre, Josef Schwarz, compartía fatigas en un negocio de frutas al por mayor con otro socio, de apellido Lidl. Y, cuando el joven Dieter acabó el instituto, comenzó a trabajar con ellos. Ya en 1973, decidieron abrir el primer supermercado. Copiaron el modelo de los Aldi, todo un éxito en el país. La fórmula, ya la conocen: precios asequibles y un variado catálogo de productos.
«Schwarz» significa «negro» en alemán. Y por eso no quisieron ponerle ese nombre a la cadena. Por aquello de lo del mercado negro. Por eso eligieron el de Lidl, corto y «biensonante». Para evitar sustos, le compraron los derechos del nombre a un profesor jubilado, Ludwig Lidl, al que le pagaron mil marcos. Cuatro años después de que el primer Lidl abriera sus puertas, ya eran 33 los supermercados de la cadena que había repartidos por territorio teutón. Ese mismo año, en 1977, falleció Josef Schwarz y fue entonces cuando Dieter tomó los mandos de la empresa. A partir de ahí, la expansión fue de vértigo. Además de Lidl, el empresario es dueño de los hipermercados Kaufland. Hay más de 1.200 establecimientos de esta otra cadena de su propiedad salpicados por Alemania y otros países como Polonia o la República Checa. En el caso de Lidl, son 11.200 los centros repartidos por un total de 29 países, incluida España, donde desembarcaron en los noventa y donde ahora tienen 600. Son terceros en cuota de mercado, por detrás de Mercadona, el enemigo a batir, y Carrefour.
Retirado del día a día de la compañía cuando contaba 65 años, vive Schwarz en su Heilbronn natal junto a su inseparable Franziska, con la que lleva compartiendo vida desde hace más de 50 años. Tienen dos hijas. Por supuesto que desconocidas para todos. Ni siquiera se sabe a qué se dedican, como para que se conozca algo de sus vidas privadas. Nada de nada.
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