Luces y sombras de los subsidios a los chips

MERCADOS

STEVE MARCUS

Intel condiciona su expansión a las ayudas públicas. Una fábrica europea es un 40 % más cara que una taiwanesa. La demanda crecerá un 15 % anual hasta el 2030 en la UE

20 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La demanda de semiconductores de última generación en Europa crecerá a un ritmo anual medio del 15 % hasta el 2030, según un estudio de la consultora Kearnet. Teniendo en cuenta que en la Unión Europea (UE) tan solo se produce el 8 % de los que se fabrican en el mundo, frente al 25 % que llegó a concentrar en el 2000, las cuentas no salen. ¿Cómo garantizar el suministro a toda la industria, desde la automoción a la electrónica y la salud?

La realidad ha demostrado que por mucho que se invierta en maquinaria, diseño o patentes, sin factorías, la UE no podrá abastecerse en la próxima década. Por eso Bruselas propuso hace diez días poner en marcha un programa de 11.000 millones de euros en subsidios públicos, complementarios a los que están preparando países como Alemania y Francia, con el objetivo de levantar desde cero mega fábricas, centros de investigación y diseño en territorio europeo hasta el 2030. Esa cifra, combinada con la inversión privada, podría ascender hasta los 43.000 millones de euros.

La gran duda que albergan algunos analistas es si compensa controlar toda la cadena y hacerlo a costa del contribuyente europeo. «Se pone mucho énfasis en estas mega fábricas, que es el camino más caro y probablemente menos efectivo», aseguró a Efe Niclas Poitiers, experto del centro de estudios Bruegel, quien cree que esto tampoco resolvería los problemas de dependencia exterior, puesto que las firmas que se asentarían, potencialmente, son extranjeras. Además, ¿necesita una empresa como la norteamericana Intel ayudas públicas para agrandar su negocio de microchips, con la demanda creciente que hay en el mercado? Los responsables de la compañía aseguran que sí, y condicionan sus planes de inversión de 80.000 millones de euros en Europa al apoyo gubernamental, no solo de Bruselas: «Es una industria cara. Necesitamos vuestra colaboración», reivindica su consejero delegado, Pat Gelsinger.

No le falta razón. Según Kearnet, mantener en funcionamiento durante 10 años una fábrica en Europa es un 30 % más cara que en Corea del Sur y hasta un 40 % respecto a Taiwán. Ahora bien, ¿les compensa realmente a los europeos?

 Restricciones a la exportación

Una factoría de semiconductores de última generación multiplica por dos el retorno de la inversión inicial, según la consultora. No obstante, el analista de CEPS, Daniel Gros, rebaja ese cálculo porque «otros [países] están apoyando generosamente el mismo sector», reduciendo su eficacia. Gros se muestra muy crítico, al igual que Poitiers. «El enfoque inteligente sería no participar en esta carrera de subsidios. Europa tiene una experiencia importante en equipos de fabricación [de chips]. Los recursos financieros deberían concentrarse en este área», sugiere.

Otro inconveniente de la propuesta de Bruselas tiene que ver con la obligatoriedad de suministrar de forma prioritaria a la UE cuando se declare la «escasez», bajo amenaza de restringir las exportaciones. «Los productores más eficientes dudarán en instalarse si eso significa que deben cumplir pedidos cuando los precios son altos, cuando fuera estarían generando mayores beneficios», alega.