Las brechas económicas se agrandan

MERCADOS

MABEL RODRÍGUEZ

En Galicia, después del 2008, la desigualdad ha ido creciendo cada vez más. A Coruña es la provincia con mayor desequilibrio en una comunidad en la que más de medio millón de gallegos sufren elevados niveles de pobreza y vulnerabilidad social

03 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La desigualdad económica es el distinto reparto de ingresos, de activos o del bienestar entre los ciudadanos de un territorio. Esto es, una distribución desequilibrada tanto de rentas como de riqueza. Se manifiesta por medio de una disponibilidad dispar entre los miembros de la comunidad, abriendo una brecha entre los individuos ricos y pobres y unas diferentes oportunidades para unos y otros.

La crisis financiera del 2008 supuso una fuerte caída de los porcentajes de ingresos y riqueza de los ciudadanos. Sin embargo, parece que el aumento de la riqueza privada de algunos colectivos en los países de altos ingresos no se ha visto muy afectada por la mencionada crisis. Varios economistas, quizás los más relevantes del mundo en estos momentos, colaboraron en un trabajo titulado Combating Inequality, coordinado por O. Blanchard (del MIT y ex director del departamento de estudios del FMI) y D. Rodrik (Universidad de Harvard). Sus conclusiones revelan que la desigualdad de ingresos ha ido en aumento desde la década de los ochenta en las economías avanzadas. Así, hace un siglo, el 1 % más rico de los europeos occidentales y estadounidenses concentraban entre el 17 y el 20 % de la renta nacional. Esta cifra se redujo al 8 % en las décadas de los ochenta del pasado siglo, pero volvió al 20 % a finales de la primera década del actual. Y el coeficiente de Gini, que mide la desigualdad, pasó en EE.UU. del 0,46 % al 0,60 % entre 1980 y 2016, y del 0,37 % al 0,43 % en Europa. En suma, el capital ha vuelto, porque la riqueza privada ha vuelto; o como apuntan los mencionados economistas «el capital ha vuelto, pero para unos pocos».

Centrando el análisis en Galicia, tendríamos que después de la recesión del 2008 los niveles de desigualdad se han acentuado, lo que significa que no se han corregido las brechas de desigualdad existentes hace diez años; al contrario, se han ensanchado.

Hay cuatro formas de expresar las desigualdades. En primer lugar, la desigualdad la podemos medir a través del coeficiente de Gini. Este índice oscila entre 0 y 1; donde el cero se corresponde con una perfecta igualdad, todos tienen los mismos ingresos, y el valor 1, que expresa la perfecta desigualdad . A lo largo del período entre el 2009 y el 2019 el valor del coeficiente de Gini desciende levemente —de 0,278 a 0,261— y se reduce en mayor proporción que el índice español (0,330). Es decir, una leve disminución que expresa una mínima corrección de las desigualdades. Si nos atenemos al análisis provincial, A Coruña es el territorio con mayor nivel de desigualdad, con índices superiores a la media gallega, y Lugo donde hay más igualdad.

Una segunda forma de medir la desigualdad es analizando el ratio P80 /P20. Este cociente indica la relación entre la renta media del 20 % con más recursos y la del 80 % que menos tiene. Igual que en el caso anterior, cuanto más alto sea el índice, más desigualdad existe entre la población. Este indicador nos muestra que para el año 2019 los ingresos medios del quintil más rico de la población son cuatro veces superiores a los ingresos medios del quintil de población más pobre. Esto es, expresa una distribución muy desigual, aunque tal reparto es un poco más bajo que el anotado para España, en donde el quintil más rico tiene de media un ingreso medio 5,9 veces superior al quintil de población más pobre. Siguiendo este método, la provincia de A Coruña registra los valores más elevados de desigualdad, anotando el ratio P80/P20, un 4,08, en tanto que los ingresos del quintil más rico de la población de Ourense supera también en cuatro veces los ingresos del quintil más pobre. Las otras dos provincias contabilizan una mejor distribución de los ingresos.

Un tercer método para evaluar la distribución de los ingresos viene reflejado por la distribución de los ingresos por deciles (fracciones del 10 %). De esta forma, la población de Galicia con ingresos que están en los tramos más bajos de rentas (decil 1 y 2, correspondientes a ingresos inferiores a 9.449 euros anuales por unidad de consumo) concentran, en el 2020, al 21,1% de la población, mismo porcentaje al registrado en el 2008. Por el contrario, las deciles 9 y 10 (correspondientes a ingresos superiores a 31.524 euros anuales) suben del 11,9 % en el 2008 al 16,1% en el 2020, contribuyendo a incrementar la brecha en lo tocante a rentas.

Finalmente, las estadísticas que miden la tasa de riesgo de pobreza y exclusión revelan las situaciones más extremas en lo concerniente al número de personas que están en riesgo de pobreza, de pobreza privada de forma severa de bienes materiales o que viven en hogares con intensidad de trabajo muy baja. Se valora como población en riesgo de pobreza aquella cuya renta disponible está por debajo del 60 % de la mediana de la renta nacional disponible. En Galicia, los datos registran una tasa de pobreza que abarca al 22,1% de la población, que resulta ser el porcentaje más alto del período que va del 2008 al 2020, equivalente a 597.264 gallegos, lo que permite señalar que existen elevados índices de pobreza y de vulnerabilidad social. Los datos indican, igualmente, que las tasas de pobreza severa total y de privación material severa han crecido significativamente en el último decenio, cifrándose en términos cuantitativos en 253.000 y 140.000 personas, respectivamente. En suma, una distribución de ingresos muy dispar y polarizada que se ha acentuado en el último decenio.

Fernando González Laxe. Catedrático de Economía Aplicada. Universidade da Coruña